DingDing Chen
Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Jinan, Guangzhou, China, e investigador no residente del Global Public Policy Institute (GPPI) de Berlín, Alemania. También es el director fundador del Instituto Intellisia (海国图智研究院) en China
El gobierno chino defiende con firmeza el establecimiento de un nuevo tipo de relaciones internacionales y un nuevo orden internacional que se actualice del pasado al presente. Tras el establecimiento de la China comunista, el primer ministro Zhou Enlai compartió el punto de vista presentado en la promoción de los “Cinco Principios de una Coexistencia Pacífica”. Estos principios son evocados por el gobierno chino como los principios básicos sobre los cuales China promueve una relación amistosa con otros estados. Tras la implementación de la “reforma y política de apertura” que ha permitido a China ocupar un lugar propio en el sistema económico actual, Deng Xiaoping señaló explícitamente que era imperativo tanto construir un nuevo orden económico internacional como un nuevo orden político internacional, con el objetivo de poner fin a la hegemonía y hacer realidad los Cinco Principios de una Coexistencia Pacífica. Según el Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Popular China, dichos principios expresan el espíritu democrático en las relaciones internacionales contemporáneas y el deseo de la comunidad internacional, y en particular del gran número de países en vías de desarrollo, de que estos principios estén en el centro del nuevo orden mundial. Tras la toma de posesión de Xi como presidente, una versión más creativa del nuevo orden mundial ha entrado a formar parte de su proyecto de “una comunidad con un futuro compartido por toda la humanidad” incorporada en la práctica de la Iniciativa One Belt, One Road.
Bajo el liderazgo del presidente Xi, China se está implicando más en los asuntos internacionales y contribuye cada vez más con “ideas al estilo chino” a la gobernanza global
La continua exigencia de la construcción de un nuevo orden mundial está claramente de acuerdo con la demanda de desarrollo de China, y actualmente está en camino de conseguirlo. Tras “un siglo de humillación” y treinta años de “tao guang yang hui” [“disimular la propia fortaleza esperando el momento oportuno de expresarla”], “el gran rejuvenecimiento de la nación china” se ha convertido en uno de los lemas de la nueva era. Para que el sueño llegue a convertirse en realidad, China tiene que crear un entorno favorable. Después del Congreso Nacional Popular y de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino celebrada este año, el poder de Xi está aún más garantizado y las funciones del partido y del gobierno se han desplazado desde la “separación” a la “combinación”, lo que ha permitido que el país concentrase todos sus esfuerzos en su rejuvenecimiento. Es más, aunque la tórrida economía china está creciendo gradualmente con algo menos de rapidez, el índice de crecimiento económico de China fue de un 6,8% en 2017, lo que le permitirá seguir respaldando sus esfuerzos por construir un nuevo orden mundial en otras áreas. Lo que no debe ignorarse en cualquier caso es el denominado “plan de China” para un mundo inestable. Como resulta visible, bajo el liderazgo del presidente Xi, China se está implicando más en los asuntos internacionales y contribuye cada vez más con “ideas al estilo chino” a la gobernanza global. Con la puesta en práctica de la Iniciativa One Belt, One Road, China ha ganado popularidad entre la mayor parte de los países en vías de desarrollo y entre algunos países desarrollados, y la “vía china” es ahora ampliamente reconocida.
En su calidad de país en vías de desarrollo más grande del mundo, China tiene que hacer frente a múltiples retos en el interior y a unas cuantas disputas territoriales con países vecinos que hasta hace poco intimidaban al país, pero de todos modos, el “gigante del Este” está cada vez más cerca de satisfacer su ambición de construir el nuevo orden mundial.