A pesar de ser un territorio de clima indómito (o precisamente por ello), el océano más pequeño de todos los existentes, el Ártico, ha ocupado un lugar secundario en las ansias de dominación de las grandes potencias internacionales. Sin embargo, esto esta cambiando rápidamente por efecto del cambio climático y del adelgazamiento del hielo polar, que se derrite más y por más tiempo, dejando al descubierto nuevas rutas y recursos naturales por explotar (se estima que la zona contiene entre el 16 y el 24% de las reservas no descubiertas de gas y petróleo). Diversos estados reclaman la soberanía de áreas árticas, si bien la más activa actualmente es Rusia, que también tiene más a ganar en el corto plazo. También aumentan las voces que reclaman que Washington impulse su estrategia de seguridad ártica. En 2018, también Beijing presento una estrategia nacional para el Ártico, donde no tiene costa, pero si grandes intereses; una ruta ártica reduciría la duración y el coste con respecto a las rutas actualmente existentes.