Paul Salem
Presidente del Middle East Institute, Washington DC
Oriente Medio es la región más desordenada del mundo. Contiene varios de los ejes de conflicto más activos y carece, en cambio, de un orden regional inclusivo con el que gestionar las relaciones interestatales, desescalar los conflictos y trabajar por la seguridad y la cooperación regional. El coste de este desorden ha devastado países y poblaciones enteras, ha propiciado el ascenso de grupos terroristas y amenaza la seguridad de Europa y del mundo.
Con anterioridad a la Primera Guerra Mundial y a lo largo de muchos siglos, Oriente Medio fue una región férreamente dominada por los turcos. En el período de entreguerras fue dividida y pasó a estar regida por las potencias europeas. Y después de la Segunda Guerra Mundial, sus nuevos estados se alinearon de acuerdo con las divisiones de la Guerra Fría global. Pero el período posterior a la Segunda Guerra Mundial también consolidó un orden regional de esta-dos árabes autoritarios vagamente adscritos a la Liga de Estados Árabes, y con las tres potencias no árabes (Turquía, Irán e Israel) mirando decididamente hacia Occidente.
Los elementos de este orden posterior a 1945 no sobrevivieron al siglo XX. La revolución iraní alejó a Irán de Occidente y lo reorientó hacia el mundo árabe y musulmán. El ascenso del AKP, el Partido de la Justicia y el Desarrollo, y la frustración con la UE también hicieron que Turquía diese la espalda a Occidente y mirase de nuevo hacia su periferia árabe y musulmana. El colapso de la Unión Soviética creó un período de hegemonía estadounidense que produjo una década de precaria estabilidad después de 1990, pero que explotó en forma de arrogancia imperial después de los acontecimientos de septiembre del 2001. La expansión de EEUU, que supuestamente tenía que debilitar a Irán lo fortaleció; supuestamente tenía que consolidar la ausencia de Rusia de la escena mundial, o al menos del Oriente Medio, pero posibilitó su resurgimiento por medio de Siria; y supuestamente tenía que derrotar al terrorismo, pero asistió a su propagación.
Lo que Oriente Medio necesita es un marco regional inclusivo con los estados árabes, Turquía, Irán e Israel
Hoy Oriente Medio es un campo de disputas. Un Estados Unidos menguante está cediendo terreno a una Rusia resurgente y a una China en alza. Irán ha ganado la lucha por el Levante y ejerce una fuerte influencia en Yemen. El mundo árabe está profundamente dividido entre los países alineados a favor y en contra de Irán, y los alineados a favor y en contra de la Hermandad Musulmana. Turquía está empantanada en una crisis política interna y es presa del malestar económico. E Israel, ansioso por aprovecharse de su comunidad de intereses anti-Irán con sus vecinos árabes del Golfo, no encuentra un camino de acceso a la paz con los palestinos ni una forma de salir de su aislamiento regional.
Para todos los países de la región, el actual desorden es un sistema en el que todos pierden. La seguridad y la prosperidad de todos se ven perjudicadas por la ausencia de cooperación y de coordinación entre ellos. A la larga, lo que Oriente Medio necesita es un marco regional inclusivo que englobe a los estados árabes, a Turquía, Irán e Israel. A corto plazo, este ambicioso objetivo ha de desglosarse. Irán y varios de sus vecinos han estado atrapados durante cuarenta años en la trampa del conflicto; en vez de avivar el fuego de esta disputa, los líderes iraníes y los de otras capitales regionales y globales deberían buscar formas de desescalar el conflicto y llegar a un entendimiento basado en el respeto a la mutua seguridad nacional y en la no interferencia. Israel tiene una oportunidad histórica de salir de su aislamiento y de convertirse en miembro de pleno derecho del orden regional, pero a menos que reanude en serio las conversaciones con los palestinos y que esté dispuesto a hacer concesiones históricas, esa oportunidad se malogrará.
Y a medida que EEUU mengua y otras potencias van al alza, el foco no debería ponerse en cómo luchar más agresivamente para ejercer influencia en Oriente Medio, sino en cómo Estados Unidos, Europa, Rusia y China pueden ponerse de acuerdo en formas de desescalar el conflicto, poner fin a las guerras civiles y aumentar la estabilidad y la seguridad humana en esta turbulenta región