LA GEOPOLÍTICA DEL ESPACIO EXTERIOR
JULIE KLINGER
Profesora del departamento de Geografía y Ciencias Espaciales de la Delaware University
CIDOB - Barcelona Centre for International Affairs - www.cidob.org
JULIE KLINGER
Profesora del departamento de Geografía y Ciencias Espaciales de la Delaware University
RAMON TORRA
Gerente del Área Metropolitana de Barcelona
FRANK UMBACH
Director de investigación, European Cluster for Climate, Energy and Resource Security, University of Bonn
KLAUS DODDS
Profesor de Geopolítica, Royal Holloway, University of London
LUIS FERNANDEZ MOCTEZUMA BADILLO
Investigador en materia de diplomacia de ciudades, www.paradiplomacia.org
MICHELE GILMAN
Catedrática de Derecho, University of Baltimore
ANNA AYUSO
Investigadora sénior, CIDOB
A pesar de ser un territorio de clima indómito (o precisamente por ello), el océano más pequeño de todos los existentes, el Ártico, ha ocupado un lugar secundario en las ansias de dominación de las grandes potencias internacionales. Sin embargo, esto esta cambiando rápidamente por efecto del cambio climático y del adelgazamiento del hielo polar, que se derrite más y por más tiempo, dejando al descubierto nuevas rutas y recursos naturales por explotar (se estima que la zona contiene entre el 16 y el 24% de las reservas no descubiertas de gas y petróleo). Diversos estados reclaman la soberanía de áreas árticas, si bien la más activa actualmente es RUSIA, que también tiene más a ganar en el corto plazo. También aumentan las voces que reclaman que Washington impulse su estrategia de seguridad ártica. En 2018, también Beijing presento una estrategia nacional para el Ártico, donde no tiene costa, pero si grandes intereses; una ruta ártica reduciría la duración y el coste con respecto a las rutas actualmente existentes.
Como todas las fronteras, los límites bajo control estatal son, también en el mar, construcciones mentales basadas en el acuerdo –o la imposición– entre las partes implicadas. Más aún que en tierra firme, los límites en el mar son imprecisos y a menudo, pueden ser fuente de discordia. A partir del s. xx y en particular a partir de la aprobación de las Convenciones de Ginebra sobre la Ley del Mar de 1958 y particularmente con la posterior UNCLOS, de 1982, los estados han intentado ordenar el régimen de control del espacio marino. Sin embargo, transformaciones como la evolución de las rutas del comercio global y de las tecnologías de prospección y extracción de energía han generado nuevos incentivos para los estados para proyectar su influencia sobre el océano (la economía azul). Como en todo acuerdo, la confianza entre las partes es determinante para alcanzar acuerdos, por lo que la emergencia de nuevas potencias interesadas en alterar el statu quo traslada incertidumbres al mar, reactivando o agudizando conflictos que, en algunos casos, llevan décadas –si no siglos– enquistados. La energía, por ejemplo, es en este contexto una oportunidad para la concertación (en caso de acuerdo) o para el conflicto (en caso de desavenencia).
La pandemia ha actuado como acelerador de muchas de las tendencias apuntadas a finales de 2019, como el retorno del nacionalismo estatal frente al globalismo, la rivalidad entre grandes potencias (en particular, EEUU y China) y la tensión de las alianzas. La carrera por la vacuna ha sido ejemplo de cooperación internacional (entre estados, pero también entre el sector público y privado), y también, de competencia. A nadie escapa la dimensión geopolítica y diplomática de la vacuna, expresada a través de una política de donaciones a socios, vetos a vacunas de potenciales rivales o regularización selectiva de vacunas que integren el certificado vacunal. Así, toma especial interés, ¿quién distribuye qué vacuna?