Emilia Saiz
Secretaria General de United Cities and Local Governments (UCLG)
Desde las ciudades debemos fomentar una transformación de la gobernanza global y garantizar los derechos de las comunidades, dando forma y profundidad a una nueva ciudadanía universal arraigada en sistemas territoriales solidarios.
Las agendas internacionales que se han adoptado en los últimos años son más ambiciosas de lo que puede parecer a primera vista. Y es que, aunque en un primer momento pueden parecer de sentido común acuerdos para reducir el hambre, conseguir la igualdad o disminuir las emisiones de CO2, la ambición reside en haber conseguido que un sistema multilateral, hasta cierto punto fallido y desacreditado, se una y consiga por primera vez definir agendas comunes para todos los continentes y sus poblaciones.
En el sistema multilateral, como en cualquier gobernanza, los procesos de consulta y toma de decisiones son casi tan importantes como los acuerdos. En algunas ocasiones, los objetos y sujetos de las agendas pueden llevar a confusión; así la Nueva Agenda Urbana (Hábitat III) puede ser interpretada como la agenda de los alcaldes, y de los gobiernos locales. Sin embargo, incluso aquellas agendas que tienen como foco las realidades locales son, al final, probadas por los estados. Los representantes de los territorios y las ciudades hacemos lo posible por dejar ver nuestra opinión, e incluso podemos llegar a tener influencia en lo que acaba incluyéndose pero, en última instancia, los textos no son aprobados por las ciudades, algo que debemos de tener en cuenta a la hora de evaluar resultados y considerar los papeles de los diferentes actores.
La consolidación de los derechos globales pasa, inevitablemente, por el nivel local
A pesar de vivir en la era urbana, las ciudades y los gobiernos locales tienen un papel secundario en la toma de decisiones y en la implementación de las agendas, lo cual contrasta con lo que sucede en el día a día. A pie de calle son los gobiernos locales y las comunidades las que ponen a prueba esas agendas; en ocasiones se adelantan a las mismas, las aplican, las hacen realidad y las transforman basadas en la práctica del día a día.
En la actualidad parecemos tener asumido que las agendas globales acaban teniendo efectos sobre las ciudades, y es por esto por lo que no nos podemos rendir y debemos seguir abogando para que las ciudades tengan voz y voto sobre cómo se implementarán estas agendas en los territorios.
La Nueva Agenda Urbana es vital en este aspecto ya que, en ella, se define una visión de futuro desde las ciudades relacionadas con los territorios. Las visiones que se reflejan en el documento son aceleradores indispensables de las agendas globales más mediáticas, como el Acuerdo de París y la Agenda 2030.
Estamos presenciando una llamada a implementar cambios en los modelos de gobernanza a todos los niveles. Las comunidades que sienten la dificultad de salvaguardar derechos adquiridos en el pasado reclaman acción en las esferas de gobierno locales. Una participación más directa, mayor cercanía y garantías que solamente puede ofrecer un sistema renovado con derechos globales.
La consolidación de los derechos globales pasa, inevitablemente, por el nivel local y para asegurarlos es necesario que la relación entre las diferentes esferas de gobierno dé un giro de 1800 tanto en los ámbitos nacionales como internacionales. Debemos pasar de un modelo competitivo a uno solidario arraigado en lo local y creemos que estas visiones solamente podrán hacerse realidad con actores como las ciudades en las mesas de decisión global. No se trata de tener todas las soluciones con antelación, sino de asegurarnos de que todos los actores puedan construirlas.
Quizá por esto propongo que en lugar de hablar sobre agendas globales hablemos sobre agendas universales. Sin pretender tener todas las respuestas, desde nuestro movimiento internacional municipal y regional seguiremos amplificando las voces locales para que el pensamiento local alimente una acción global más justa, inclusiva e igualitaria con el interés de las comunidades en el centro de toda iniciativa.