Abdullah Baabood
Director del Gulf Research Center de Cambridge y del Gulf Studies Program de la Qatar University
Una de las características más sobresalientes de la política del Golfo ha sido su capacidad de alejarse de la extensa convulsión que envuelve a la región de Oriente Medio. Esto se debe en buena medida a la habilidad para trabajar colectivamente como un grupo por medio de su organización regional, el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). Pese a algunas fricciones ocasionales en su seno, la organización ha sabido resistir disputas internas, evitar el caos regional y mantener la estabilidad en el Golfo.
Aunque el CCG no ha sido capaz de alcanzar plenamente sus objetivos declarados de cooperación, coordinación e integración, a lo largo de su trayectoria ha funcionado como una importante organización regional, vista por los estados miembros y sus poblaciones como un baluarte indispensable frente a la inestabilidad e inseguridad regional. El CCG ha sido capaz de crear una comunidad de seguridad, un mercado común, un foro para el diálogo político y cierta coordinación en política exterior.
Es por ello que la actual ruptura diplomática entre Qatar y sus vecinos —principalmente con Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto— fue, además de inesperada en gran medida, debilitante de la CCG. De buen principio, la severidad y la magnitud de la crisis diplomática dispararon las alarmes por los adversos efectos sobre el futuro de la región. La crisis tiene importantes ramificaciones para la seguridad y la estabilidad del Golfo, e incluso para el futuro del propio CCG, especialmente si se hace más profunda y sigue sin resolverse, lo que abre la puerta a la fragmentación y al riesgo de un futuro incierto.
Es difícil ver cómo puede resolverse o siquiera superarse el actual punto muerto si ninguna de las partes está dispuesta a hacer concesiones. El anuncio de los planes saudíes de construir un canal a lo largo de su frontera con Qatar —lo que convertiría a la península qatarí en una isla— es indicativo de hasta qué punto están dispuestos a llegar los que toman las decisiones en el país saudí para separarse de sus vecinos qataríes. Qatar ha pedido iniciar una negociación, pero los cuatro países implicados exigen que se cumplan sus trece demandas más duras antes de empezar a hablar. Qatar no puede aceptar tales exigencias porque sería considerado la rendición a unos dictados que atentan contra su soberanía. Así, el boicot/bloqueo de Qatar continúa en vano y Qatar ha adoptado medidas para garantizar su resiliencia. Las interacciones entre los estados miembros del CCG se han ralentizado, mientras que Kuwait y Omán, —también miembros del CCG y que no participan de esta crisis— tratan de encontrar el modo de desbloquear el conflicto, sin demasiado éxito la fecha. Desde el inicio de la crisis han tenido lugar dos cumbres, con muy poca o ninguna incidencia en el desarrollo del CCG. El propio boicot/bloqueo viola los principios del Acuerdo para un Mercado Común, restando eficacia y suscitando muchas dudas respecto a la viabilidad de cualquier acuerdo dentro del CCG. Esto alimenta la desconfianza entre los estados miembros y la comunidad empresarial del CCG, así como entre sus socios internacionales. La tenue intervención militar también plantea cuestiones acerca del concepto de seguridad común y apenas se produce ninguna coordinación en el campo de la política y de los asuntos exteriores.
El CCG se enfrenta a una grave crisis existencial debido a las disputas internas que se ha autoinfligido
Otro síntoma de intratabilidad en la crisis del CCG fue la iniciativa de Arabia Saudí de firmar una nueva serie de acuerdos de cooperación tanto con Kuwait como con los EAU, una iniciativa que puede considerarse como una laminación del CCG como la única entidad para la acción colectiva, lo que no implica necesariamente aún un CCG de dos velocidades.
La seguridad y la estabilidad en el Golfo, en medio de la conmoción existente en Oriente Medio, resulta crucial para la región en su conjunto y para la comunidad internacional. El CCG, que se había envuelto de un aura de estabilidad, atraviesa hoy una grave crisis existencial, debido a las disputas internas que se ha autoinfligido.