
Erin Parsons
Estudiante de máster de Investigación en el Institut Barcelona d’Estudis Internacionals (IBEI)
En los últimos cien años el Partido Comunista Chino (PCCh) ha experimentado una erosión de la ideología comunista, virando hacia el nacionalismo, para reafirmar su legitimidad y unir a la mayoría en contraposición a las minorías del resto del país1.
Si bien es cierto que la región de Xinjiang ha sufrido de inestabilidad y movimientos separatistas desde su incorporación a la República Popular China (RPCh) en 1949, el conflicto con los uigures se ha intensificado desde el 2001, bajo el pretexto de la lucha contra la amenaza terrorista. Este aumento de la violencia se relaciona en parte con las consecuencias de la caída de la Unión Soviética, el creciente papel de China en la esfera internacional y su deseo de proyectar su influencia hacia Asia Central.
El actual relato oficial de la “amenaza terrorista”, de lucha contra el yihadismo y el separatismo, extremismo y terrorismo” en Xinjiang, data del 2002. Se ha pasado de hablar de “contrarrevolución” a hablar de “terrorismo”, aprovechando el creciente sentimiento internacional antiislámico para securitizar a la minoría uigur y justificar políticas cada vez más hostiles hacia ella. No es tanto que Beijing experimente una amenaza real a su autoridad, sino que su actitud responde a la importancia económica y geopolítica de la región de Xinjiang.
¿Los uigures como amenaza terrorista?
El 21 de enero del 2002 el Consejo de Estado chino hizo público un documento oficial titulado “Las fuerzas terroristas de Turquestán Oriental no pueden quedar impunes” donde se calificaba a los uigures de “amenaza terrorista” y se afirmaba que “[los uigures] declaran abiertamente estar dispuestos a llevar el terror a las guarderías, los hospitales y las escuelas” y que “[… ] Bin Laden ha planeado […] muchas veces ayudar a las fuerzas terroristas del ‘Turquestán Oriental’ en Xinjiang para iniciar una ‘guerra santa’ con el objetivo de establecer un ‘Estado teocrático islámico’ en Xinjiang”. Muchas de las 200 acciones que previamente habían sido calificadas de “contrarrevolucionarias” volvían a citarse en este documento, calificadas ahora como “ataques terroristas”. Así, se ha fomentado el relato de los “tres males”: separatismo, extremismo y terrorismo2.
Diversos estudios sobre el tema han puesto de manifiesto que si bien hay terroristas uigures en China y combatiendo en Oriente Medio3 se trata de un movimiento reducido y formado exclusivamente por una pequeña fracción, liderada por el Partido Islámico del Turquestán Oriental (ETIM).
La importancia geopolítica y económica de Xinjiang
Xinjiang, además de servir como una frontera indispensable entre China y Asia Central, es vital para el sector energético chino debido a sus enormes recursos naturales y sus objetivos comerciales. La región es además un eslabón clave en su Iniciativa del Cinturón y la Ruta (BRI, por su sigla en inglés) pues conecta las provincias interiores de China con Pakistán y Asia Central, lo que permite a Beijing proyectar su influencia en la región y adquirir una nueva ruta de acceso al Índico, reduciendo así su dependencia de las rutas marítimas del mar del Sur de China y evitando un potencial bloqueo del estratégico estrecho de Malacca, con una fuerte presencia militar estadounidense. Por otra parte, en Xinjiang se encuentran las principales bases de lanzamientos de misiles y de pruebas nucleares chinas, instalaciones claves en el objetivo de Beijing de incrementar su proyección en materia de seguridad.
Desde el 1949, la principal preocupación del Gobierno Central respecto a Xinjiang tiene que ver con prioridades estratégicas y económicas
China considera los uigures como terroristas por cuatro razones principales: la importancia estratégica de su territorio como zona “de amortiguación”, por sus recursos naturales, por sus instalaciones militares estratégicas y para descalificar a los movimientos separatistas. En consecuencia, según manifiestan analistas de las relaciones de China con Oriente Medio, como el profesor de la Universidad de Haifa, Yoram Evron, “China se está esforzando en promover su posición sobre el nacionalismo uigur ante el mundo, enfatizando la relación de las organizaciones uigures y las organizaciones terroristas islámicas más conocidas”, ayudando así a defenderse del discurso estadounidense de la “amenaza china”.
Si bien abunda la literatura sobre dependencia china sobre la región de Xinjiang, los análisis relativos a la política china contra los uigures de esta región erran en cómo va a cambiar en el futuro el relato chino para poder seguir justificando la represión sobre la minoría uigur. La violencia contra los uigures se ha incrementado claramente desde que, en el 2002, hubo un cambio de discurso sobre China. Las estimaciones sitúan el inicio de los 39 campos de reeducación establecidos en la región en el 2014. Sin embargo, en los últimos tres años, su número se ha triplicado. Por otra parte, el dinero destinado a la construcción de instalaciones relacionadas con la seguridad en la región se ha incrementado en 2.960 millones de dólaresestadounidenses4. Hoy en día hay más de un millón de uigures detenidos, una detención de una minoría religiosa de magnitud no vista desde la Segunda Guerra Mundial.
La importancia económica y geopolítica de Xinjiang no debe sobreestimarse. Sin embargo, las amenazas terroristas siguen siendo el relato dominante de Beijing sobre la región y la dependencia de China respecto a Xinjiang cabe esperar que se incrementará en el futuro, ya que China tendrá que utilizar sus abundantes reservas de gas y carbón a medida que aumente la demanda de energía5. Los grandes proyectos estratégicos para convertir a China en el mayor poder regional asiático, como la BRI, y la Nueva Ruta de la Seda, no serían posibles sin Xinjiang. La minoría uigur y el sentimiento pan-túrquico en la región, junto con la escalada de conflictos domésticos que bloquean un desarrollo económico uniforme, constituyen la mayor amenaza para la ambiciosa estrategia china.
La creación de un nuevo discurso sobre la seguridad en Xinjiang ha permitido a las autoridades chinas incrementar la represión y los abusos de derechos humanos en la región sin que por el momento esto haya despertado una condena firme de la comunidad internacional.
Hacia un nuevo discurso
Cabe la posibilidad de que, si EEUU reduce su presencia en Asia Central, China opte por un cambio de discurso –uno alejado de la idea de terrorismo islámico– en un intento de mejorar sus relaciones con Oriente Medio. Esto es particularmente cierto en la medida en que EEUU continúa presentando un relato terrorista en la región, mostrándose en contra de los abusos a los derechos humanos cometidos en la región de Xinjiang y anunciando, en diciembre del 2019, que impondría restricciones en los visados de aquellos funcionarios del Partido Comunista y del gobierno chino sospechosos de ser, según el Departamento de Estado “responsables, o cómplices, de las detenciones o del maltrato de uigures, kazajos u otros miembros de los grupos minoritarios musulmanes en Xinjiang”.
Si bien hasta ahora Oriente Medio ha preferido anteponer las relaciones económicas a la solidaridad entre musulmanes, si China aspira a aumentar su presencia e influencia en la región, puede darse un cambio de discurso por parte Beijing, menos centrado en la amenaza terrorista. Si bien el PCCh atenuó su ideología comunista para abrir la economía al comercio internacional, hoy se puede entrever un regreso a las raíces ideológicas comunistas: “Xinjiang, como el terrorismo… es contingente, limitado e inestable”6.
Desde el 1949, la principal preocupación del Gobierno Central respecto a Xinjiang tiene que ver con prioridades estratégicas y económicas. El mayor cambio que se ha producido durante las dos últimas décadas en el relato sobre Xinjiang desde el “separatismo pan-túrquiico”, a la “contrarrevolución” y al “terrorismo” obedece a su adecuación al contexto internacional que mejor justifica sus objetivos. Con el tiempo, China se verá obligada a cambiarlo de nuevo para alcanzar sus objetivos económicos en la región.
NOTAS
- Bhattacharya, Abanti. “Conceptualising Uyghur Separatism in Chinese Nationalism”. Strategic Analysis 27, n.º 3 (2003), p. 357-81.
- Hyer, Eric. (2006) “China’s policy towards Uighur nationalism”. Journal of Muslim Minority Affairs, vol. 26, n.º 1 (2006), p.75-86.
- Wolf, Siegfried. “It’s Not Only about Illegal Migration & International Law: The Uighur Conundrum”. E-International Relations, 2015.
- Bechrakism Mariefaye & Amy Lehr. “Connecting the Dots in Xinjiang: Forced Labor, Forced Assimilation, and Western Supply Chains”. Center for Strategic International Studies, 16 de octubre del 2019.
- Maizland, Lindsey. “China’s Repression of Uighurs in Xinjiang”. Council on Foreign Relations, 29 de noviembre del 2019.
- Rodríguez-Merino, Pablo A. “Old ‘counter-revolution’, new ‘terrorism’: historicizing the framing of violence in Xinjiang by the Chinese state”. Central Asian Survey, vol. 38, n.º 1 (2019), p.27-45.