El primer ministro griego ha ganado dos elecciones generales y un referéndum en 2015, a pesar de no haber conseguido imponerse en sus negociaciones con las instituciones europeas y los acreedores. La imagen de resistencia que ha proyectado le ha servido para consolidarse como el único líder capaz de dominar la escena política doméstica, pero su capacidad para abanderar una alternativa a las políticas de austeridad a nivel europeo no ha tenido éxito.