
Ramón Torra
Gerente del Área Metropolitana de Barcelona
El litoral metropolitano de Barcelona tiene una longitud de 42 km, que incluye 41 playas con una superficie de más de dos millones y medio de m2. Estas playas son uno de los espacios públicos metropolitanos más utilizados, con 10,5 millones de usuarios durante el año. Las playas son ecosistemas fluctuantes y dinámicos, los cuales afectan de manera muy determinante los fenómenos meteorológicos que, como consecuencia del cambio climático, cada vez son más intensos e irregulares.
Es innegable que los temporales tienen un gran impacto, pero si además estos episodios se repiten y afectan a zonas ya deterioradas por episodios anteriores, los efectos se multiplican. Se hace evidente que para superarlos, las estrategias localizadas y a corto término deben transformarse en otras de tipo estructural, proyectadas a medio y largo plazo. Esto pasa por plantear proyectos que aumenten la resiliencia de las playas y disminuyan la vulnerabilidad de las infraestructuras asociadas a estos espacios.
Actualmente, disponemos de estudios sobre la dinámica litoral y conocimientos técnicos suficientes para plantear estas estrategias. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que estos conocimientos sean compartidos entre las diferentes administraciones competentes y que entre todas asuman el compromiso de actuar.
Nos encontramos ante una costa cada vez más artificializada y condicionada por la gestión de las cuencas hidrográficas. El incremento de la vegetación y la construcción de embalses para regular los ríos provocan que la aportación de sedimentos en la desembocadura sea cada vez menor. Otro de los factores que influyen decisivamente en la cantidad y la distribución de las arenas es, obviamente, el de las infraestructuras relacionadas con los puertos y la urbanización.
El modelo de gestión del litoral pasa entonces por la ejecución de las medidas correctoras de impacto ambiental asociadas a la construcción de las infraestructuras y por la implementación de técnicas de protección, como las dunas híbridas o las barras de arena confinadas.
Las inversiones en el litoral metropolitano tienen un elevado retorno en términos sociales y económicos
Cabe destacar que muchas de las playas metropolitanas tienen zonas donde, de manera natural, se generan acumulaciones de arena en forma de dunas, que son el hábitat de varias especies animales y vegetales de gran valor. Sin embargo, desde hace años y debido a la acción humana y a la presencia de especies invasoras, estas formaciones han ido desapareciendo, con el consiguiente perjuicio para la fauna y la flora propias.
El objetivo del sistema de las dunas híbridas impulsado por el AMB es recuperar los ecosistemas dunares de las playas mediante diferentes acciones. Por un lado, se retira una buena parte de la vegetación invasora que perjudica el ecosistema y se favorece el crecimiento de las especies dunares propias. Por la otra, se construyen dunas completamente nuevas, para propiciar el retorno de la flora y la fauna autóctonas. El nombre de dunas hibridas responde a la doble condición de dunas creadas artificialmente, pero que tienen la finalidad de dejar que la naturaleza siga su curso natural.
Otra de las medidas son las barras de arena confinada, es decir estructuras enterradas o semienterradas que tienen por objetivo conservar los sedimentos con una granulometría adecuada para que las playas sean más estables.
Además de las pérdidas de arena y los daños sobre los equipamientos de las playas, el temporal Gloria de enero del 2020 ha dejado más de 500 t de materiales para retirar, de las cuales aproximadamente la mitad son restos vegetales. Los daños provocados en las playas como consecuencia del temporal se han evaluado en más de tres millones de euros y han puesto de manifiesto la necesidad de llevar a cabo actuaciones coordinadas entre todas las administraciones competentes, con el objetivo de preservar el futuro del litoral metropolitano.
La emergencia climática ha venido para quedarse y la vulnerabilidad de las playas y del delta del Llobregat es un problema de dimensiones ecológicas, socioeconómicas y paisajísticas de gran importancia para el área metropolitana de Barcelona. Se trata de aplicar medidas de carácter urbanístico, de proyectos y de gestión de las infraestructuras que solo serán posibles con la implicación de todas las administraciones. Y debemos ser conscientes que las inversiones en el litoral metropolitano tienen un elevado retorno, tanto en términos sociales como económicos.