Sinan Ülgen
Presidente del think tank EDAM, Estambul
Turquía está entrando en territorio desconocido con la puesta en marcha de una presidencia ejecutiva que cuenta con el refrendo del controvertido referéndum de abril de 2017. Las enmiendas constitucionales estarán plenamente operativas en cuando se celebren las próximas elecciones presidenciales, previstas para noviembre de 2019. El actual presidente Recep Tayyip Erdogan sigue siendo el principal candidato a convertirse en el primer presidente ejecutivo de la República de Turquía. Cuenta con el respaldo de los electores islamistas y conservadores. Y como resultado de una alianza política recientemente establecida, Erdogan se ha granjeado el apoyo adicional del partido nacionalista. En las actuales circunstancias, las encuestas le sitúan muy cerca del 50% de los votos y por ello, su principal objetivo en adelante será conseguir los pocos puntos porcentuales adicionales que necesita.
Es una evidencia que el clima de polarización que ha afligido a la política turca estos últimos años ha dejado muy poco margen para los cambios de lealtad. El énfasis rotundo en la política identitaria ha hecho que cierre filas el grueso del electorado de Erdogan, lastrando la posibilidad de una alternancia política y, por extensión, consolidando el respaldo popular que le sustenta. Sin embargo, y al mismo tiempo, ha ahondado en las fracturas culturales, emocionales y en definitiva políticas dentro de la sociedad turca, de modo que conseguir el voto marginal que necesita se ha ido haciendo cada vez más difícil.
Un preludio a la elección presidencial fue el referéndum del año pasado, en el que, en unas condiciones de competencia política injusta, el gobierno apenas fue capaz de conseguir un 51% de los votos a favor de su proyecto constitucional. Grandes ciudades como Estambul, Ankara y Esmirna votaron en contra de las enmiendas propuestas, por temor a una acumulación sin control del poder político. No es posible inferir, por tanto, que el momento actual conduzca inevitablemente a la emergencia de una mayoría política. Es más, toma forma una amenaza insidiosa para la nueva presidencia de Erdogan a raíz del establecimiento del “Buen Partido” (Iyi Parti en turco) de corte nacionalista y liderado por Meral Aksener, excomponente del ultranacionalista Partido del Movimiento Nacionalista (MHP). En los últimos años, la fórmula vencedora para Erdogan ha sido crear una división política entre los votantes conservadores del país y los electores más liberales y seculares. Además, su estrategia se ha beneficiado enormemente del colapso del centro derecha político, que en buena medida ha quedado bajo el paraguas de su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AK Parti en turco). Actualmente, Aksener es la única líder política que podía arrebatarle el voto de centro derecha a Erdogan. Y si se cumple que la votación presidencial es a doble vuelta —lo que ocurrirá a menos que Erdogan obtenga más del 50% del voto en primera ronda— es de prever que Aksener intentará concentrar todo el voto anti-Erdogan en la segunda vuelta.
La consolidación del poder del AK Parti en las elecciones locales daría un fuerte impulso al presidente de Turquía a favor de sus ambiciones presidenciales ejecutivas
Turquía entrará ya en modo electoral en unos pocos meses, con celebración de las elecciones locales programadas para marzo de 2019 y con las parlamentarias y presidenciales previstas para noviembre de 2019. También cabe la posibilidad de que las elecciones locales se adelanten a noviembre de 2018, en cuyo caso Turquía pasaría casi 16 meses sometida a la tensión de una atmósfera electoral. En cualquier caso, el resultado de las elecciones locales será muy importante como antesala de la recta final hacia el momento crítico de las presidenciales. Se pondrá en juego si el partido gobernante es capaz de retener Estambul y Ankara. Y si no logra ganar en alguna de estas ciudades, esto se interpretará como un fracaso político que podría socavar la campaña de Erdogan. Por el contrario, una consolidación del poder del AK Parti en las elecciones locales daría un fuerte impulso al presidente de Turquía a favor de sus ambiciones presidenciales ejecutivas.