Alicia Girón
Investigadora titular del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM. Directora de Problemas del Desarrollo (Revista Latinoamericana de Economía)
Al inicio del año 2017 las expectativas para la economía mexicana no eran para nada optimistas, en gran parte por los anuncios de política económica del 45 presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Entre ellas, la construcción de un muro transfronterizo para bloquear la migración, las amenazas a las empresas estadounidenses que se instalaran en territorio mexicano, la posibilidad de gravar las remesas y el fin del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN). Todas estas propuestas enloquecieron a los mercados nacionales y provocaron la salida de algunos capitales como Ford, que anunció en enero la cancelación de su inversión para la construcción de una planta automotriz en el estado de San Luis Potosí; en el mismo mes el peso perdió valor estrepitosamente e incluso llegó a parecer que dependía de los tuits de Trump. Tan solo entre noviembre de 2016 y enero de 2017 la moneda mexicana pasó de cotizarse de 18,52 a 21,90 pesos por dólar.
En 2017 el gobierno optó por políticas procíclicas minando aún más el bienestar ciudadano
También en enero se anunció el incremento del precio de las gasolinas en un 20%, lo que causó bloqueos en las carreteras durante varios días, saqueos a tiendas minoristas y descon- tento social con las reformas emprendidas por la administración de Enrique Peña Nieto. Las condiciones se fueron enfriando y algunos veían con optimismo el segundo semestre; sin embargo, llegado el tercer trimestre se observó una caída en la actividad económica ocasionada por factores estructurales y coyunturales. Por una parte, se sintieron los efectos negativos del alza en la tasa de interés, la cual sirvió como principal herramienta del Banco de México para contener la inflación y hacer frente a la caída del peso, modificándose hasta cinco veces en el año y terminando en el 7,25%. En cuanto al aumento de la inflación, 2017 dejó cifras récord, en diciembre de 2016 alcanzó el 3,36%, para el mismo mes de este año fue del 6,77%, muy por encima del objetivo del Banco Central y en detrimento del poder adquisitivo de los mexicanos. Sumándose a ello, el gobierno optó por políticas procíclicas como el recorte fiscal para contener el crecimiento de la deuda, minando aún más el bienestar de las y los mexicanos.
Otros acontecimientos económicos importantes del año fueron las rondas de renegociación del Tratado de Libre Comercio (TLCAN), que dada la incertidumbre a su alrededor causaron en octubre otra caída en el valor del peso (que alcanzó de nuevo los 19 pesos por dólar).
A todos estos factores se unió la coyuntura de los desastres naturales entre los meses de agosto y septiembre; los huracanes Harvey y Katia y los seísmos de los días 7 y 19 de septiembre, cuya devastación en los estados del Sur y Centro del País contrajo el consumo y nos llevó a cuestionar la corrupción detrás del boom inmobiliario, la importancia de desarrollar ciudades y gobiernos resilientes, así como la urgente necesidad de reconstruir al país no con donaciones, sino a través de la política pública.
En general el 2017 no fue el mejor año para los mexicanos; el año deja deudas pendientes como el alza en el salario mínimo, que en medio de las negociaciones con Estados Unidos y Canadá podría replantearse el siempre recurrente tema de la pobreza y la corrupción institucional. Asuntos que se vislumbran recurrentes en un futuro próximo y que generarán incertidumbre en los mercados, pues continuarán las negociaciones del TLCAN… y en julio de 2018 están previstas las elecciones presidenciales mexicanas.