Una de las consecuencias de la pandemia de la COVID-19 fue el cese abrupto de un largo periodo de protestas ciudadanas que se dieron en todo el planeta (India, Sudán, Hong Kong, Pakistán, Ucrania, Líbano, Chile,
México…), como consecuencia de las medidas excepcionales impuestas por los gobiernos. Con el regreso a la normalidad, el número de protestas ha caído (de las 166.000 registradas en 2021 a 147.000 en 2022) y sugiere un cambio de patrón respecto a la tendencia que ha dominado la última década, y que el antiguo asesor de Seguridad Nacional de EEUU, Zbigniew Brzezinski, definió acertadamente en 2008 como el «despertar político global», un fenómeno que se explica por diversos motivos algunos de los cuales se exponen a continuación.