Tim Oliver
Profesor titular en el Institute for Diplomacy and Governance, Loughborough University of London
El Brexit no desaparece. Los problemas que ha tenido que afrontar Gran Bretaña negociando su retirada significan que, incluso si realmente se marcha, la siguiente fase de las negociaciones sobre una nueva relación entre el Reino Unido y la UE serán igual de difíciles, decisivas y dilatadas. Tanto si uno vive en Birmingham como en Bruselas o Barcelona, el Brexit seguirá siendo un tema de discusión. ¿De qué forma, por tanto, hemos de escribir sobre el tema, estudiarlo y debatirlo? Sugiero aquí siete reglas sobre cómo (no) hablar del Brexit:
Concretar a qué nos referimos cuando decimos Brexit La palabra Brexit ya carece casi tanto de significado como globalización o neoliberalismo. Resume una serie de procesos que se desarrollan a varios niveles y en diferentes marcostemporales, y que se beneficiarían si los examináramos y los calificáramos de una manera más concreta. No hay que utilizar Brexit como una forma taquigráfica de decir “política británica”.
No dejemos que hablar del Brexit ahogue al resto de la política británica
Si uno comprende el Brexit, comprende también a la Gran Bretaña contemporánea. El Brexit no es la política británica, es solo una parte de ella. Gran Bretaña sigue siendo un país cuya economía, política, seguridad, sociedad y cultura importan mucho a muchos. Obsesionarse con el Brexit distrae de otros desarrollos importantes.
El Brexit versa principalmente sobre qué tipo de país quiere ser Gran Bretaña
No es posible ser neutral en la lucha para definir el relato del Brexit, digamos lo que digamos
La lucha para definir el relato del Brexit, o sea, sobre qué querían decir los británicos cuando un 52% de los que votaron lo hicieron a favor de salir de la Unión, ha sido la discusión central de la política británica y, en la UE, un tema de debate sobre el futuro de la Unión. Tener algo que decir no significa que uno tenga que alinearse necesariamente con una determinada agenda política. Hay suficientes pruebas y análisis para emitir un juicio sobre los diferentes aspectos del Brexit y garantizar un debate con conocimiento de causa y de alta calidad.
No suponer que el pueblo británico, la élite y las instancias decisorias comprenden la política y al estado británicos Un montón de británicos, incluidos los ministros del gobierno, raramente han pensado en o han sido instruidos sobre la evolución y el funcionamiento del estado británico. El Brexit versa principalmente sobre qué tipo de país quiere ser Gran Bretaña, lo que en parte deriva de los diversos niveles de conocimiento y satisfacción que provoca su configuración actual. A menudo he comprobado que explicar el Brexit implica ayudar a mis compatriotas británicos a entender Gran Bretaña. Los negociadores de la UE también han malinterpretado reiteradamente el lado británico de las negociaciones.
Admitamos que los británicos (y todos) estamos en una pronunciada curva de aprendizaje acerca de Gran Bretaña, la UE y el mundo actual, especialmente respecto al comercio
Los británicos se están planteando múltiples cuestiones y debates acerca de la identidad, la sociedad, la economía política, el comercio, la posición internacional, la constitución y la unidad de Gran Bretaña. Estos debates son anteriores a la votación, pero el referéndum los combinó y los realimentó. Todos nos encontramos en una pronunciada curva de aprendizaje. Esto implica muchas preguntas y muchos silencios incómodos para todos, incluido usted.
Recordemos que el Brexit puede aburrir, y mucho, a la gente
Puede que esté dominando la política británica, pero esto no significa que entusiasme. Naturalmente, este es ciertamente el caso en otros lugares de la UE. Si bien los procedimientos arcanos de la Cámara de los Comunes pueden ser entretenidos, los tecnicismos no lo son tanto. El Brexit entusiasma más cuando conecta con los temas que preocupan a la gente, como los viajes, el empleo o el deporte.
No tratemos con condescendencia, menospreciemos o ignoremos al pueblo británico
Ambos lados lo hacen, tanto si se trata de apodar “little Englanders” a los partidarios de salir de la Unión, como de atacar a los partidarios de quedarse calificándolos de “Remoners”. El país ya está suficientemente dividido. Los comentaristas de otras partes de la UE no han sido de ninguna ayuda en este sentido. Los británicos no son la anomalía que a algunos les gustaría que fuesen. No todos los votantes del leave son racistas nostálgicos del pasado imperial británico. Ni todos los votantes del remain son fervientes pro europeos. Hasta cierto punto, los votantes británicos son un reflejo de los sentimientos que se pueden encontrar en toda Europa.