Audrey Truschke
Profesora de historia de Asia Meridional en la Rutgers University (New Jersey)
La hindutva –una ideología política de supremacía hindú– es un fenómeno moderno. Los pensadores indios articularon por vez primera esta vertiente del nacionalismo hindú hace unos cien años, durante las primeras décadas del siglo XX. La hindutva nació en la era del fascismo, cuando Europa presenciaba el ascenso de Hitler y Mussolini. De hecho, los formuladores tempranos de la hindutva, como V.D. Savarkar y M.S. Golwalkar, se inspiraron en modelos europeos, convirtiéndolos en una forma propia y grotesca de fascismo, singular del subcontinente. Se preservó la idea nuclear de la formulación de una identidad etnonacionalista y marcial que se alimenta del odio al “Otro”. Como saben todos los estudiantes de historia, los judíos eran el “Otro” odiado por los nazis. Para los ideólogos del hindutva, los musulmanes –que están en India desde el siglo VIII de la era actual y que actualmente constituyen más del 14% de la población de India– eran y siguen siendo el “Otro” al que despreciar.
La hindutva no ha cambiado sustancialmente desde sus primeras articulaciones, pero su lugar en la sociedad india sí ha variado. Durante la mayor parte de su existencia, la hindutva ha constituido una visión minoritaria, rechazada por la mayoría de los indios, que veían en ella un movimiento que inspiraba la violencia y la estrechez de miras. El Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), el mayor y más influyente grupo nacionalista hindú, ha sido prohibido varias veces en la India independiente, a menudo después de una acción espectacularmente violenta: tal vez el momento más bajo del RSS fue en 1948, cuando uno de sus miembros, Nathuram Godse, asesinó al Mahatma Gandhi, el amado líder de la independencia. Después del asesinato, y durante décadas, ningún indio respetable quiso saber nada del pensamiento detestable de la hindutva. Pero el estigma que pesaba sobre ella empezó a decaer en la década de 1980, con la fundación del Bharatiya Janata Party (BJP), un partido político que sigue la ideología del RSS. Y tras décadas de normalizar el odio, el RSS y el BJP han cosechado los frutos de sus esfuerzos. Hoy, un hombre que toda la vida ha pertenecido al RSS, Narendra Modi, gobierna India, y la hindutva define cada vez más la forma mayoritaria de pensar del país en términos políticos y culturales.
La hindutva ofrece a muchos hindúes la sensación de pertenencia a una “comunidad imaginada” más grande –para utilizar la expresión de Benedict Anderson–, pero a un alto precio. Dado que la identidad nacionalista promovida por la hindutva requiere un enemigo, sus seguidores tienen que estar dispuestos a odiar a los musulmanes hasta el punto de llegar a extremos de violencia mortal. Efectivamente, los ataques y asesinatos de musulmanes han aumentado desde la llegada al poder del BJP en India el año 2014. La hindutva también requiere de sus seguidores que soslayen la discriminación en las comunidades hindúes, especialmente contra las castas inferiores y los dalits (parias). Los partidarios de la hindutva tienden a irritarse cuando alguien –ya sea un activista o un académico– llama la atención sobre los prejuicios basados en el sistema de castas, que hoy sigue siendo un rasgo importante de la sociedad india y de las comunidades de la diáspora. Los seguidores de la hindutva son tremendamente restrictivos con su empatía. Además, esta no está pensada para impulsar un cambio social positivo, sino más bien para atizar la ira populista que empodera a un pequeño núcleo de hombres (puesto que casi todos son hombres) de la “casta superior”.
Los hindúes que plantan cara a la hindutva son cada día más imprescindibles
La hindutva, una ideología política estrecha de miras, no debe confundirse con el hinduismo, una tradición religiosa diversa. De hecho, Savarkar era ateo. Pero los ideólogos de la hindutva utilizan el hecho de que las palabras “hindutva” e “hinduismo” se parecen mucho para solaparlas falazmente. Esta táctica es un intento de mala fe de zafarse de las críticas. Y también persigue que esta falsa equivalencia se convierta en realidad al reducir las diversas tradiciones del hinduismo a una política del odio. En este sentido, la hindutva constituye una grave amenaza para el hinduismo. En consecuencia, muchos hindúes se oponen enérgicamente a esta ideología nacionalista. Los hindúes que plantan cara a la hindutva son cada día más imprescindibles, a medida que musulmanes, cristianos y otros perjudicados por esta ideología de inspiración fascista ven cómo sus derechos son restringidos por un número creciente de leyes discriminatorias, y por la violencia extrajudicial legitimada por el Estado que imperan en la India gobernada por el BJP.