
LUCIANO ZACCARA,
Profesor asociado y coordinador de investigación sobre Política del Golfo, Universidad de Qatar e Investigador visitante en la Escuela del Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown en Qatar. Director del Observatorio Político y Electoral del Mundo Árabe y Musulmán-OPEMAM; Investigador asociado honorario del Instituto de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Exeter
La sociedad iraní
Irán es el país étnicamente más heterogéneo de Oriente Medio y difícilmente puede definirse a partir de una sola característica, ni siquiera idiomática. El persa –o farsi– es la lengua oficial y el principal vehículo de comunicación y socialización, pero solo el 52% de los iraníes lo habla como idioma materno y no sería preciso identificar Irán únicamente con la lengua persa; el azerí, el kurdo, el baluchí e incluso el árabe son hablados por grandes conjuntos de población. A ellos se añaden una decena de idiomas iranios cercanos al persa –como el dari afgano– y varias lenguas de origen turco hablados por grupos minoritarios1. Esto refleja el complejo entramado de migraciones internas, invasiones e intercambios poblacionales que se han suscitado en la historia iraní, y que han hecho de la composición étnico-
lingüística el mosaico que hoy presenta.
En cuanto a la composición religiosa, el 85% de su población profesa el Islam chií duodecimano, pero también hay una minoría de casi el 10% que profesa el Islam sunní, y minorías cristianas, zoroastrianas y judías que en conjunto llegarían al 4% de la población. También existen grupos hinduistas, bahaíes y otras ramas chiíes no duodecimanas. La conversión de grandes porciones de la población iraní al chiísmo duodecimano, que previamente habían sido islamizadas por los árabes, se dio a partir de la fundación del Imperio Safaví por el Sha Ismail I –de origen azerí– en el año 1501. Ismail adoptó al chiísmo como religión oficial del Estado persa para confrontar su legitimidad como dirigente religioso al Sultán del Imperio Otomano, detentador del califato islámico sunní. Para ello se valió de la incipiente clase religiosa chií a través de concesiones y subvenciones que fueron ampliando su aceptación por parte de la población. Se forjó entonces una relación simbiótica entre clero y monarquía que duraría hasta la creación de la República Islámica en 1979. El aumento de la riqueza material de las mezquitas y de los bienes religiosos le otorgaron autonomía financiera y una gran cuota de poder frente al poder político, consolidándola como clase social, lo que llevaría en muchas ocasiones a enfrentamientos directos con la monarquía, sobre todo a partir del período de la revolución constitucionalista de 1906 y posteriormente con la llegada al poder de Mohamed Reza Pahlaví, el último Sha de Irán, entre 1941 y 1979, cuando una parte de los clérigos educados en Qom se politizaron a la luz de los eventos políticos regionales y la falta de apertura política y de redistribución de la riqueza generada por el petróleo durante las décadas de los años sesenta y setenta.
La Revolución Islámica de 1979, liderada ideológicamente por un innovador ayatollah Ruhollah Jomeini, significó la consolidación del clero chií como élite del nuevo sistema político de la nueva república. A partir de entonces, parte de la jerarquía religiosa chií definió su poder y estatus clerical en función de su relación con el estado, convirtiéndose en miembros de un grupo de interés por sí mismo, dando lugar a un extenso debate sobre la existencia de un Islam chií “oficial iraní”, como así también malentendidos sobre la fidelidad de los clérigos chiíes, iraníes o no, respecto del líder espiritual de la República Islámica, que no es en sí misma una posición religiosa sino estrictamente política.
La estructura social iraní resultante tras la revolución islámica ha sido una mezcla de elementos tradicionales y modernos (...). Básicamente de origen urbano, la revolución significó el acceso a la política y al estado del sector religioso, tradicional en el sentido social y moderno en el sentido político
La estructura social iraní resultante tras la revolución islámica ha sido una mezcla de elementos tradicionales y modernos, fruto de la existencia previa de los mismos en las sociedades rurales y urbanas del país. Básicamente de origen urbano, la revolución significó el acceso a la política y al estado del sector religioso tradicional en el sentido social, y moderno en el sentido político. También se evidenció el acceso de grupos geográficamente alejados a capital iraní, pero a la vez reforzando el centralismo político en la capital iraní. El tradicional bazar, muy vinculado a los religiosos por vínculos locales y familiares, consolidó su poder económico y social, a la vez que reforzó su alianza con el estado, mejorando su capacidad de proyección internacional como grupo económico-comercial. Lo mismo ocurriría con los sectores militares, sobre todo la nueva Guardia Revolucionaria (Sepah-e Pasdaran), cuya relación política y económica con el clero y el estado ha ido creciendo desde los años ochenta hasta nuestros días, pasando de ser un mero instrumento de control social de la población a convertirse en un grupo económico con gran influencia política.
Un tema siempre controvertido en el Irán republicano ha sido el papel de la mujer en la sociedad, economía y política. En áreas urbanas, sobre todo en Teherán, la revolución fortaleció la participación femenina en ciertas actividades, como la educación y en el sector comercio y servicios. También en los medios de prensa, tanto televisivo como gráficos, así como en el incipiente sector turístico. Sin embargo, la participación de la mujer en el ámbito laboral en áreas rurales se ha visto drásticamente reducida tras 1979. La ya de por sí tradicional estructura social rural, que no pudo ser modificada por la “revolución blanca” del Sha en 1962, se hizo aún más estricta respecto a la mujer, que pasó directamente a ocupar el lugar de madre y esposa, dejando casi la totalidad del campo laboral al hombre. Según los datos del Gender Gap Report para el año 2014, Irán ocupaba el puesto 139 en cuanto a la Paridad de Oportunidades y Participación Económica; el 135 en cuanto al Empoderamiento Político; y el 104 en cuanto a Logros Educativos2. Es precisamente en el ámbito educativo donde Irán acredita los mayores avances en la igualdad de géneros. La tasa de alfabetización femenina en el ámbito rural pasó del 18% en 1976 al 69% en 2005, mientras que en el ámbito urbano del 56% al 85% para las mismas fechas3. La proporción de mujeres estudiantes en universidades iraníes es casi del 60% desde hace más de una década. Sin embargo, la cantidad de mujeres trabajando en la academia no llega al 20%. Las tasas de desempleo también afectan más a mujeres que hombres, sobre todo en los tramos de 20 a 24 años, en los que ha llegado al 45% en la pasada década.
La pirámide poblacional iraní, que mostraba una base muy amplia en sus peldaños más bajos durante el último período del Sha y la primer década de la república islámica, se parece en la actualidad más a la de un país desarrollado que a la de uno en vías de desarrollo. La tasa de crecimiento de la población cayó desde su máximo de 3,91% anual para el período 1976-1986, al 1,62% del período 1996-2006. Esto se debió al cambio en la política de control de natalidad implementada por el gobierno iniciado el proceso de reconstrucción económica tras la guerra contra Irak de 1980-1988. Como consecuencia, la población iraní de menos de 15 años ha bajado de los 17,6 millones en 2006 a 17,5 en 2011, mientras que la población total subió de 70,5 a 75,1 millones para el mismo período4.
La economía iraní
El sistema económico iraní tras la revolución de 1979 continuó siendo dominado por la producción petrolera, aunque el estado pasó a controlar el 60% de la economía, aplicando una política de estatalización de la propiedad y planificación centralizada. La constitución iraní prevé tres tipos de empresas, las de propiedad estatal, las de propiedad privada y cooperativa. La propiedad de empresas por parte de capitales o individuos no nacionales está muy limitada, y se requiere que al menos el 51% de la propiedad esté en manos iraníes, lo que dificulta las inversiones extranjeras. Las sanciones internacionales impuestas desde los años ochenta por Estados Unidos, y sobre todo las impuestas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas desde 2006 y las de la Unión Europea, no han hecho más que agravar el panorama de inversiones extranjeras y reducir el flujo comercial y financiero iraní. Como resultado, la industria petrolera y gasística sufrió un retraso tecnológico y productivo notable en la última década.
Según la Energy Information Administration de Estados Unidos, Irán dispone de las cuartas reservas mundiales de petróleo, representando el 10%5. Y según el informe anual de la OPEP del año 2015, Irán fue en 2014 el cuarto productor mundial, con 3,11 millones de barriles diarios de promedio. De esa producción, 1,78 millones diarios fueron refinados en Irán, y 1,11 millones diarios fueron exportados como petróleo crudo, principalmente al mercado asiático6. Esta cantidad es notablemente inferior a las cifras de años anteriores, ya que las exportaciones fueron afectadas por las sanciones de Naciones Unidas y la Unión Europea impuestas sobre las exportaciones de crudo iraní a partir de 2010. En cuanto al gas natural, Irán ocupaba en 2014 el segundo lugar mundial en reservas probadas tras la Federación Rusa, con una producción media de 244.551 metros cúbicos diaria, y una exportación de 8.360 metros cúbicos diarios. A diferencia del petróleo, la industria gasífera aún no está del todo desarrollada en Irán, y ha sufrido más la falta de inversiones extranjeras para desarrollar su producción en el campo de Pars Sur, gaseoductos y puertos con capacidad para producción y exportación de GNC y GNL.
Aunque las exportaciones de petróleo y gas representaron el 60% de los ingresos del estado, un 80% del total de exportaciones del país y cerca del 40% del PIB para 2008, la sostenida reducción de los precios del crudo y el previsible levantamiento de sanciones contra Irán podrían cambiar la fuerte dependencia iraní del petróleo. Ya en 2013 el 22% del PIB correspondía a los hidrocarburos, y en el último presupuesto presentado por el presidente Rohuani para el año fiscal 2015-206 se reduce esta cifra hasta el 10%, haciendo del petróleo menos importante que los impuestos como fuente de ingresos estatales por primera vez en los últimos 50 años7. Irán ha tenido en 2015 un PIB de 415,3 mil millones de dólares (corrientes), ocupando el puesto 28 del mundo8, y un PIB per cápita de 5.442 dólares estadounidenses9.
La política fiscal ha sido muy limitada en Irán; el IVA del 3% fue aprobado en 2008, aumentándose al 6% para el año fiscal 2013, aún bajo la presidencia de Ahmadinejad. El IRPF para el 2015 consideraba exentos los ingresos anuales de hasta 4.200 euros, aplicando una tasa del 10% a aquellos ingresos anuales de hasta 29.800 euros, y un 20% para los mayores de esa cifra10. Sin embargo, una parte considerable de las transacciones comerciales internas e internacionales eluden cualquier tipo de control fiscal o aduanero, sobre todo las importaciones y exportaciones que se hacen desde los puertos del Golfo Pérsico con la vecina Dubái, donde residen más de 700.000 iraníes. Dubái también es la mayor sede de transacciones financieras con Irán, debido a las sanciones comerciales que el país viene sufriendo desde hace años. La poderosa y tradicional institución del bazar controla el 85% del mercado interno iraní, y cualquier operación de importación y exportación tiene que ser realizada a través de ellos. La alianza del bazar con los sectores clericales ha sido afianzada durante el siglo XX, y los intentos del Sha por imponer la fiscalidad lograron decantar el apoyo bazarí hacia la revolución islámica. En 2008, sin embargo, el bazar de Teherán hizo la primera huelga desde 1979 por el intento de Ahmadinejad de imponer una subida del impuesto al valor añadido, sin éxito.
Tampoco rinden cuentas al estado –solo al Líder– las poderosas fundaciones de caridad (bonyads), que han pasado a convertirse en poderosos grupos económicos con gran liquidez financiera y dueñas de numerosas propiedades y empresas por todo el país. Dichas entidades están incluidas en las más de 100.000 empresas de propiedad cooperativa. Tras la NIOC (National Iranian Oil Company), la Fundación de los Oprimidos y los Desamparados (Bonyad-e Mostazafan va Janbazan) es el segundo grupo económico del país, controlando desde periódicos, hospitales y universidades hasta empresas metalúrgicas, de construcción, alimenticias y turismo. Una de las subsidiarias más importantes de la Fundación de los Oprimidos es la Organización de Industrias Agrícolas y Alimenticias, que se compone de más de 110 compañías. La construcción de la terminal 1 del nuevo aeropuerto internacional de Teherán fue realizada por otra subsidiaria de la fundación.
La segunda fundación más importante es la Fundación Imam Reza, que gestiona principalmente la mezquita y centro de peregrinación en la ciudad sagrada de Mashad, visitada por millones de peregrinos cada año. Está dirigida por el Ayatollah Va’ez-Tabasi, designado directamente por el Líder, y su poder político es enorme, dando trabajo a millones de personas directa e indirectamente. Según diversas fuentes, el patrimonio de esta fundación rondaría los 12.000 millones de euros, incluyendo cerca del 90% del territorio productivo de la provincia de Jorasán.
La fundación de los Mártires, dirigida por el excomandante de la fuerza aérea de la Guardia Revolucionaria Hossein Dehghan, es otra de las organizaciones de caridad con una enorme capacidad financiera y, en este caso, con fuertes vínculos con los Pasdarán y los Basiyí. Esta fundación se ha encargado de otorgar miles de millones de euros en créditos a familias urbanas y rurales, y ha participado como subsidiaria del Ministerio de Defensa en numerosos proyectos en la industria, la electricidad y las telecomunicaciones.
Otro de los grupos económicos poderosos del país es el liderado por la propia Guardia Revolucionaria (Sepah-e Pasdaran). Este grupo militar se ha convertido en el principal propietario y productor de todo tipo de armamento que se utiliza en Irán, y también en la propietaria de las industrias subsidiarias, metalúrgicas, químicas y petroquímicas. Se ha visto favorecida por la política de privatizaciones iniciada durante la presidencia de Hashemi Rafsanjani (1989-1997) y continuada durante las de Jatamí y Ahmadinejad, que le permitió adquirir una serie de empresas estatales relacionadas con la producción de infraestructuras petroleras y gasíferas. Asimismo, la rama de ingenieros de la Guardia Revolucionaria es uno de los mayores constructores del país, que participa en obras estratégicas fundamentales como las diversas fases de expansión del campo gasífero de Pars Sur y de los oleoductos y gaseoductos que atraviesan todo el país y la construcción de medios de transporte como los metros de Teherán y de Tabriz, el ferrocarril de Teherán a Tabriz y presas hidroeléctricas en Kurdistán, Azerbaiyán y otras provincias del oeste de Irán. También controlan parte del comercio exterior que se realiza a través de Dubái, donde los bancos sancionados internacionalmente pueden evadir la presión internacional para hacer sus transacciones comerciales. La Guardia controla las fronteras de Irán, por lo que, tanto el comercio legal como el contrabando realizado a través de los aeropuertos y puertos libres de las islas de Kish y Qesm dejarían notables ingresos financieros. Significativamente, el Ministerio de Petróleo, Transportes y Energía es el principal contratista de la Guardia.
La rama militante de los Pasdarán, los Basiyí, participan en numerosos proyectos de construcción en áreas rurales de provincias alejadas de Teherán y con fuerte presencia de minorías étnicas, como en Sistan-Baluchistán, Ardabil y Azerbaiyán, en una actividad que fue incrementándose notablemente desde el año 2000. Su poder económico ha ido en aumento a lo largo de los últimos veinte años, y si bien ideológicamente se encuentran más ligados a los sectores conservadores y “principalistas”, paradójicamente fueron incrementando su participación en la clase política y económica durante las presidencias de Rafsanjaní y Jatamí. La presencia de ex guardias revolucionarios en las instituciones electivas y ministerios dio origen a la conclusión de que el sistema iraní se está militarizando, sobre todo a partir de la presidencia de Mahmud Ahmadinejad. Para respaldar esa hipótesis se esgrime que ya en 2004 la legislatura electa contaba con 152 diputados con un pasado en los Pasdarán. Además de Ahmadinejad, quien formó parte de la guardia y combatió en la guerra contra Irak desde 1986, otros candidatos presidenciales de 2005, 2009 y 2013 han sido miembros de los Pasdarán, Mohsen Rezaei, Ali Lariyani y Bagher Qalibaf. Los cuatro pertenecen a la nueva generación de políticos con pasado militar y estrechos vínculos familiares, económicos y políticos con diversos grupos clericales conservadores, que los ubican en los puestos preferentes del sistema político de los próximos lustros. La guardia revolucionaria también se convirtió en un mecanismo de ascenso social para familias de zonas rurales o urbanas desfavorecidas, y la pertenencia a la fuerza otorga determinados privilegios en términos de acceso a escuelas y universidades públicas, como también al acceso a subsidios y determinados puestos públicos.
La poderosa y tradicional institución del bazar controla el 85% del mercado interno iraní, y cualquier operación de importación y exportación tiene que ser realizada a través de ellos
El sistema político de la República Islámica de Irán
El nuevo sistema instaurado por la Revolución de 1979 pasó a estar controlado por una élite político-clerical facciosa que se disputa el control político a través de alianzas flexibles, resultando en un juego político intenso y con elecciones que, si bien restringe la participación a ciertos sectores y candidatos, ha generado no obstante expectativas, sorpresas e importantes cambios en política exterior e interior. Basta con citar los ejemplos de los presidentes Mohammad Jatamí (1997-2005), Mahmud Ahmadinejad (2002-2013) y Hassan Rouhani (2013-) para entender que sus victorias han tenido un significado político, y sus mandatos han generado repercusiones también en la región y el resto del mundo.
La Constitución de 1979 fue reformada en 1989, antes de la muerte del ideólogo y fundador de la república, Ruhollah Jomeini. El sistema político (ver gráfico 1) es republicano, con instituciones electivas y separación de poderes –legislativo, ejecutivo y judicial–, pero con la existencia de un jefe de estado, el Líder Espiritual (Velayat-t Faqih) que representa la legitimidad religiosa del sistema y la supremacía del estamento clerical por sobre la política. La Presidencia, el Parlamento y Asamblea de Expertos son las instituciones electivas del sistema, mientras que Consejo de Guardianes, Consejo de Discernimiento y Consejo de Seguridad Nacional son los cuerpos colegiados no electivos fundamentales del proceso de toma de decisiones. Entre todos los órganos electivos y no electivos se teja una enmarañada trama de controles recíprocos diseñados para evitar el ejercicio absoluto de poder por parte de una persona, institución o partido. La flexibilidad de las alianzas políticas electorales y la laxitud de las fronteras ideológicas entre las facciones políticas en pugna confirman el objetivo de ese diseño. En ese entramado, el líder ejerce de decisor formal, equilibrador y árbitro entre las facciones, además de garante de los principios revolucionarios esculpidos en los años de la revolución. Desde la creación de la República ha habido solo dos líderes, Ruhollah Jomeini (1979-1989), y su sucesor, Alí Jamenei (1989-).
El Consejo de Guardianes es la segunda institución más poderosa del sistema, y ejerce tres funciones básicas: cámara alta legislativa que ratifica todas las leyes emanadas del Parlamento; interpretación y control constitucional; y supervisión de todos los procesos electorales del país. Formado por doce miembros –de los cuales seis deben ser juristas religiosos designados por el Líder y seis por el Consejo Supremo de Justicia a propuesta del Parlamento–, este consejo representa junto al Líder la supremacía del poder clerical sobre el sistema político. La presidencia del Consejo de Guardianes es ejercida desde su creación y de manera ininterrumpida por el ayatollah Ahmad Yannati, uno de los personajes políticos más poderosos del sistema iraní.
La tercera institución más importante es el Consejo de Discernimiento. Instituido por Jomeini en 1988, su función es discernir la conveniencia del sistema y del estado cuando hay discrepancias insalvables entre la Asamblea y el Consejo de Guardianes en torno a una ley. Este cuerpo colegiado tiene en la actualidad 36 integrantes, incluyendo a miembros permanentes y no permanentes, incluyendo a los jefes de los tres poderes y seis miembros del Consejo de Guardianes, y entre los no permanentes, miembros ocasionales de acuerdo al tema que se trate, como los ministros y representantes de las diferentes facciones políticas del sistema, expresidentes y exministros. La presidencia del Consejo de Discernimiento es ejercida desde 1997 por el Hashemi Rafsanjani, otro de los poderos personajes de la élite. El Consejo de Seguridad Nacional, creado también en los ochenta, se encarga principalmente de la discusión de las políticas de seguridad y defensa nacional, lo que incluye, entre otras cosas, la defensa del desarrollo del programa nuclear iraní. El secretario general del Consejo ha jugado un importante papel en las negociaciones internacionales respecto a la cuestión nuclear, lo que le otorga gran peso político interno. El actual presidente iraní, Hassan Rouhani, se desempeñó como tal entre 1989 y 2005.
La Asamblea de Expertos, la Presidencia y la Asamblea Consultiva Islámica o Parlamento son las instituciones electivas del sistema. La Asamblea de Expertos es la única para la que se requiere ser clérigo. Está formada por 86 miembros y debe ser renovada cada 8 años. Tiene como función la elección, supervisión e incluso destitución del Líder Espiritual, aunque en la práctica, la Asamblea se limitó a ratificar los dos líderes que hubo. Esta función otorga especial importancia a las elecciones de la Asamblea de febrero de 2016, debido a la avanzada edad y delicado estado de salud del actual líder Ali Jamenei, de 76 años.
La Presidencia de la República es la institución electiva más importante y con mayor proyección internacional. A esto ha ayudado el hecho de que Jatamí, Ahmadinejad y Hassan Rouhani hayan sido los políticos iraníes más carismáticos tras Jomeini, y también los más influyentes. La presidencia se elige cada 4 años, y se puede ser reelegido solo una vez. Ahmadinejad, y con anterioridad Abol Hassan Bani Sadr, son hasta ahora los dos presidentes laicos que ha tenido Irán. Desde 1979, solo dos presidentes no terminaron su mandato: Bani Sadr, que fue forzado a exiliarse en junio de 1981; y Mohamed Ali Rayai, que fue asesinado en agosto de 1981. Los restantes han sido reelegidos una vez, como permite la Constitución: Ali Jamenei (1981-1984 y 1984-1989); Hashemi Rafsanjani (1989-1993 y 1993-1997); Muhammad Jatamí (1997-2001 y 2001-2005), y Mahmud Ahmadinejad (2005-2009 y 2009-2013).
Por último, la Asamblea Consultiva Islámica, o Parlamento, es la institución electiva más representativa del sistema político iraní, a pesar de las restricciones sistémicas y coyunturales. Está compuesta por 290 diputados, 285 por representación territorial, y 5 que representan a las minorías religiosas reconocidas en la constitución: armenio-cristianos, 2; caldeos y asirios católicos, 1; judíos 1; y zoroastrianos, 1. La Asamblea es la única institución a nivel nacional en la que las mujeres han tenido representación a lo largo de todas las legislaturas.
Los partidos políticos fueron disueltos y prohibidos en 1983, incluyendo el partido gobernante, Partido Republicano Islámico, aunque el artículo 26 de la constitución se reconoce el derecho a formar partidos y asociaciones políticas. Las elecciones y grupos parlamentarios giran por lo tanto en torno a asociaciones político-religiosas permanentes y semiformales, formadas por varias personalidades, principalmente clérigos, sin una clara definición ideológica o programa político. Existen cerca de 300 asociaciones religiosas, políticas y gremiales registradas en el Ministerio del Interior, entre las que se encuentran la Asociación de Clérigos Militantes; la Asamblea de Clérigos Combatientes; el Partido de los Ejecutivos de la Reconstrucción; el Frente de Participación Islámico de Irán; de la que la mayoría de los políticos forman parte.
Las alianzas electorales tienden a ser también flexibles y temporales, creadas para apoyar a candidatos presidenciales o legislativos durante los procesos electorales. Hay numerosos en cada elección, pero solo dos o tres son los principales en cada contienda electoral. La Constitución iraní deja claro que la soberanía sobre los asuntos terrenales pertenece a Dios, y que el ejercicio de esa soberanía está a cargo de un jurista religioso, pero que en ningún caso su desempeño es infalible ni su legitimidad divina, sino fruto del ejercicio de la propia voluntad de la población iraní que utiliza su libre albedrío para decidir su porvenir11. Al no existir partidos políticos, los candidatos se presentan de manera individual a cada proceso electoral.
Desde 1979 se llevaron a cabo 34 procesos electorales, incluyendo presidenciales, legislativas, municipales, referendos y de asamblea de expertos. El sistema electoral es complejo y único en su tipo, no existe registro electoral ni centros de votación predeterminado para los electores, lo que perjudica la certeza de determinados datos y siembra dudas sobre la transparencia. Esto fue particularmente controversial en la reelección de Ahmadinejad en junio de 2009 en la que el “movimiento verde” acusó al gobierno de fraude12. Las últimas elecciones presidenciales de Junio de 2013 representaron la victoria del pragmático político Hassan Rouhani, con apenas el 50,7% de los votos13. Su mandato, aún breve, ha generado no obstante un gran cambio en la política exterior iraní, siendo el acuerdo nuclear conocido como Joint Comprehensive Plan of Action (JCPOA) el mayor logro internacional en términos diplomáticos en Oriente Medio, ya que significó terminar con una controversia internacional por medios diplomáticos multilaterales y, durante un notable período de tiempo, evitar el inicio de otra guerra en una región tan conflictiva que no pasa año sin que surjan o se reactiven episodios bélicos de calado14.
- Según el detallado informe de la enciclopedia Ethnologue, se pueden listar en Irán hasta 75 lenguas y dialectos hablados en la actualidad. En línea
- Informe completo en línea
- Iran Human Development Report 2004, UNDP, e Iranian Statistical Center, citado en: Majbouri, Majbouri, Mehdi (2014): “Against the Wind: Labor Force Participation of Women and Economic Instability in Iran”. Social Science Research Network
- Ver información disponible en: Iran Statistical Center,
- Ver EIA Country Profile Iran,
- Ver OPEC Annual Statistical Bulletin 2015,
- Ver “The Oil and Gas Industry, Fareed Mohamedi”, The Iran Primer, USIP, http://iranprimer.usip.org/resource/oil-and-gas-industry; “Iran’s budget tackles falling oil prices” Bijan Khajepour, Al monitor, 7th December 2014, en línea
- Ver World Bank GDP 2014,
- Ver World Bank GDP per capita,
- Ver Iranian National Tax Administration,
- Esto queda más claro aún si nos remitimos al artículo 6º que dice que “en la República Islámica de Irán los asuntos del país deben ser administrados teniendo en cuenta la opinión del pueblo a través de elecciones tales como presidenciales, generales, miembros de los consejos y otros análogos”. Por lo tanto, los procesos electorales en el Irán republicano siempre han tenido una gran importancia debido a la legitimidad dual del sistema que se basa en parte en la consulta popular.
- Tras los resultados del 12 de junio de 2009 que dieron como ganador a Ahmadinejad, Mir Hussein Musavi, y otros dos candidatos Mehdi Karrubi y Mohsen Rezai, desconocieron la validez de los resultados, pidiendo la anulación de la elección al Consejo de Guardianes, por primera y única vez en la historia republicana. Las protestas posteriores generaron una ola de represión que terminó con numerosos muertos y detenidos, y Musavi y Karrubi en arresto domiciliario hasta el presente.
- Para un análisis de las elecciones presidenciales de 2013 ver “Las elecciones del año: Irán 2013, el triunfo de la reforma”, Luciano Zaccara, en Anuario CIDOB 2014, en línea
- Para un análisis del acuerdo nuclear ver: “Irán: acuerdo nuclear y nueva era en Oriente Medio”, Luciano Zaccara, Nota de prospectiva OPEX-Fundación Alternativas, en línea