Bruce Katz
Cofundador de la consultora internacional New Localism y profesor visitante de la London School of Economics (LSE)
Las mareas populistas actualmente en marcha en Estados Unidos, Reino Unido y Europa han renovado la urgencia por el poder de la ciudad. Con los gobiernos nacionales activamente hostiles o abstraídos de manera frustrante, las ciudades se han convertido en el nivel de la sociedad que tiene que vérselas con desafíos reales y perseguir una estrategia pragmática e innovadora que deje a un lado la simplificación y los tintes ideológicos.
Las ciudades son activas y resilientes porque actúan como redes, no como gobiernos. Las ciudades son conjuntos de instituciones y de líderes que atraviesan sectores y disciplinas y que operan en el mundo de la práctica más que en el de la política. Dado que hacen más que debaten, tienden a poner el lugar por encima del partido, y el pragmatismo por encima del partidismo.
En el libro que he escrito recientemente en colaboración con Jeremy Nowak, El nuevo localismo: cómo pueden prosperar las ciudades en la era del populismo, sostenemos que el poder ciudadano es una combinación de delegación y de evolución. Por un lado, los gobiernos municipales ganan poderes cuando estos son formalmente delegados desde niveles superiores de gobierno. Al mismo tiempo, las redes ciudadanas de instituciones y líderes evolucionan con el tiempo, desde iniciativas cooperativas informales creadas para encarar un desafío común, hasta entidades formales dotadas de capital público, privado y cívico, y de la capacidad de invertir y de impulsar mercados.
El énfasis puesto en la evolución del poder en red más que en la delegación del poder gubernamental formal no es un hecho bien entendido. Pero requiere diversos cambios.
En primer lugar, los principales dirigentes a nivel local—los alcaldes, por supuesto, pero también los presidentes y los gestores de las principales compañías, universidades, organizaciones benéficas y filantrópicas— tienen que aprender cómo reconocer y desplegar tanto el poder blando como el poder duro. El poder de los alcaldes y de otros actores fundamentales interesados, un poder raramente discutido, es la capacidad de convocar redes y la de diseñar, financiar y dar respuestas colectivas a desafíos difíciles.
En segundo lugar, las ciudades tienen que crear instituciones que, por su estructura y composición, estén organizadas en red. En Indianápolis, la Central Indiana Corporate Partnership —una agrupación de altos ejecutivos empresariales, universitarios y filantrópicos— ha obtenido cientos de millones de dólares de recursos privados y municipales para invertirlos en empresas e institutos de investigación en el campo de las ciencias biológicas, una ventaja competitiva de la metrópolis y de la región. En Saint Louis, la Cortex Innovation Community ha utilizado capital institucional procedente de la Universidad de Washington y de otras instituciones para crear un distrito de innovación mundialmente reconocido. Estos modelos institucionales funcionan porque utilizan recursos empresariales, filantrópicos y universitarios mediante entidades profesionalmente gestionadas que tienen unos objetivos claros y que funcionan en estrecha colaboración con el sector público.
El Nuevo Localismo requiere que las ciudades vayan más allá y que sumen su poder económico para crear instrumentos de mercado y para impulsar decisiones de mercado
Finalmente, las ciudades tienen que llevar a cabo una acción unificada para hacer realidad su poder de mercado colectivo. Es habitual en la mayor parte de países maduros que las ciudades hagan un fondo común de poder político y que aboguen por reformas políticas e iniciativas a nivel nacional. El Nuevo Localismo requiere que las ciudades vayan más allá y que sumen su poder económico para crear instrumentos de mercado y para impulsar decisiones de mercado.
En Suecia, por ejemplo, Kommuninvest es un consorcio de municipalidades que crea instrumentos financieros para atender las diferentes necesidades de ciudades individuales. Estas “multimunicipalidades” pueden emitir unos bonos conjuntos que les permiten recaudar un capital considerablemente mayor del que podrían recaudar individualmente. Recientemente, la compañía ha contribuido a promover instrumentos financieros verdes.
La importancia que tienen para las ciudades estos diferentes ejemplos es clara. Presionar a los gobiernos nacionales para que deleguen más poderes, siendo al mismo tiempo críticos con ellos, no es la única alternativa. Las ciudades tienen un mercado orgánico y un poder cívico y pueden llevar a cabo múltiples acciones para reforzar estos poderes, para recaudar capital y para tener un impacto perceptible sobre los problemas y las personas reales.