
Lorenzo Marini
CEO y fundador de YouCheck.co y cofundador de VerifiCat.cat
La digitalización de los canales de comunicación, a la que muchos atribuyen haber creado las condiciones para la reciente explosión del fenómeno de las fake news, también ha abierto la puerta a nuevas forma de periodismo e innovación tecnológica, cuyo objetivo es limitar la circulación de información incorrecta. Al mismo tiempo, la revolución tecnológica ha sido el pivote en la popularización del acceso a datos abiertos que permiten nuevos procesos de verificación por parte de periodistas y de la sociedad civil, y por eso es importante que las fuerzas democráticas abracen estos fenómenos con el objetivo de aumentar el nivel del debate político.
Nunca antes los políticos se han encontrado con tanto escrutinio sobre sus declaraciones y el uso que hacen de los datos y de la información. Por esto es importante que sean conscientes de la importancia de los mecanismos de verificación en la construcción de sus discursos políticos. Frente a estos cambios en el mundo de la información y de la tecnología, aquellas fuerzas políticas que pretenden luchar contra la desinformación pueden hacerlo apoyando una mayor transparencia y liderando una nueva toma de conciencia, sobre la importancia de un sistema de información basado en la evidencia y en el conocimiento.
Los ciudadanos de las democracias occidentales están preocupados por la emergencia de la desinformación, al tiempo que los índices de confianza en la clase política y en los medios está en niveles bajos. La preocupación en la ciudadanía no se dirige solo o exclusivamente hacia fenómenos como las injerencias extranjeras o a la circulación de noticies falsas: en una reciente encuesta del Reuters Institute más de la mitad de los encuestados expresaron serias preocupaciones sobre la manipulación del mensaje político y el deterioro de la calidad del periodismo en los medios. Ante esta preocupación, sería mejor que la respuesta no fuera un anhelo regulador de los nuevos canales de comunicación. El objetivo debe ser reconstruir la confianza en los medios de comunicación, en las instituciones y los representantes políticos.
Regular sobre la desinformación es una tarea complicada para cualquier gobierno o institución y aún más en un momento histórico en el cual esas mismas instituciones carecen de legitimidad a los ojos de los ciudadanos. Las noticias falsas representan solo una pequeña parte del llamado caos informativo que incluye: propaganda, mensajes polarizadores y manipulación de la información para reforzar argumentos partidistas. Cualquier intento institucional de regularlas corre el riesgo, concreto o no, de levantar sospechas sobre injerencias partidarias, y podría ser percibido como un ataque a la libertad de opinión, alimentando un círculo vicioso de desconfianza.
En lugar de estrategias reactivas y defensivas, las clases políticas podrían suscribir estrategias activas de construcción de confianza. En mi opinión esto pasa por: incentivar una cultura de verificación para mejorar la calidad de la comunicación política; aumentar la publicación de datos abiertos desde las instituciones y mejorar la accesibilidad a los mismos; asegurar la independencia y los recursos de los canales de información públicos; e invertir en investigación y educación sobre medios e información.
Para sobreponerse a la propaganda hay que introducir una nueva cultura de debate basada en datos y hechos verificados
En cuanto a la transparencia, no solo hay que potenciar la publicación y la accesibilidad de datos institucionales sino que hay que promoverla también en aquellas prácticas de comunicación política que pueden afectar directamente la calidad del debate político, y la capacidad de decidir de los ciudadanos. Los partidos compiten ferozmente para ganar votos, y varios estudios demuestran que a menudo adoptan tácticas de manipulación informativa en época de campaña. Una ley de transparencia sobre las cantidades y los receptores de los gastos de publicidad y comunicación de políticos y partidos ayudaría a desincentivar estas prácticas.
Para sobreponerse a la propaganda hay que introducir una nueva cultura de debate basada en datos y hechos verificados. Para ello, es fundamental potenciar el rol del fact-checking en la comunicación entre políticos y ciudadanos, tanto fomentando esta práctica de contraste de datos independiente como reforzando mecanismos de verificación internos a los partidos.
Finalmente, frente a la dificultad de regular eficazmente el fenómeno, el camino hacia una sociedad donde la información se maneja e interpreta mejor pasa inevitablemente por la educación del usuario final. Esto quiere decir no solamente invertir en investigación académica independiente sobre temas como información y sociedad digital, sino también aplicar estos conocimientos para actualizar el sistema educativo respecto a las dinámicas de la sociedad digitalizada.