Evgenia Kuznetsova
Experta en medios de comunicación e investigadora asociada de la Kyiv School of Economics
Durante las celebraciones de año nuevo de 2018 en Ucrania, uno de los canales de televisión más importantes, 1+1, emitió un programa cómico de la productora Studio Kvartal 95. Se trata de un programa muy popular y bien valorado por los telespectadores, a pesar de que se caracteriza por un humor decididamente poco sofisticado: parodias políticas bastante burdas, chistes de borrachos y sketches similares, que no destacan por su sofisticación intelectual.
Los humoristas del programa también son bien conocidos por su equilibrismo político: nunca son demasiado hostiles con los partidos gobernantes, siempre midiendo sus pasos y tratando de no enemistarse con nadie. Prueba de esta lograda equidistancia es la presencia de detestables oligarcas y políticos ucranianos entre el público del plató riéndose de las parodias. Y sin embargo, el programa sigue en antena. El día 31 de diciembre, durante el especial de fin de año, se emitió en horario de máxima audiencia un ahora polémico sketch sobre Pinocho. Sí, sobre Pinocho. Era una adaptación del famoso cuento infantil. En ella, Pinocho era gay.
Pero el sketch no se limitaba a una parodia jocosa del cuento infantil, sino que además contenía numerosas referencias a la violencia contra los gais. Es más, Geppetto renegaba de su hijo y en el desarrollo del sketch nadie quería jugar con un Pinocho “tan poco convencional”.
Hace unos años, el sketch habría pasado desapercibido. O casi desapercibido. Sin embargo, en la Ucrania actual, el canal de TV tuvo que pedir disculpas apresuradamente y retiró el programa de su página web. La productora también se disculpó, diciendo que no era su intención herir los sentimientos de nadie y también descolgó el vídeo de su canal de YouTube. Los activistas provocaron un debate en las redes sociales y organizaron una acción de protesta frente a los estudios del canal de televisión 1+1. El canal preparó otra carta de disculpa, pero los activistas siguen exigiendo una disculpa en directo. Los principales medios de comunicación del país pronto se hicieron eco del escandaloso sketch, convirtiendo la historia en un bombazo mediático.
Hoy resulta inaceptable que la productora, los editores o quienquiera que fuese el responsable del contenido producido por los canales nacionales de televisión dieran luz verde a la emisión del sketch. Sin embargo, hace pocos años en Ucrania nadie habría imaginado la escala de la reacción que se produjo entre los activistas, los usuarios de las redes sociales y la comunidad de los medios de comunicación.
Ucrania dista mucho de ser un país donde se respetan los derechos de las personas LGBTI
Aun cuando Ucrania dista mucho de ser un país donde se respetan los derechos de las personas LGBTI en todos los aspectos de la vida (o siquiera en los más básicos), los medios de comunicación del país están haciendo progresos. Existen varios proyectos (como Detector Media y Povaha.org) que apelan directamente a la responsabilidad de los medios de comunicación y que respetan los derechos de los gais y de las mujeres. Denuncian aquellos casos que violan los derechos de los gais de manera regular en los medios de comunicación y, en general, llaman la atención de periodistas y usuarios de redes sociales hacia temas que hasta ahora habían sido ignorados.
Taia Herasymova, de la organización Insight, defensora de los derechos de las personas LGBTI, comentaba en una entrevista reciente que no fue hasta 2016 que los medios de comunicación del país emplearon por primera vez términos neutrales desde el punto de vista del género para narrar noticias del Día del Orgullo Gay, celebrado en Kíev.
Aceptando la evidencia de que los medios de comunicación tienen una gran influencia sobre las actitudes, opiniones y juicios, debemos subrayar los avances dados recientemente por los medios ucranianos —si bien están aún lejos aún la óptima sensibilidad con respecto al género—. Ellos nos permiten confiar en que la sociedad ucraniana seguirá el camino de un mayor respeto por los derechos de todas las personas.