
Nargis Kassenova
Directora del Central Asian Studies Center (CASC) y del China and Central Asia Studies Center (CCASC), KIMEP University
La presencia de China en Asia Central ha aumentado a una velocidad impresionante. China es un inversor y un socio comercial importante de los cinco estados de la región: Kazajstán, Kirguistán, Uzbekistán, Tayikistán y Turkmenistán. La cooperación se hizo particularmente intensa a partir de la crisis financiera del 2008 y en torno a la llamada nueva Ruta de la Seda (BRI), a la que algunos países de la región han orientado sus planes de desarrollo nacional.
También contemplamos una modesta pero cada vez mayor cooperación en el área de la seguridad. Con la excepción del neutral Turkmenistán, los estados del Asia Central son miembros de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) que vertebra su compromiso con la lucha contra los “tres males”: el terrorismo, el extremismo y el separatismo. También participan en ejercicios militares conjuntos. Otro desarrollo importante en la relación ha sido la discreta apertura de una base militar china en Tayikistán, un elemento más que invita a la reflexión sobre la posibilidad de transformación del equilibrio geopolítico en Eurasia.
Pese a las recurrentes referencias a “la gran partida” geopolítica que se juega en Asia Central, lo cierto es que la rivalidad de los actores externos en la región ha sido bastante leve. Por un lado, la posición estratégica de los estados de Asia Central y su debilidad relativa invita a la competitividad. Sin embargo, esta no llega a agudizarse principalmente por dos razones. La primera, porque la región no es una prioridad para ninguna potencia exterior. Y la segunda, porque los gobiernos locales han sido capaces de realizar equilibrios de manera ingeniosa para maniobrar y dotarse de políticas exteriores “multivectoriales”.
Si bien el actual conflicto entre Rusia y Occidente complica estos equilibrios, en general no ha desestabilizado la política. Rusia está molesta y trata de ser más asertiva, pero sigue careciendo de recursos para ejercer un dominio completo. De momento, Occidente está lejos, tiene un interés moderado en la región y quiere minimizar el daño causado a los estados de Asia Central por su conflicto con Rusia. Muestra de ello es que la exportación del petróleo producido por empresas estadou-nidenses (Chevron y ExxonMobil) en Kazajstán y transportado por un oleoducto que atraviesa Rusia ha quedado al margen de las sanciones.
A diferencia de Rusia, China dispone de mayores recursos, y, a diferencia de la UE y de EEUU, está muy cerca. Además está determinada a expandirse, movida por el “sueño chino” de convertirse en una potencia de primer nivel. Igual que en Asia-Pacífico y en Asia meridional, la expansión china está provocando intentos por parte de otras potencias de contrarrestarla. Entre las potencias exteriores, Rusia es la que potencialmente tiene más que perder por la basculación de Asia Central hacia China. Sin embargo, a Moscú le interesa mantener unas buenas relaciones con Beijing. Los expertos y los decisores políticos rusos contemplan con cierta esperanza la posibilidad de que el miedo a China pueda empujar a los estados de Asia Central a un mayor acercamiento.
Ni Rusia, ni la UE y Estados Unidos ven bien la inclusión de Asia Central en el área de influencia china
La UE está siendo mucho más proactiva. En septiembre del 2018 la Comisión Europea publicó el Comunicado Conjunto “Conectar Europa y Asia–Elementos de una estrategia de la UE”, donde se destaca que el enfoque europeo a la conectividad es sostenible, exhaustivo y basado en reglas, asumiendo que la UE puede ofrecer mejores normas y estándares para regular proyectos de infraestructuras. Estados Unidos expresa de una forma más franca y abierta su hostilidad hacia el BRI, remarcando la falta de transparencia, responsabilidad y sostenibilidad de los proyectos.
Estos cambios sugieren la inauguración de una nueva etapa en la geopolítica euroasiática y de Asia Central. Aunque todos los participantes saldrían beneficiados de una mejor conectividad que promueve China, ni Rusia, ni la UE y Estados Unidos ven con buenos ojos la inclusión de Asia Central en el área de influencia china. La UE y Estados Unidos formulan oficialmente sus posturas haciendo hincapié en los aspectos de gobernanza. El resultado dependerá del esfuerzo que la UE, Estados Unidos (y también Japón) pongan en la promover proyectos de infraestructuras mejor gobernados, y también, de que los estados de Asia Central sean capaces de ir más allá del pensamiento en el corto plazo y entiendan cuáles son sus intereses a más largo plazo.