Amitabh Mattoo
Profesor de Relaciones Internacionales, School of International Studies, Jawaharlal Nehru University, Nueva Delhi
El conflicto de Cachemira es fácil de describir, pero dolorosamente difícil de entender. Es una de las disputas más difíciles de tratar del mundo; siguen produciéndose protestas violentas por parte de jóvenes radicalizados en el valle de Cachemira, y hostilidades entre India y Pakistán a lo largo de la Línea de Control que divide a Cachemira entre dos estados que poseen armamento nuclear.
Desde 1947, cuando el Imperio británico de la India fue dividido entre la India y el Pakistán —dando origen al conflicto de Cachemira—, una amplia variedad de individuos e instituciones han propuesto diversas soluciones para resolver los problemas de Jammu y Cachemira.
Dos son los escollos centrales que se interponen en el camino de la paz en la zona: el conflicto entre Nueva Delhi e Islamabad por la soberanía sobre las regiones de Jammu y Cachemira, y el desencanto con Nueva Delhi de un sector de la población del valle de Cachemira. En muchos sentidos, Jammu y Cachemira son un síntoma de la profunda división existente entre India y Pakistán.
Desafortunadamente, la relación entre ambos estados es y ha sido de desencuentro en casi todo: acerca de la historia, la memoria, los prejuicios, el territorio, la identidad, la religión, la soberanía, la ideología, la inseguridad, la confianza, la traición y otras muchas cosas.
Creo que la única forma de que esta relación pueda progresar es iniciando sistemáticamente un proceso de reconciliación a todos los niveles. Solamente mediante una “gran” reconciliación será posible que India y Pakistán vivan tranquilamente uno junto al otro, y que las relaciones comunitarias en el subcontinente recuperen del todo la normalidad.
Es obvio que la opinión cada vez más extendida es que un acuerdo final entre India y Pakistán sobre Cachemira solo podrá producirse sobre la base de convertir a la Línea de Control en la frontera internacional, con pequeños ajustes si fuese necesario. Son varias las razones que ofrecen los expertos sobre por qué esta es la única salida posible. Para empezar, ha habido por lo menos tres ocasiones en las que pareció haber un principio de acuerdo entre los máximos dirigentes de India y Pakistán para que Jammu y Cachemira se dividiesen a lo largo de la línea de esa frontera.
Un acuerdo final sobre Cachemira solo podrá producirse convirtiendo la Línea de Control en la frontera internacional
Además de por razones históricas, existen otros motivos que apoyan la idea de que convertir a la Línea de Control en la frontera internacional es la solución más práctica al problema: una solución al conflicto no puede basarse en ningún tipo de absolutos; una victoria total no es posible ni para India ni para Pakistán; es poco realista, por parte de Nueva Delhi, imaginar que puede, por la fuerza o mediante la diplomacia, reunificar a la totalidad del Estado. De manera análoga, también Islamabad tiene que comprender que ni la guerra ni el apoyo al terrorismo ni la presión internacional forzarán a Nueva Delhi a renunciar a las provincias de Jammu, Cachemira y Ladakh. Además, rehacer las fronteras en el Sur de Asia tendría unas consecuencias desastrosas para la región. Aparte de originar un enorme volumen de desplazados, la actual Línea de Control corresponde, más o menos, a una amplia división étnico-lingüística dentro del antiguo estado principesco. Finalmente, las dos regiones han vivido como una parte de India y Pakistán durante más de medio siglo. Aunque tienen quejas de sus respectivos mandatarios, se ha producido un proceso acumulativo de integración que será extraordinariamente difícil revertir.
En la fórmula para un acuerdo está implícita la opinión de que la conversión de la Línea de Control en frontera internacional no significaría una prolongación de las hostilidades. Si India y Pakistán viesen el sentido de esta idea, podrían trabajar para convertir el territorio que rodea la Línea de Control en una zona desmilitarizada. Gradualmente, podría producirse una reanudación del comercio y de la libre circulación de mercancías, la gente podría viajar sin trabas de una parte a otra de la línea divisoria, y las dos Cachemiras tendrían un estatuto de autonomía dentro de India y Pakistán.