Shaoguang Wang
Profesor Emérito de la Chinese University of Hong Kong y de la Escuela de Políticas y Administración Pública de la Tsinghua University
No cabe duda de que China superará algún día a EEUU como la mayor economía del mundo. Según el FMI, la participación de China en el PIB global, medida en paridad del poder adquisitivo, ya supera desde el año 2014 la de EEUU. Ser la economía mayor del mundo y la tercera por el tamaño de su territorio conferirá a China un alto grado de independencia, dificultando mucho que cualquier otro país, incluido Estados Unidos, pueda importunarle. No obstante, EEUU no tiene motivos para ceder al pánico. En un futuro próximo, China aún no podrá rivalizar con EEUU en lo que Bruce Russett califica de “poder estructural” es decir, “la capacidad de definir el contexto en el que otros tienen que tomar las decisiones”.
La magnitud del PIB de un país no lo dice todo. A comienzos del siglo XIX, China era la mayor economía del mundo, pero estaba intimidada por otros. Gran Bretaña, entonces la segunda mayor economía, era la que ocupaba una posición dominante en el mundo.
EEUU es otro caso que ilustra este mismo punto. La economía estadounidense superó a la del Reino Unido en la década de 1870 y pasó a ser la primera del mundo en 1890. Pero no fue hasta después del final de la Segunda Guerra Mundial que EEUU emergió como la más destacada potencia militar y económica. En ese momento, el PIB estadounidense era cuatro veces mayor que el británico. El precedente de EEUU parece sugerir que un país que acaba de adquirir el estatus de principal economía no se convierte instantáneamente en una superpotencia indiscutida, y que el proceso que los expertos en relaciones internacionales denominan la “transición de poder” es muy largo.
De hecho, EEUU fue bastante afortunado porque solo tardó setenta años en culminar el viaje. Como es bien sabido, fue el único país que emergió reforzado económica y militarmente de las dos Guerras Mundiales ¿Tendrá China la misma suerte que EEUU? Nadie lo sabe.
Lo último que desea China es tener un enfrentamiento con EEUU
Hoy el PIB per cápita de China (en paridad del poder adquisitivo) es aproximadamente un 30% del estadounidense (en 1870, el PIB per cápita de EEUU era un 75% del británico). China tardaría al menos varias décadas en atrapar a EEUU en este frente. Paralelamente, la capacidad militar mejorada de China le permitiría defender su territorio, su espacio aéreo, sus mares cercanos y las más importantes rutas comerciales, pero no podría desafiar a EEUU a escala global. Y lo que es más importante: como país con una población equivalente al total combinado de 35 estados miembros de la OCDE más Rusia, China se enfrenta a un sinnúmero de espinosos problemas domésticos de tipo económico, social, demográfico y político a los que tiene que abordar de manera prioritaria. Lo último que desea China es tener un enfrentamiento con EEUU.
Por su parte, es muy dudoso que EEUU emprenda una guerra preventiva contra China, dado que esta tiene una capacidad de segundo ataque nuclear. Además, en su calidad de principal economía mundial, mayor exportador y consumidor de bienes, segundo mayor destinatario de inversión extranjera directa, segundo mayor inversor en el exterior, y líder mundial en registro de patentes, el sistema chino es lo suficientemente resiliente como para aguantar guerras comerciales, guerras tecnológicas u otro tipo de guerras. Por ejemplo: pese a la guerra comercial, el comercio exterior chino creció un 3,4% hasta un total de 4,58 billones de dólares en el 2019. Es verdad que el comercio con EEUU disminuyó un 10,7%. Sin embargo, EEUU siguió siendo el principal socio comercial de China, por encima de un 8%. Y la ASEAN reemplazó a EEUU, convirtiéndose en el segundo mayor socio comercial de China, con un 14,1%.
China no desea desvincularse de EEUU y se esforzará para evitar que se produzca esta circunstancia, pero sería imprudente por su parte que no se preparase para esta eventualidad. EEUU había sido tradicionalmente el creador y el ejecutor del orden internacional, pero hoy se ha convertido en uno más de sus beneficiarios. Insatisfecho con este cambio de estatus, últimamente actúa como un poder revisionista más que como un poder del statu quo, y está optando por desvincularse de algunas de las instituciones internacionales. Aunque solo fuera por esta razón, China estaría a favor de un mundo multipolar en el que Europa, Rusia y tal vez otros agentes constituyesen nuevos polos capaces de llevar de nuevo al mundo a un equilibrio de poder.