Tunku Varadarajan
Periodista, Virginia Hobbs Carpenter Fellow de la Hoover Institution, Universidad de Stanford
Todo observador que aspire a comprender de manera adecuada la política exterior del primer ministro indio, Narendra Modi, deberá ineludiblemente atender a las cinco claves que expondremos a continuación.
La primera es que la política de no alineamiento ha terminado. Modi ha abandonado este principio que impregnó tradicionalmente la política exterior de India desde los tiempos en que Jawaharlal Nehru era primer ministro. La visión entonces era que una India que prácticamente estrenaba su independencia no debía aliarse formalmente con ningún otro país para no ver diluida su valiosa soberanía recién ganada. En la práctica, esta política degeneró rápidamente en un tercermundismo antioccidentalista, y fue un auténtico regalo para la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Significativamente, Modi no asistió a la última cumbre de los países no alineados y, en paralelo al estrechamiento de lazos con Estados Unidos, ha desmantelado activamente el pilar básico de la política exterior de Nehru.
En segundo lugar, Estados Unidos es un socio estratégico, que ha pasado de ser un país que contemplaba a India con una hosca incomprensión, a ser un país que la corteja activamente. India también es un socio fervoroso y Modi ha buscado establecer una estrecha relación personal con Donald Trump, y antes de él, con Barack Obama. El acuerdo sobre la energía nuclear civil alcanzado bajo la presidencia de George W. Bush fue el momento en que la relación pivotó verdaderamente en una dirección positiva, y los dos países, plenamente conscientes de la amenaza que representa China para el orden internacional existente, están actualmente tan cerca de ser aliados estratégicos como es posible serlo sin la existencia de una alianza formal (puede que el no alineamiento sea una opción moribunda en India, pero el recelo hacia las alianzas persiste).
China es el socio comercial más importante de India, su principal acreedor y su mayor amenaza, una combinación explosiva
Por otra parte, China pasa a primer plano: es el socio comercial más importante de India, su principal acreedor y su mayor amenaza, una combinación de características potencialmente explosiva. En 1962, India libró una traumática guerra con su gigantesco vecino del norte y aún mantiene disputas territoriales irresueltas con China. Los chinos no parecen dispuestos a hacer ninguna clase de concesiones territoriales y ven sus “reclamaciones” son inapelables, lo que obliga a India a estar preparada para, llegado el caso, defender sus territorios militarmente en caso de una apropiación de tierras por parte de China. Los chinos ven con preocupación —y consternación— la cada vez mayor cercanía de India respecto a Estados Unidos, considerándola (no incorrectamente) como una asociación anti-china.
En cuarto lugar, cabe considerar las relaciones estratégicas con Japón e Israel. Modi ha encontrado un socio particularmente empático en Shinzo Abe, el primer ministro japonés, y juntos han elevado la relación indio-japonesa a unos niveles sin precedentes —y sorpresivos— de cordialidad. Ambos están motivados, una vez más y en gran medida, por la aprensión que les produce China y por el temor de que la esfera asiática desde India a Japón pudiera quedar bajo hegemonía china. En el caso de Israel, asimismo, Modi ha establecido una relación de tipo personal con Benjamin Netanyahu, revirtiendo décadas de diplomacia india anti-israelí. India quiere beneficiarse de la tecnología agrícola y militar israelí, e Israel anhela el imprimatur diplomático de una de las naciones más importantes del mundo.
Por último, la diáspora india. Modi ha buscado el afecto y las atenciones de la diáspora india como ningún otro primer ministro precedente. Los indios constituyen un segmento grande, próspero y cada vez más influyente políticamente de la sociedad estadounidense. Tienen también una presencia notable en Gran Bretaña, y las empresas indias han hecho importantes incursiones en los mercados occidentales, instalando en ellos a una clase nueva y notoria de profesionales indios. Esta diáspora es el arma “no tan secreta” de Modi, y alienta a los indios, vivan donde vivan, a impulsar políticas de amistad con India en sus países de adopción.