Michel Bauwens
Fundador de la P2P Foundation
Vasilisi Kostakis
Investigador principal asociado en el Departamento de Innovación de la Gobernanza de la Universidad Tecnológica de Tallin
Nuestro mundo se ha lanzado una vez más a un cambio fundamental en el régimen de valor, en el que el sistema extractivo actual se enfrenta a una serie de crisis estructurales. Pero al mismo tiempo que el viejo mundo se disloca, también se siembran las semillas de un mundo nuevo. Este nuevo régimen de valor emergente, que ya está aquí aunque aún no “uniformemente distribuido”, se basa en el formato emergente de la producción paritaria (peer-production) de bienes comunes, descrita por vez primera por Yochai Benkler en The Wealth of Networks (“La riqueza de las redes”). Combina comunidades productivas translocales creando bienes comunes de conocimiento, software y diseño que, en combinación con las tecnologías manufactureras locales está produciendo una nueva visión de la producción cosmo-local. Esta visión sigue la lógica según la cual lo no-rival se convierte en global (es decir, bienes comunes globales de conocimiento, diseño y software), y aquello que es rival (por ejemplo, el hardware) es local.
Este nuevo régimen de valor emergente se basa en el formato de la producción paritaria (peer- production) de bienes comunes
Una de las “armas” fundamentales en esta batalla es la tecnología, es decir, las tecnologías paritarias (peer- to-peer) que permiten a la gente conectarse sin tener que pedir permiso, auto-organizarse, cocrear y distribuir valor. En la que se produce una batalla fundamental por la supremacía tecnológica. En este escenario, se enfrentan cuatro ecosistemas tecnológicos diferentes, y donde cada modelo representa también una cosmovisión para el futuro.
En el primer modelo, también conocido como “capitalismo red-árquico” (netarchical capitalism), solamente el interfaz de usuario o front-end de la estructura tecnológica es peer-to-peer, como vemos por ejemplo en Facebook o Google, mientras que toda la infraestructura de soporte (back-end systems) sigue estando bajo el control estricto de propietarios privados, los cuales se apropian en exclusiva de la renta que producen estos nuevos tipos de cooperación humana. Este es un mundo de una vigilancia completa, en el que nuestros comportamientos son rastreados y manipulados, y se vuelven cada vez más precarios, pues el nuevo capitalismo ya no paga a sus trabajadores ni a sus creadores de valor.
El segundo modelo es el modelo bitcoin y representa el sueño del “anarco-capitalismo”. En estos sistemas, no existe la confianza en la gobernanza humana, no existe la sociedad. Se asume que unos individuos aislados y atomizados entran en contacto unos con otros y son dirigidos por algoritmos y máquinas. Un símil ilustrativo podría ser el de una partida de Monopoly, en el que se supone que todos empezamos como negociantes iguales y acabamos en sistemas del tipo “el que gana se lo lleva todo” (winner-take-all-systems). Es neoliberalismo con esteroides, un mundo-mercado totalitario.
El tercer modelo es el modelo de relocalización en pos de la comunidad, que ha entrado presumiblemente en una era de crecimiento exponencial. Es una característica del renacimiento de la sociedad civil en todo el Norte Global, aunque también puede verse en las ciudades de América Latina y África del Sur. De todos modos, si bien la relocalización de la producción es una necesidad vital, no es suficiente para alterar el equilibrio global de poder.
Abogamos, en consecuencia, por un cuarto modelo, el de los bienes comunes globales. En este modelo, comunidades productivas abiertas, que mutualizan conocimiento productivo a escala global, se alían con coaliciones empresariales éticas y generativas como Enspiral, Sensorica, Las Indias, Ethos VO, etcétera, que también operan a nivel global y construyen alternativas translocales y transnacionales para el decadente imperio mundial.
Dado que no podemos continuar con los viejos métodos extractivos, esta es la única alternativa viable para salvar al planeta y a sus comunidades. Seamos (re)generativos con el mundo natural y con las comunidades que dependen de él. Produzcamos e intercambiemos de una forma viable, y construyamos las instituciones que habrán de sustentar la transición.