Luigi Carafa
Investigador, Energía y cambio climático, CIDOB
2015 fue un año trascendental para el problema del cambio climático. Tras el punto muerto en que quedó la conferencia de Copenhague del año 2009, la cumbre de París (COP21) reunió a 195 gobiernos que finalmente sellaron un pacto sobre el clima que entrará en vigor el 2020. El 12 de diciembre de 2015, las partes aprobaron por unanimidad un acuerdo histórico para limitar el calentamiento global muy por debajo de los 2ºC y para proseguir los esfuerzos encaminados a permanecer por debajo de 1,5ºC con respecto a los niveles preindustriales.
El Acuerdo de París representa un cambio total de paradigma en la gobernanza global del clima por una serie de razones:
En primer lugar, es un acuerdo climático inclusivo que va más allá de la histórica línea divisoria entre el mundo desarrollado y el mundo en vías de desarrollo. La comunidad internacional trató de reducir las emisiones globales con el Protocolo de Kioto. Sin embargo, las dos terceras partes de las emisiones globales producidas por la quema de combustibles fósiles las originan actualmente solo diez países. Y solamente cinco de ellos están obligados a cumplir con el Protocolo de Kioto. Los países que más emisiones producen (China, Estados Unidos y la India) no están ligados por este protocolo. En cambio, el acuerdo de París incluye a 195 países de una manera equilibrada, flexible y libremente consentida.
En segundo lugar, es un régimen global basado en acciones nacionales voluntarias. El protocolo de Kioto se elaboró en torno a una serie de objetivos legalmente vinculantes y multilateralmente negociados. En cambio, el Acuerdo de París se ha construido en torno al concepto de contribuciones previstas y determinadas a nivel nacional (“Intended National Determined Contributions”, INDC), que “explicita” objetivos “voluntarios” de reducción de emisiones, acciones domésticas y posibles contribuciones financieras. Estas contribuciones fueron presentadas con cierto retraso a lo largo del año y bajo diferentes formas respecto a tipos de objetivo, fechas de referencia y plazos temporales. El 30 de octubre de 2015 el Secretariado de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (United Nations Framework Convention on Climate Change, UNFCCC 2015) hizo público un informe oficial que evaluaba el efecto total de 119 INDC presentadas antes del primero de octubre de 2015, que englobaba a 147 países y que representaba el 86% de las emisiones globales. Aunque se cumplan en su integridad, estas promesas no son suficientes para mantener el calentamiento global por debajo de los 2ºC, y harán subir la temperatura media global unos 2,7ºC. Otros informes, como el recientemente publicado por el World Resource Institute, hacen unas estimaciones más pesimistas, y apuntan a un incremento de la temperatura de entre 2,7 y 3,7ºC. En el período preparatorio y después de la COP21, otros países presentaron sus INDC, que actualmente cubren el 98% de las emisiones.
El Acuerdo de París representa un nuevo comienzo para una gobernanza climática verdaderamente global
En tercer lugar, es un régimen flexible que ha sido hecho ‘para durar’. El Protocolo de Kioto se elaboró en torno a unos objetivos fijos multilateralmente negociados y para unos períodos precisos de compromiso. El Acuerdo de París, en cambio, es un régimen en evolución que incluye un mecanismo para incrementar gradualmente la acción nacional cada cinco años, empezando en 2018, y no permite retrocesos. De este modo, el Acuerdo de París se propone salvar una brecha de emisiones de por lo menos 0,7ºC para permanecer por debajo de los 2ºC, y de al menos 1,2ºC para quedar por debajo de 1,5ºC.
Aunque no es un acuerdo perfecto, el Acuerdo de París representa un nuevo comienzo para una gobernanza climática verdaderamente global. Después de dos décadas de negociaciones multilaterales, la comunidad internacional ha sido finalmente capaz de alcanzar un acuerdo climático inclusivo, flexible y universal que va más allá de la línea divisoria histórica entre los países desarrollados y los países en vías de desarrollo.
De todos modos los combustibles fósiles cubren el 81% de nuestros patrones de producción, consumo y transporte (Agencia Internacional de la Energía, 2015). El año 2015, por primera vez desde que se tienen datos, las temperaturas medias globales subieron aproximadamente 1ºC con respecto a los niveles preindustriales. Dicho de otro modo, todavía queda mucho trabajo por hacer. Concretar el Acuerdo de París en una acción real es el próximo gran reto.