Kyle Mcnabb
Investigador asociado, Overseas Development Institute, Reino Unido
Las cuestiones relativas a la evasión fiscal multinacional, la transferencia de beneficios y los flujos financieros ilícitos han frecuentado los titulares de prensa durante los últimos años. Si bien los reportajes relativamente recientes sobre los papeles de Panamá en el 2015, o sobre las filtraciones de Luxemburgo en el 2014, atrajeron la atención de la opinión pública hacia estos temas, los trabajos para poner al descubierto el verdadero impacto de actividades como la evasión fiscal y la transferencia de beneficios, hace tiempo que se llevan a cabo.
Las consecuencias de la evasión fiscal van más allá de un simple descenso en el impuesto de sociedades. Si los individuos particulares o las empresas multinacionales pueden explotar resquicios legales que les permitan pagar menos impuestos que los agentes locales, esto también distorsiona la competencia, los mercados y los incentivos de los productores locales para participar, y su capacidad para competir. La evasión fiscal, por consiguiente, tiene efectos muy reales en la base impositiva: cuenta con verdadero potencial para alterar el ritmo del crecimiento económico o para distorsionar la estructura de la economía, desviándola de cómo sería en su ausencia. Asimismo, la evasión fiscal, tanto la de las empresas como la de los particulares, contribuye indudablemente a profundizar en la desigualdad, ya que quienes más posibilidades tienen de sacar provecho de dichos arreglos son casi siempre los más ricos. En suma, contribuye a hacer que los ricos se enriquezcan aún más, mientras que los pobres son alentados a pagar religiosamente sus impuestos.
La evasión fiscal, tanto la de las empresas como la de los particulares, contribuye indudablemente a profundizar en la desigualdad
Sabemos a cuánto asciende la pérdida real del erario fiscal internacional debida a tales actividades? Una reciente investigación transnacional sugiere que las pérdidas globales debidas a la evasión fiscal multinacional ascienden a unos 500.000 millones de dólares al año (Alex Cobham y Peter Janský, “Global distribution of revenue loss from corporate tax avoidance: re-estimation and country results”, Journal of International Development 30.2, 2018: 206-232). Si bien tales estimaciones se basan en métodos que tienden a magnificar el verdadero alcance del problema, son muy útiles en tanto que señalan que son a menudo los países de renta baja o media, los más gravemente afectados por la evasión fiscal.
Los gobiernos de los países en desarrollo se enfrentan a una multitud de amenazas a su base impositiva. Sin embargo, poner coto a la evasión fiscal no es nada sencillo. Estos países tendrían que hacer un esfuerzo y abordar el problema; deberían determinar si, en primer lugar, cuentan con los recursos necesarios (por ejemplo, experiencia legal a la hora de negociar contratos con las multinacionales) para luchar contra estas actividades y si, en segundo lugar, no quieren parecer hostiles a la inversión exterior directa. Existe también el riesgo de que, al considerar la lucha contra evasión fiscal como una “Gallina de los huevos de oro”, esto desvíe la atención del gobierno hacia los impuestos internos, como ocurre por ejemplo en algunas economías ricas en recursos, en las que a menudo, los gobiernos son reticentes a gravar a sus ciudadanos y en cambio, fían sus ingresos a las rentas procedentes de los hidrocarburos o de los minerales (Maya Forstater, “Tax and development: New frontiers of research and action”, CGD Policy Paper 118, 2018). Probablemente, las autoridades de los paises de renta baja harían mejor en dirigir su atención a la fiscalidad nacional, donde es más probable conseguir más, con menos recursos.
La evasión fiscal es un problema verdaderamente global, que requerirá de una serie de acciones coordinadas por parte de varios actores internacionales. Hasta el momento esto ha resultado ser difícil. Es más, la evasión fiscal —o, como se dice a veces, la planificación fiscal— es perfectamente legal. Y por ello, requerirá probablemente mucho más trabajo a nivel regional, si no global, antes de que sea posible realizar algún progreso.