Sunita Narain
Directora general del Center for Sustainable Development (CSE) y editora del boletín Down to Earth
Con la llegada del año 2020 nos encontramos al final de una década y, confiemos que al comienzo de un nuevo amanecer. En el transcurso de la década que dejamos atrás –2010 al 2019– el mundo parece haberse deshecho, se ha roto; nuestros líderes se han empequeñecido, nuestras economías están en apuros y surgen conflictos y enfrentamientos en todas partes. También en la década transcurrida hemos adquirido conciencia de que el cambio climático no es algo que nos aguarde en un futuro distante. Está ya aquí y sus consecuencias serán cada vez más graves. Con cada nuevo año, hemos batido nuevos récords: de la temperatura más alta y el clima más extremo. Pero la preocupación no afecta solo al clima. Se cierne también sobre cómo las personas que habitan hoy el mundo ven su presente e imaginan su futuro.
Sabemos que los jóvenes están inquietos, posiblemente más que en décadas precedentes. En la parte más rica del mundo los jóvenes están alarmados por la deriva del clima, pero también están preocupados por sus trabajos; las economías ricas se están desprendiendo incluso de mano de obra cualificada. Todo lo relativo a la Inteligencia Artificial (IA) puede sonarles bien a algunos, pero es porque es algo todavía futurista: tomará las riendas del mundo, y el problema es que, cuando lo haga, se volverá viral con tanta rapidez y estará tan fuera de control que nadie será capaz de controlarla o regularla. Es como un mutante con una vida propia. La actual generación es una criatura de internet y de las redes sociales. Pero sus miembros saben muy bien que, por fantástica que sea esta herramienta, por mucho que los defina a ellos, también tiene enormes inconvenientes, entre los que se incluyen las fake news y el debilitamiento de la democracia.
Pero yo creo que lo que preocupa más a los jóvenes es el hecho de que se sienten impotentes para marcar la pauta. ¿Cómo van a cambiar la situación? Esto se convierte en una preocupación intrínseca y esencial en sus vidas. Como debe ser.
En la parte más pobre del mundo, los jóvenes quieren oportunidades. Sin embargo, a menudo las perspectivas de futuro en el lugar en el que viven son muy sombrías. Por ello, quieren trasladarse: de la aldea a la ciudad; de la ciudad a otro país. No se conforman con la difícil situación de sus padres. Aunque no tengan un buen nivel de educación formal –porque sus gobiernos les han defraudado– están en sintonía con el presente gracias a sus teléfonos móviles. Saben de la existencia de las luces brillantes; saben que el mundo les aguarda. Lo quieren, como debe ser. No quieren mostrarse sumisos y dóciles por lo que respecta a sus deseos y aspiraciones. También están viendo cómo se desmorona el mundo a su alrededor: sus padres campesinos no consiguen llegar a fin de mes. Los precios y los riesgos climáticos que pesan sobre la producción de alimentos aumentan cada día; y en cada estación aumenta la espiral de la deuda. No quieren esto. Esta generación también es diferente en otro sentido. No son dóciles ni sumisos. Aspiran a más y son impacientes
El cambio climático no es algo que nos aguarde en un futuro distante. Está ya aquí y sus consecuencias serán cada vez más graves
No tiene, por tanto, nada de sorprendente que en casi todas las partes del mundo las cosas estén descontrolándose muy rápidamente. Un simple aumento del precio de los combustibles o de las tarifas universitarias puede hacer caer gobiernos, con el ejército en la carretera, disparando, quemando y saqueando. El mundo parece un polvorín a punto de estallar.
Así pues, por favor, seamos realistas esta nueva década. Sino por nosotros, por el bien de los jóvenes que heredarán este mundo: un mundo polarizado, extremadamente desigual y ahora en grave riesgo a causa del cambio climático. Dejémonos de juegos. No más dilaciones. La década del 2020 es la última oportunidad que tenemos de predicar con el ejemplo. De hacer las cosas bien. No la perdamos. No volvamos a perderla.
* Este artículo es la versión editada de una pieza más extensa publicada por la autora en diciembre del 2019 en la web DowntoEarth y disponible en: https://www.downtoearth.org.in/blog/pollution/look-back-at-the-decade-it-s-atinderbox-
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