Casie Copeland
Investigadora sénior, International Crisis Group
La guerra civil de Sudán del Sur empezó en 2013 y concluyó en 2015 con un acuerdo de paz, que se rompió el año siguiente con los enfrentamientos entre los dos principales grupos beligerantes en la capital, Juba. A finales de 2016, el gobierno realistó e incorporó a una de las facciones rebeldes, mientras que la otra permanecía en la oposición —intercambiando un primer vicepresidente por otro—, y empezó a edificar una “paz del vencedor”. Sin embargo, los aliados internacionales de Sudán del Sur se esforzaron en presionar al gobierno para que reanudase las conversaciones de paz internacionales con los grupos rebeldes que permanecían fuera del gobierno. Ahora bien, el gobierno de Sudán del Sur capitalizó la complicada geopolítica del Cuerno de África para evitar que actores externos le obligasen a buscar un nuevo acuerdo de paz que considera innecesario.
Se rompe así una dinámica vigente durante décadas, en la que los vecinos de Sudán del Sur en el Cuerno de África han estado profundamente involucrados en los conflictos del país. Después de la independencia, la rivalidad entre Uganda y el Sudán dominó los asuntos regionales. Cuando estalló la guerra en 2013, el ejército ugandés se desplegó para apoyar al gobierno de Sudán del Sur, mientras los sudaneses proporcionaban un apoyo limitado a los grupos rebeldes. El acuerdo de paz del 2015 es entre Uganda y el Sudán sobre un arreglo en Sudán del Sur, así como un pacto entre las facciones rivales sur-sudanesas.
Muchos temieron que la ruptura del acuerdo del 2015 crearía nuevas tensiones entre Sudán y Uganda, pero la nueva relación resistió el desafío. Y lo que es más importante, se pusieron de acuerdo para apoyar al gobierno transicional reformado. Sudán se sintió también incentivado para mejorar relaciones con EEUU. El levantamiento parcial de las sanciones por parte de los estadounidenses exigía que Sudán no armase a los rebeldes de Sudán del Sur. A diferencia de lo sucedido en el pasado, la relación entre Uganda y el Sudán no llevó a un conflicto por delegación sino que reforzó al gobierno transicional y su capacidad para resistir las presiones occidentales para la reanudación de las conversaciones de paz. El acuerdo de paz de 2015 se negoció en Etiopía. El ex primer ministro etíope de Asuntos Exteriores Seyoum Mesfin lideró un equipo de enviados especiales de Kenya y Sudán. Durante este período Etiopía trató de permanecer neutral entre el gobierno y los grupos rebeldes. En 2016 Juba se había impuesto militarmente y ya no creía que el gobierno etíope tuviese que ser neutral; creía que debía de apoyar totalmente al gobierno de transición de Sudán del Sur. A medida que crecía la tensión, en octubre de 2016, el primer ministro etíope Hailemariam Desalegne y el presidente del Sudán del Sur, Salva Kiir Mayardit, se reunieron y acordaron no apoyar más a sus respectivos rebeldes. Dicha reunión se consideró necesaria por la relación que mantenía Sudán del Sur con Egipto; Etiopía ha estado construyendo la Gran Presa del Renacimiento en el Nilo Azul en contra de los deseos de Egipto. Egipto trataba de impedir la construcción y, al no conseguirlo, buscó iniciar conversaciones sobre el tiempo y el volumen de su caudal. El objetivo es asegurar que el llenado de la presa no perjudique a Egipto, que depende casi por entero de las aguas del Nilo. En este contexto, Juba y El Cairo han intensificado su alianza y firmado acuerdos de seguridad.
Las fracturas geopolíticas impedirán la formación de un frente unificado de actores internacionales, dificultando una paz duradera
A comienzos de 2017 los grupos rebelde y de oposición sur-sudaneses y los gobiernos occidentales trataron de que Etiopía se implicase en la reanudación de las conversaciones de paz. El gobierno sur-sudanés rechazó esta iniciativa y se basó en su relación con Egipto para evitar la implementación de sus demandas más sustanciales. En junio se llegó a un compromiso: “revitalizar” el acuerdo de paz del 2015 en vez de lanzar una nueva mediación. Aunque todos los sur-sudaneses se unieron al proceso de revitalización, un acuerdo sobre el cese de hostilidades que entró en vigor en vísperas de Navidad fue inmediatamente violado. En ausencia de una clara voluntad de compromiso de las partes sur-sudanesas enfrentadas, las fracturas geopolíticas continuarán impidiendo la formación de un frente unificado por parte de los actores internacionales, y harán cada vez menos probable una paz duradera.