Eugene Zapata Garesche
Director regional para América Latina y el Caribe de 100 Resilient Cities, impulsado por la Fundación Rockefeller
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Lo mejor que pueden hacer las organizaciones filantrópicas que quieran desempeñar un papel en las ciudades es colaborar como socios igualitarios. La Fundación Rockefeller 100 Resilient Cities colabora con ciudades de todo el mundo para apoyarlas en sus esfuerzos de construir resiliencia ante los retos del siglo XXI. Los centros urbanos no dejarán de crecer en tamaño y en influencia, y las decisiones que tomen hoy reverberarán global e históricamente. Si bien son ellas las que encabezan la marcha, tenemos la oportunidad de ayudarlas a darle forma, y de hacer de catalizadores del trabajo del resto de las ciudades de nuestra red y más allá. Respaldamos a las ciudades porque emergen como actores determinantes de nuestra trayectoria colectiva.
La urbanización sigue desplazando el locus del poder y de la influencia hacia los centros urbanos. Durante los últimos cincuenta años las ciudades con más de 100.000 personas se han multiplicado por diez y ya son más de 4.000. Hoy hay 29 megaciudades y se espera que antes del 2050 sean 40. Hay otras 163 ciudades con más de 3 millones de personas y por lo menos 538 con un millón de habitantes o más.
Mientras los centros urbanos siguen creciendo, sus líderes no pueden permitirse el lujo de esperar que la política nacional se adapte a las necesidades de sus electores. Las presiones globales afectan a los individuos y a los sistemas a nivel local en las ciudades donde viven. Mientras los presidentes y los primeros ministros gestionan lentamente las políticas a nivel nacional e internacional, los alcaldes y los dirigentes de las ciudades están ya innovando, desplegando nuevas ideas y haciendo las inversiones que proporcionarán beneficios tangibles a sus ciudadanos.
100 Resilient Cities proporciona un punto de vista único sobre este cambiante paisaje. Asociándonos con las ciudades para construir resiliencia, se hacen inversiones que proporcionan beneficios muy tangibles y abordamos los shocks y las situaciones de estrés. Por ejemplo, mientras Ciudad de México considera los riesgos que tiene de sufrir un seísmo, trabajamos con ellos para integrar los beneficios de otros problemas con los que aparentemente no tienen relación. Como se demostró recientemente después del terremoto del pasado septiembre, una fuerte cohesión social resultó fundamental para mitigar una catástrofe aún mayor. Y en calidad de socios de la ciudad, trabajamos para amplificar su influencia y la innovación de la ciudad en el resto de la red para garantizar que todas puedan beneficiarse de lo que está haciendo Ciudad de México.
De todos modos, seguimos comprometidos con una asociación en pie de igualdad, e incluso dejando que sean las propias ciudades las que tomen la iniciativa. Los gobiernos locales tienen un mandato político y responden ante las personas que los han elegido. Es a ellos a quienes han confiado el poder sus electores. En última instancia son ellos quienes tienen la responsabilidad de la resiliencia. Por su parte, en su mayor parte las organizaciones filantrópicas se gestionan de forma privada y responden ante una junta directiva. Nosotros solo podemos establecer una relación con los gobiernos locales que les ayude a desarrollar su papel como arquitectos de un futuro resiliente. Mediante nuestro programa queremos continuar impulsando a las ciudades como motores económicos globales y como centros de innovación. También queremos ayudarlas a aprovechar el papel cada vez más importante que ejercen como líderes democráticos.
Pese a su enorme influencia, las ciudades siguen dependiendo de las instituciones nacionales e internacionales. Los estados-nación todavía determinan las políticas que tienen que implementar las ciudades, establecen las condiciones e influyen en los presupuestos que definen su actuación. Los asuntos internacionales no deberían limitarse, en el caso de las ciudades, a la cooperación y a la participación en los tratados y en las políticas de otros. Los alcaldes no tendrían que sentarse en el asiento del pasajero; es el estado-nación el que tendría que hacerlo, a veces. Esto es fundamental, especialmente cuando de lo que se trata es de configurar el futuro urbano.
En 100 Resilient Cities trabajamos con ciudades de varios tamaños, capacidades y condiciones. También con socios de sectores privados, sociales, comunitarios, sin ánimo de lucro y académicos, sectores que tienen experiencia colaborando con ciudades de todo el mundo en una serie de retos y oportunidades. Todos nosotros continuamos aprendiendo e influyéndonos unos a otros, dependiendo mutuamente de nuestra propia experiencia y de la repercusión que tiene nuestra actuación. Juntos, nos guiamos mutuamente para desarrollar resiliencia y elevar las ciudades al nivel de los motores del cambio global en que han de convertirse.