Barcelona, 8 de mayo de 2017

CIDOB acogió la presentación de una nueva edición de su Anuario Internacional, que alcanza con ésta la 27º edición ininterrumpida y en plena renovación de contenidos y soportes, y con una apuesta redoblada por el análisis prospectivo a cargo de expertos de todo el mundo, los contenidos más visuales y la dimensión digital.

El acto contó con la participación de Jordi Bacaria, director de CIDOB y de Manel Vila, director de cooperación de la Generalitat de Catalunya, que intervinieron en primer lugar para destacar el valor que ha sabido mantener la publicación, en plena transformación de obra de consulta documental y de referencia estadística, a plataforma de análisis prospectivo.

Y es que en estos 27 años, no solo el Anuario, sino obviamente el mundo, ha experimentado una profunda transformación. Como destacó Pere Vilanova, autor de la presente edición y quién ya fuera autor de la primera edición del libro, allá en 1990: “en el primer número tuvimos que lidiar con un acontecimiento nada trivial, como fue la caída del muro de Berlín” que detonó los cimientos del orden bipolar de la guerra fría. Desde entonces, el Anuario ha sido cronista del tránsito por el momento unipolar hegemónico –casi por defecto- de los EEUU y del progresivo surgimiento del orden multipolar asimétrico actual, en el que nuevos actores presentan candidatura a Gran Potencia –como China o India-, cuestionando el encaje de las viejas potencial occidentales en el tablero global. Tal y como recordó Vilanova, “el mundo es más que nunca interdependiente, pero está profundamente fragmentado”, lo que alimenta la sensación de caos y desorientación de los actores políticos, que intentan dirigir sus mensajes y políticas a una yuxtaposición de grupos, intereses e individuos, cuyo mínimo común denominador responde mejor a las simplificaciones y a los bajos instintos, como el temor a la diferencia y a la incertidumbre respecto al futuro.

En este oscuro caldo de cultivo, florecen un discurso del mal llamado “populismo”, una vaga etiqueta que se aplica a una amplia gama de promesas, gran parte de las cuales son conscientemente irrealizables o no corresponden con la realidad empírica.

En una referencia a las elecciones francesas, celebradas la jornada anterior, Vilanova realizó un análisis quirúrgico de los elementos clave que llevaron a la victoria de Emmanuel Macron, que como reza su propio movimiento, deberá dotarse de un partido sobre “la Marcha” ante el hundimiento del partido conservador y del socialista, los dos únicos que han gobernado hasta ahora la Francia de la V República. Esta fue, en su opinión la gran victoria de Le Pen, y se tardarán años antes de que por lo menos el Partido Socialista logre recomponer sus filas y cooptar cotas de poder, lo que abre un escenario incierto en vistas de las elecciones legislativas del próximo junio.

La segunda intervención corrió a cargo de Sandra Borda, decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá, que en la línea de su artículo incluido en el Anuario CIDOB, desgranó con lucidez las claves de la política exterior colombiana. En su disertación, Borda subrayó la paradójica influencia de la dimensión exterior en el proceso de negociación del Acuerdo de Paz de la Habana, que es esencialmente un acuerdo entre colombianos y en el que los actores internacionales cumplieron un papel testimonial, ya que según afirmó “la opinión pública reaccionaría negativamente ante la sensación de que el presidente Santos negociaba para contentar a la comunidad internacional”.

Borda destacó también que parte de la opinión pública percibía la supremacía militar del gobierno, lo que dificultaba la aceptación de las renuncias que planteaba el acuerdo de paz y explicaba en parte el apoyo al No en el plebiscito del 2 de octubre, más allá de las posiciones del expresidente Uribe y sus partidarios. Su relato de la evolución histórica de la política exterior colombiana hizo referencia al periodo en el que el país se autodefinía como el “ojo del huracán” de todos los problemas regionales, que contagiaba al resto a través de la onda expansiva del narcotráfico y la violencia. En el otro extremo se situaría quizá el momento actual, en el que el gobierno de Santos mantiene una diplomacia casi de post-conflicto, momento que según Borda, es aún prematuro cuando la firma de la paz es tan reciente y el momento es más el de una incipiente transición hacia la paz.

El acto de presentación del Anuario fue la culminación de una jornada matinal dedicada enteramente a Colombia, titulada “Construir la Paz en Colombia”, que contó con un elenco de ponentes de primera línea, muchos de los cuales participaron activamente en las negociaciones entre el Gobierno y las FARC-EP en la Habana y que ofrecieron  reflexiones y anécdotas de primera mano acerca del proceso de negociación, la importancia de la memoria histórica o el papel esencial de las víctimas, que precisamente viajaron a la Habana en un momento en el que el proceso perdía fuelle y que con el relato de su tragedia, su soledad  y aun así, su esperanza, reclamaron la consecución de un desenlace que pusiera fin a las atrocidades. Dos de los participantes en la reunión y también acompañantes de las víctimas en la Habana, José Antequera, y el padre Francisco “Pacho” Roux, destacaron que en Colombia y tras varias décadas de conflicto y criminalidad extendida, se sufrió una “rotura del ser humano” que hacía que, en palabras de Antequera, “en Colombia se comente un asesinato de un modo parecido a como se comenta un gol de futbol en otros países”. Y que exige la emergencia de un liderazgo espiritual y moral, en cuya ausencia “la construcción de la paz quedaría solo en manos de la lógica política”. Otra de las ponentes, Juanita Goebertus, reclamó la necesidad de capacitar a las entidades locales, ya que manifestó que “el estado tiene gran experiencia en lanzar complejas operaciones militares, pero debe mejorar su habilidad para combatir el crimen pequeño y aplicar justicia localmente”. En este sentido, Gonzalo Sánchez, director del Centro Nacional de la Memoria Histórica, advirtió sobre el peligro de un posible escenario indeseable de “fin del conflicto y continuación de la violencia”, que no sería distinta de otros procesos de paz anteriores, en los que ya se habían alcanzado acuerdos de paz “parcelados” que sucumbían al recrudecimiento de otros actores de la “guerra circular”.

Todos los ponentes coincidieron en destacar los retos aún por delante para la implementación efectiva y total de los Acuerdos de Paz, y marcaron el escenario de las elecciones presidenciales de mayo de 2018 como un hito que va a influir en el desarrollo de los acontecimientos por venir, en el que el papel político de las FARC-EP es aún una incógnita. Desde el público asistente, se llamó también la atención acerca del rol de las mujeres en el proceso de Paz y en particular en la construcción de la memoria histórica, ya que según se recalcó, “a las mujeres se nos reduce solamente a ser víctimas del conflicto, y eso les aseguro, no vamos a permitirlo”.

Jordi Bacaria, director de CIDOB, contextualizó la larga trayectoria del Anuario desde su primera edición, en 1989, justo tras el colapso de la URSS y el final del orden bipolar de la Guerra Fría, e introdujo la versión digital en una memoria portátil (USB), a medio camino entre la edición tradicional en papel y la versión totalmente online.