Diana Tussie
Directora del Área de Relaciones Internacionales, FLACSO-Argentina
Pia Riggirozzi
Catedrática de Políticas Globales y directora del departamento de Política y Relaciones Internacionales de la University of Southampton
El regionalismo articula actores, idearios y políticas. Se expresa con diferentes grados de institucionalización. Su manifestación más estructurada se apoya en tratados internacionales. Pero es también una estructura de oportunidades para compromisos declaratorios y regulatorios. Inicialmente fue conformado en la encrucijada “libre comercio” vs. “proteccionismo” donde el primero es deificado y el segundo demonizado. Como manifestación de la geopolítica post-Guerra Fría, el regionalismo abierto, incentivado externamente, favoreció la inserción en la globalización. El motor fue la dinámica Norte-Sur. Pero el desencanto con sus resultados sociales se expresó en nuevas preferencias electorales volcadas en las calles y las urnas. Distanciándose del comercio como única herramienta, emerge la demanda de regular mercados y dar respuestas a necesidades sociales. Impactan naturalmente con vigor en la estructura de oportunidad del espacio regional. Esto es lo que llamamos Regionalismo Post-Hegemónico (RPH): un regionalismo que se construye desde la nación buscando recuperar la autoridad en materia de políticas públicas y una mayor protección social.
La construcción del RPH se manifestó con nuevas agendas de cooperación. La región fue resignificada y valorizada para reflejar espacios de acción estatal. Existen diversos estudios que demuestran los efectos positivos de la cooperación ampliada en salud, medio ambiente y educación. La acción colectiva llevó a estructurar redes para compartir recursos materiales o de saberes y habilitar dinámicas de representación y diplomacia. En resumen, el contexto reveló el desplazamiento del universalismo de las reglas de mercado globales como si la economía, como la naturaleza, siguiera su curso y los ciudadanos solo deben adaptarse, dando lugar a otros pilares en la construcción de la regionalidad.
Emerge la demanda de regular mercados y dar respuestas a necesidades sociales, es lo que llamamos Regionalismo Post-Hegemónico
Frente al socorrido instrumento de analizar las construcciones en nuestra región como desviaciones empíricas del tipo ideal europeo, debemos tener presente que cada modelo de desarrollo nacional, en tanto crea el marco para la relación entre Estado y mercado, se traduce en una estrategia de inserción internacional, con formas propias de articulación con vecinos y los centros de poder mundial. En función de ello se vuelcan hacia diferentes equilibrios entre mercado interno/ externo y diferentes incentivos entre sectores. Ello conlleva fuertes transferencias entre sectores, grupos sociales y regiones, y por lo tanto pujas. No es un camino llano sino que está marcada por flujo y reflujo en consonancia con los procesos nacionales y globales. Es en este sentido que la puja entre Estado y mercado es co-constitutiva de la construcción regional. Y en tanto esa puja cambia de ropaje, las turbulencias transitan con ella.
¿Y ahora qué? Hoy Estados Unidos marca el paso ante el temor por el avance de China, principal socio comercial de Brasil, Chile y Perú, y segundo de Argentina. China es además un silencioso socio financiero de peso. Trump lo entiende antagónicamente como un desafío de seguridad. El RPH está en turbulencia pero es parte de un contexto internacional también en turbulencia. Las dinámicas integracionistas enfrentan desafíos coyunturales y es de esperar que emerjan distintas configuraciones, aún con acuerdos que se superponen ya que no hay una única meta-narrativa ni un plan maestro, sino temas vinculantes con formas particulares de movilización de ideas y actores. Es en esta clave que planteamos que el balance que deja la post-hegemonía debe entenderse como una perspectiva antideterminista del regionalismo, reflejando lógicas políticas variadas y no fácilmente reducibles a una sola regla o expresión de (liberalización de) mercados. En el futuro será fundamental la forma en que los gobiernos respondan a los desafíos sociales, humanitarios, ambientales. Sigue habiendo un desafío político en torno al valor y significado de la gobernanza regional para la democracia y el desarrollo inclusivo en la región. Mientras, el desafío académico es cómo conceptualizamos el regionalismo sudamericano y las transiciones generales o parciales más allá del regionalismo comercial y más allá de los tipos ideales.