
Neera Tanden
Presidenta y directora ejecutiva del Center for American Progress
De diferentes maneras, la presidencia de Donald Trump representa una época oscura para el liderazgo estadounidense en el mundo: un período de repliegue, de políticas divisorias y de ataques al imperio de la ley. Pero al mismo tiempo la presidencia de Trump también ha marcado el nacimiento de una notable resistencia comunitaria que se opone a todo lo que él representa. Desde el año 2016, uno de cada cinco estadounidenses –muchos de los cuales nunca habían participado antes en una manifestación– han desbordado las calles, las marchas y los municipios del país, para hacer oír su voz.
Una nueva coalición está reuniendo a ciudadanos de EEUU de todas las procedencias detrás del ideal básico según el cual todas las personas merecen ser tratadas con justicia y dignidad. Es una coalición alimentada por una nación de mujeres que se sienten repelidas por la innegable misoginia de Trump. Son abuelas, madres y jóvenes que están cambiando por completo nuestra cultura. Es una coalición impulsada también por estadounidenses de color, hastiados por el racismo de Trump contra los musulmanes, los inmigrantes de todo tipo y la comunidad de afroamericanos. Y esta coalición la apuntalan con su apoyo personas políticamente moderadas avergonzadas por el menosprecio que manifiesta Trump por las normas, los valores y las instituciones de nuestra nación.
Durante el pasado año hemos empezado a ver los signos de un maremoto provocado por Donald Trump y sus aliados, un maremoto que pronto cubrirá todos los rincones de nuestro país. La Marcha de las Mujeres, la Marcha de Nuestra Vida, y las huelgas de maestros que se están produciendo a lo largo y ancho de Estados Unidos son tan solo unas cuantas muestras de una acción política popular sin precedentes en contra de las políticas derechistas. Los candidatos progresistas ya han recuperado el gobierno en estados del Este como New Jersey, en comunidades del centro de Estados Unidos como Wisconsin y Oklahoma, y en lugares como Alabama y Pennsylvania occidental, que se decantaron decisivamente a favor de Trump hace menos de dos años.
Actualmente, los progresistas estadounidenses tenemos la increíble oportunidad de mantener esta dinámica. Para rentabilizar completamente la oportunidad que se nos presenta hemos de hacer algo más que simplemente resistir a Donald Trump hemos de esforzarnos en promover una visión positiva y afirmativa sobre la dirección que queremos que tome nuestro país.
Los progresistas estadounidenses deben reorientar la política de EEUU para toda una generación
Los elementos fundamentales de esta nueva agenda progresista son de una transparencia cristalina. Hemos de introducir un plan para proporcionar atención médica universal en Estados Unidos. Hemos de defender nuestras instituciones democráticas de amenazas exteriores, al mismo tiempo que extendemos los derechos civiles y la libertad individual en nombre de todos los estadounidenses. Y hemos de redactar un Nuevo Contrato Social para el siglo XXI, un contrato que garantice un trabajo digno para las familias de clase obrera de todas las razas que han sido dejadas de lado por fuerzas como la automatización y la globalización.
Si los progresistas podemos brindar una nueva promesa al pueblo de EEUU, conseguiremos reorientar la política en nuestro país para toda una generación. Este es el potencial de este momento, y prometo que haremos todo lo que esté en nuestras manos para transformar esta visión y convertirla en realidad.