
Nilüfer Göle
Profesora de Sociología de la École des Hautes Études en Sciences Sociales, París
La presencia musulmana en Europa cuestiona la idea de que la religión tendría que ser un asunto privado. Sin embargo, la fe religiosa lleva incorporada una dimensión personal y una dimensión pública. No se trata solo de una fe abstracta; también es un ritual, una práctica diaria, un acto que la persona incorpora a sus expresiones públicas. A menudo hay una brecha, una no correspondencia entre los significados subjetivos que los musulmanes atribuyen a su fe y las percepciones públicas del islam en los países europeos. El hecho de vivir la propia religión en público es percibido como una afirmación agresiva de diferencia y un rechazo del secularismo prevalente.
Durante el período postmigratorio, es decir, en el proceso de integración de los migrantes de segunda y tercera generación, el islam se convierte en el denominador común entre los musulmanes de diferentes procedencias nacionales y orígenes étnicos, y significa el fin de las identidades étnico-religiosas de los migrantes. Muchos siguen un itinerario de integración exitosa y representan la formación de una nueva clase media. No encajan en absoluto con los relatos sobre el “fracaso de la integración musulmana” o de los musulmanes que se concentran en “zonas problemáticas” como las prisiones o las áreas urbanas. Aspiran a la integración social y buscan la forma de combinar su fe religiosa con su deseo de participación. Son “musulmanes ordinarios” en la medida en que quieren ser parte de la vida diaria en diferentes ciudades de Europa, ir a la escuela, rezar, comer halal, etc. No obstante, sus normas religiosas y su visibilidad como musulmanes es un impedimento para su reconocimiento como ciudadanos. No son considerados como ciudadanos aceptables, de conformidad con las normas públicas mayoritarias. Por consiguiente, en la medida en que el islam se vuelve públicamente visible provoca una serie de controversias, especialmente respecto a temas como el uso del chador, la construcción de mezquitas, la comida halal y las representaciones visuales de los símbolos sagrados del islam. Los pilares de la cultura europea se definen en torno a los valores seculares de Europa, la igualdad de género, el derecho de las minorías sexuales y la libertad de expresión. La presencia musulmana es considerada como una amenaza a estos valores. Los debates en torno al islam testifican una fractura social y cultural en el interior de Europa, y dificultades de coexistencia y comunicación intercultural.
Los estilos de vida islámicos están siendo reinventados en el paisaje cultural europeo
¿Cómo revertir el choque de culturas en una coexistencia intercultural y restaurar una cultura cívica pública? Solamente una esfera pública inclusiva, pacificada y carente de violencia, que libere el potencial para crear colectivamente nuevas formas y normas de vida en común, puede facilitar el establecimiento de agendas verdaderamente democráticas.
Conviene llamar la atención sobre el actual proceso de acomodación creativa entre las prácticas de los musulmanes y las normas seculares, lo que llamo una estilización de los estilos de vida halal islámicos. Los debates en torno al burkini, el jamón halal, la mezquita inclusiva (las mezquitas que admiten a las minorías sexuales) son algunos de los muchos ejemplos que ilustran las formas en que los estilos de vida islámicos están siendo reinventados en el interior del paisaje cultural europeo.