
Elyamine Settoul
Sociólogo y maestro de conferencias del Conservatorio Nacional de las Artes y Oficios (CNAM) y doctor en Ciencias Políticas por el Instituto de Estudios Políticos de París
Con cerca de 1.800 combatientes, Francia ha sido, en términos numéricos, el primer proveedor occidental de yihadistas y, presumiblemente, el quinto a escala internacional. Actualmente, se calcula que hay ya en Francia unos 240 retornados de tierras sirio-irakíes. Capturados en la mayoría de los casos en la frontera turco-siria pasan a disposición judicial acusados de asociación de malhechores terroristas. Están principalmente agrupados en cuatro centros penitenciarios, todos ellos situados en la región parisina por motivos de proximidad geográfica con la fiscalía antiterrorista de París (Fresnes, Fleury-Merogis, Osny y Villepinte). Pero la encarcelación sistemática no ha sido siempre la norma; una gran parte de los primeros retornados (unos 70) están en libertad, aunque permanecen bajo vigilancia de los servicios de inteligencia. Al igual que las personas que partieron a la yihad, estos retornados no responden a un único perfil sociológico. Son muy diversos en términos de trayectoria y de motivaciones. El sociólogo Farhad Khosrokhavar los ha agrupado en cuatro grandes categorías: los traumatizados, los arrepentidos, los indecisos y los endurecidos. Los traumatizados son personas que no estaban preparadas y que menospreciaron el grado de violencia de los conflictos locales (impacto emocional de la guerra, decapitaciones, etc.). Los arrepentidos, que parecen ser mayoritarios, desean cumplir su pena y reinsertarse y, en la medida de lo posible, olvidar sus experiencias en la yihad. Los indecisos, término con el que se designa a las personalidades menos fuertes, son de algún modo “seguidores” cuyo comportamiento parece variar en función del entorno social en el que se mueven. Por último, los endurecidos son personas que siguen defendiendo el principio de la yihad pero que se han podido sentir, por diversas razones, decepcionados por la estrategia o las mentiras de la organización Estado Islámico.
El ambicioso plan contra la radicalización lanzado por el gobierno no contempla medidas de la lucha contra los mecanismos sociales que están en el origen de la radicalización
La gestión de estos centenares de combatientes retornados de las zonas de guerra es un fenómeno inédito para la administración penitenciaria francesa. Su tratamiento ha sido objeto de muchos interrogantes, en particular por lo que respecta a sus condiciones de detención. ¿Hay que agruparlos corriendo el riesgo de que líderes negativos se impongan a los demás o, por el contrario, diseminarlos, exponiéndose a que sus ideologías se propaguen entre otros detenidos? La opción a la que se ha dado prioridad es la de la individualización mediante una evaluación específica de cada detenido a través de los Quartiers d’Evaluation de la Radicalisation (Unidades de Evaluación de la Radicalización o QER). El propósito de estos programas, en los que intervienen profesionales de diversos sectores (sociólogos, psicólogos, educadores), es llevar a cabo un análisis lo más objetivo posible de cada combatiente, con el fin de proporcionarles la trayectoria de detención que mejor se adapte a cada caso, en particular desde el punto de vista del lugar y de las condiciones de detención. Los yihadistas más proselitistas estarán en régimen de aislamiento para evitar que impongan su influencia entre los detenidos más frágiles. El plan de lucha contra la radicalización lanzado por Macron en febrero de 2017 tiene como objetivo agilizar todo el proceso creando 1.500 plazas suplementarias en las prisiones francesas. Este plan aborda asimismo la situación del retorno de los “cachorros del califato”, esos menores franceses arrastrados por la ideología de la organización Estado Islámico. En territorio francés son actualmente 68, pero su número podría llegar a varios centenares en Siria e Irak. Sin embargo, este programa del gobierno, que se pretende muy ambicioso, no contempla mediadas de la lucha contra los mecanismos sociales que están en el origen de la radicalización, como la relegación territorial o desafiliación social.