KRISTIAN COATES ULRICHSEN,
Investigador asociado para Oriente Medio del Instituto Baker de Políticas Públicas de la Rice University
Los gestores y la orientación de la política exterior en los Emiratos Árabes Unidos (EAU), la federación de siete emiratos dominada por Abu Dhabi y Dubái, han cambiado de manera irrevocable en los quince años transcurridos desde la muerte del padre fundador y primer presidente del país, el jeque Zayed bin Sultán Al Nahyan, en el 2004. Una nueva generación de decisores políticos, liderada por el príncipe heredero de Abu Dhabi, Mohammed bin Zayed Al Nahyan, ha logrado forjar un papel asertivo y cada vez más intervencionista para los EAU en los asuntos regionales e internacionales. Esto ha ido de la mano de una creciente centralidad e influencia de Abu Dhabi sobre el conjunto de la política exterior, de seguridad y defensa, y del surgimiento de un aparato de “seguridad estatal” cada vez más sofisticado. Como resultado, la política exterior ha transitado desde el énfasis inicialmente puesto en las cuestiones árabes e islámicas durante la larga presidencia del jeque Zayed (1971-2004) hacia un enfoque más confrontacional, cuyo objetivo es contrarrestar la amenaza que se percibe que representan los grupos islamistas a nivel regional.
Antecedentes y contexto histórico
La política exterior es una de las competencias gubernamentales atribuidas al nivel federal del gobierno (con sede en Abu Dhabi) en la constitución de 1971 de los EAU. A lo largo de la evolución de la joven federación, desde la década de 1970 hasta el final de la vida del jeque Zayed, se produjeron ocasionalmente tensiones entre las autoridades federales y las de los emiratos, así como entre los siete emiratos que forman la federación. Los continuos debates constitucionales entre Abu Dhabi, favorable a una mayor integración federal, y Dubái, partidario de una mayor autonomía de los emiratos, fueron el telón de fondo de las decisiones políticas durante buena parte de los años setenta y ochenta. Esto se puso de manifiesto en situaciones como el mantenimiento de varias fuerzas armadas hasta 1996, año en que la Fuerza de Defensa de Abu Dhabi y la Fuerza de Defensa de Dubái fueron finalmente integradas en las estructuras unificadas para toda los EAU, o en la incapacidad de alcanzar consensos durante la guerra Irán-Irak, cuando cuatro de los emiratos se posicionaron a favor de Irak y tres a favor de Irán1. Dubái también actuó con una autonomía de facto durante la primera década del siglo XXI, hasta que el impacto de la crisis financiera del 2008 y el subsiguiente “rescate” de 20.000 millones de dólares de Abu Dhabi pusieron en parte freno a su anárquica política2.
Bajo el mandato del jeque Zayed, que como gobernante de Abu Dhabi desde 1966 a 2004 fue decisivo en el proceso de formación de los EAU en 1971 y en la orientación de las decisiones políticas durante su primer cuarto de siglo de existencia, los EAU siguieron una política exterior basada en los estrechos lazos que mantenían con los otros estados del Golfo y con el mundo árabe e islámico en general. Esto incluía un fuerte compromiso con los temas árabes y el apoyo a la causa palestina, que fue una de las características permanentes de la política exterior de los EAU durante la larga vida del jeque Zayed. Así, los EAU participaron en el boicot del petróleo de 1973-1974 –aunque Dubái esperó tres días antes de unirse al boicot– y proporcionó un amplio respaldo a los “estados de primera línea” en el conflicto árabe-israelí3. Abu Dhabi también creó el Fondo Abu Dhabi para el Desarrollo Económico Árabe como una iniciativa del emirato (más que federal) centrada en la ayuda al desarrollo principalmente para destinatarios árabes (en 1993, el fondo pasó a llamarse simplemente Fondo Abu Dhabi para el Desarrollo)4.
Mohammed bin Zayed y Mohammed bin Salmán han reconfigurado el centro de gravedad de la política del Golfo, tanto con su decisión de intervenir militarmente el Yemen en el 2015 como en la reanudación de la presión sobre Qatar
Aunque los EAU, igual que otros estados miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), participaron en la coalición encabezada por Estados Unidos que liberó a Kuwait en la Guerra del Golfo de 1991, su implicación en las iniciativas de mediación y en la diplomacia regional fue otra de las características de la política exterior de los EAU bajo el jeque Zayed que más claramente contrasta con lo que vino después. El jeque Zayed estuvo al frente de los intentos de 1986 y 1987 de impedir que la guerra Irán-Irak escalase a un conflicto de ámbito regional, y mantuvo abiertos canales diplomáticos para buscar un final negociado al conflicto5. A mediados de la década de 1990, el jeque trató de buscar puntos de coincidencia entre Bahréin y Qatar en su largo enfrentamiento por el control de las disputadas Islas Hawar, y en la cumbre árabe de marzo del 2003 propuso un plan para que Saddam Hussein dimitiese y se exiliase a los Emiratos a cambio de una transición de poder en Irak6.
El intento del jeque Zayed de evitar lo que él –acertadamente– consideraba que sería un error desastroso, no consiguió impedir que la administración de George W. Bush invadiese y ocupase Irak, y la Guerra de Irak del 2003 fue la única vez desde 1990 en que los EAU no respaldaron ni se unieron a Estados Unidos en una decisión política regional importante7. El episodio coincidió con un acontecimiento significativo en el paisaje político doméstico de Abu Dhabi: el nombramiento a finales del 2003, por parte del envejecido jeque Zayed, de Mohammed bin Zayed como príncipe heredero adjunto.Tercero en edad de los diecinueve hijos del jeque, Mohammed bin Zayed había adquirido protagonismo en la década de 1990 como un eficaz y capacitado jefe de estado mayor de las Fuerzas Armadas cuando estaba en la treintena, y durante este período estableció una estrecha colaboración con el ministro de Defensa de los EAU y príncipe heredero de Dubái Mohammed bin Rashid, así como una serie de contactos clave con capitales del mundo como Washington y Londres8.
El ascenso de los modernizadores
Juntos, Mohammed bin Zayed y Mohammed bin Rashid ejercieron de grandes modernizadores, cuya influencia en la dirección política y económica de las decisiones políticas superaba con creces sus papeles oficiales como príncipe heredero de Abu Dhabi (desde el 2004) y gobernante de Dubái (desde el 2006). Juntos personificaron la llegada al poder de una nueva generación de dirigentes que no temían acumular y blandir sus reservas de poder duro y blando que le permitiera a los EAU ocupar un lugar mucho más asertivo respecto a los asuntos regionales e internacionales. Ambos combinaron la habilidad de “ver” con ambiciosas visiones para el desarrollo de los recursos nacionales, si bien de un modo no siempre armonizado entre Abu Dhabi y Dubái. Mohammed bin Rashid se convirtió en primer ministro y en vicepresidente de los EAU en su sucesión como gobernante de Dubái en el 2006, justo cuando el presidente de los EAU y gobernante de Abu Dhabi, el jeque Khalifa bin Zayed Al Nayhan empezó a ser marginado por Mohammed bin Zayed, su joven medio hermano9.
El impacto de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, Washington y Pennsylvania, en los que dos de los diecinueve secuestradores eran ciudadanos emiratíes y gran parte del apoyo financiero había pasado por los EAU, fue una sacudida catártica para los nuevos líderes emergentes en Dubái y Abu Dhabi. Aunque todavía era “solo” el jefe del estado mayor de las fuerzas armadas, Mohammed bin Zayed recibió el encargo de su padre, el jeque Zayed, para que liderase la respuesta emiratí a los ataques, sirviéndose de sus estrechos contactos con Washington para minimizar las consecuencias, y le pidió que actuase rápidamente para reforzar las regulaciones financieras domésticas. Mohammed bin Zayed también impresionó a sus homólogos estadounidenses con su determinación de aplicar unas medidas contraterroristas sensatas, poniendo en marcha una asociación estadounidense-emiratí más profunda10. Por su parte, en Dubái, varios años después, Mohammed bin Rashid se vio implicado en el escándalo del Dubai Ports World del año 2006 en el que un contrato concedido a esta empresa estatal para gestionar seis puertos de EEUU fue objeto de una intensa crítica en el Congreso de Estados Unidos, durante la que de nuevo salieron a colación los vínculos de EAU con el 11-S. Fueron las consecuencias de la crisis del DP World lo que llevó a los EAU a iniciar una fuerte inversión en diplomacia pública y de marca-país en Estados Unidos y otras capitales occidentales11.
Desplazamientos del centro de gravedad
Principalmente, han sido dos los factores que han determinado la primacía de Abu Dhabi sobre el conjunto de la política exterior común de los EAU, así como de Mohammed bin Zayed sobre la toma de decisiones en Abu Dhabi. El primero fue el ya mencionado eclipse del estrellato de Dubái a raíz la crisis financiera y del necesario rescate a manos de Abu Dhabi, que condujo a una mayor contención política y que le restó buena parte de su tradicional capacidad de autonomía. Una divergencia de pareceres que por ejemplo, había quedado de manifiesto a mediados de los 2000, cuando por un lado, la cúpula dirigente de Abu Dhabi presionaba con fuerza –y de manera exitosa– a favor de un acuerdo nuclear civil “123” entre Irán y los Estados Unidos, mientras que por el otro, Dubái mantenía relaciones comerciales con Teherán que le permitían sortear las sanciones internacionales, relaciones que eran vistas con preocupación por el congreso estadounidense. Fue a partir del 2008 que Dubái cerró filas con Abu Dhabi en pos del endurecimiento del régimen de sanciones contra Irán, y se adhirió a la visión de Mohammed bin Zayed de que Irán constituía una seria amenaza para la seguridad regional y para la estabilidad interna de los EAU12.
El citado desplazamiento del centro de gravedad en los EAU coincidió con el segundo cambio importante en el proceso decisorio en Abu Dhabi, que tuvo lugar a finales de la primera década del siglo XXI y comienzos de la segunda, y que fue resultado del definitivo ascenso a posiciones de influencia de una élite partidaria de la línea dura en cuestiones de seguridad, que galvanizó en torno a Mohammed bin Zayed a medida que este se convertía en el líder de facto del emirato. Si bien Khalifa bin Zayed había sucedido en noviembre del 2004 al jeque Zayed como gobernante de Abu Dhabi y presidente de los EAU, carecía de una importante base de poder en Abu Dhabi y la autoridad empezó a recaer en el más ambicioso y dinámico Mohammed bin Zayed y en sus poderosos hermanos. El año 2010, el jeque Khalifa se había en gran parte retirado de la mayoría de los aspectos cotidianos de los procesos decisorios, y los rumores y noticias sobre su estado de salud empezaron a multiplicarse varios años antes de que un fuerte ataque de apoplejía confirmase su abandono de la vida pública en el 2014. En su ausencia, el control sobre el proceso decisorio pasó a manos de Mohammed bin Zayed y de los halcones de la seguridad de los que se rodeaba, especialmente cuando la conmoción que había provocado la Primavera Árabe en el 2011 empezó a remitir13.
Ministerio de la presidencia de EAU, “Sheikh Zayed Bin Sultan Al Nahyan and their Highnesses the Rulers of the Emirates during the flag hoisting at the Union Decla- ration – Dubai”, 1971. https:// en.wikipedia.org/; Ministerio de Asuntos Exte- riores de EAU, “The official picture of His Highness Sheikh Zayed bin Sultan Al Nahyan as released in the public domain by the United Arab Emirates Mi- nistry of Foreign Affairs”, diciembre del 2017.
Encabezado por Mohammed bin Zayed y sus hermanos –el jeque Hazza bin Zayed, jefe de la Dirección de Seguridad del Estado en el 2011, y el jeque Tahnoon bin Zayed, Asesor de Seguridad Nacional, el poder en Abu Dhabi, y por extensión en el gobierno federal de los EAU, confluyó en torno a los halcones de seguridad en las cuestiones regionales. Una de las convicciones más firmes entre estos era que Irán y el islamismo constituían las mayores amenazas para los EAU, y que era preciso contenerlas activamente tanto a nivel regional como internacional. Durante la década de los 2000, Mohammed bin Zayed compartió con los estadounidenses su percepción de que Irán era una importante amenaza para la estabilidad en el Golfo, y en más de una ocasión miembros de su entorno cercano fueron un paso más allá y llegaron a proponer un ataque preventivo contra las instalaciones nucleares iraníes14. En marzo del 2005, y como consecuencia del enojo provocado por su exclusión de las negociaciones P5+1 con Irán sobre un acuerdo nuclear, y la voluntad de contrarrestar las injerencias percibidas de Irán en la región, los EAU se unieron a Arabia Saudí en una intervención militar en el Yemen contra el movimiento huti, apoyado por Irán15.
Mientras que Irán y sus actores regionales afines eran más bien percibidos como una amenaza externa para los EAU, la impresión de Mohammed bin Zayed con respecto a los grupos islamistas –especialmente los Hermanos Musulmanes y organizaciones afines, contenía además un componente de desafío interno, además del transnacional, que debía ser necesariamente desactivado. Se han propuesto múltiples explicaciones de por qué Mohammed bin Zayed ha desarrollado una animosidad tan fuerte respecto a los islamistas y al islamismo, incluyendo la tesis de que él mismo había estado muy cerca de radicalizarse siendo joven y que por tanto era personalmente consciente de la fascinación que ejercía esta ideología entre los jóvenes16.Y es probable que refleje también la preocupación por el hecho de que la primera generación de islamistas emiratíes –surgida en torno a 1971– ha acabado teniendo una influencia desmedida sobre el sector educativo de los EAU y sobre el contenido de los libros de texto y los planes de estudios. Uno de los miembros fundadores de Islah, una organización islamista emiratí vinculada a los Hermanos Musulmanes, había ostentado el cargo de ministro de Educación a comienzos de los años ochenta, al mismo tiempo que el líder de Islah ejercía de responsable del programa escolar nacional en el ministerio17.
Esto cambió a mediados de la década de 1990, cuando se inició una suerte de represión “blanda” de los islamistas emiratíes, que implicó la purga de miembros de Islah de cargos sensibles en ministerios y universidades, y la censura de publicaciones islamistas. Posteriormente, y a raíz de una serie de encuentros fallidos entre los dirigentes de Islah y Mohammed bin Zayed en agosto del 2003, se intensificó la represión. En dichos encuentros, Mohammed bin Zayed –que entonces aún era solamente jefe de las fuerzas armadas y no ejercía de príncipe heredero adjunto, pidió al parecer a los dirigentes de Islah que desistiesen de utilizar sus cargos para difundir su mensaje, pero no consiguió llegar a un acuerdo con ellos, lo que reforzó su creencia de que el grupo actuaba en función de una agenda política propia18. Al año siguiente, una comunicación diplomática estadounidense difundida por WikiLeaks citaba una conversación entre Mohammed bin Zayed y un funcionario de EEUU en la que el mandatario expresaba su convicción de que Islah conseguiría la victoria si alguna vez se celebraban unas elecciones democráticas en los EAU, y donde le decía que “en este país tenemos una guerra cultural con los Hermanos Musulmanes”19.
El impacto de la Primavera Árabe
Ahora que podemos volver la vista atrás con la ventaja que nos otorga el paso del tiempo, podemos reseñar dos hitos acontecidos respectivamente, en octubre del 2010 y marzo del 2011, como los más significativos para elevar el enfoque centrado en la seguridad de Abu Dhabi hacia la cúspide de la política emiratí.
El primero de ellos tiene que ver con el fallecimiento, el 27 de octubre del 2010, del jeque Saqr bin Mohammed Al Qassimi, que durante más de 60 años había regido el emirato norteño de Ras al-Khaimah, precisamente donde Islah era más fuerte y había estado más profundamente arraigado. Por el hecho de ser el más antiguo de los gobernantes de los emiratos y el último miembro superviviente del grupo original que había formado la federación de los EAU, el jeque Saqr gozaba de una autoridad que sirvió de cobijo para los islamistas emiratíes.Tan solo cuatro meses después de su muerte, muchos miembros de Islah estaban entre los 133 emiratíes firmantes de una petición que reclamaba una serie de enmiendas constitucionales para permitir la elección de todos, y no solo de la mitad, de los cuarenta miembros del Consejo Nacional Federal, el equivalente en EAU de un parlamento. Aunque la petición era moderada comparada con otras demandas planteadas en otros lugares de Oriente Medio, el hecho de que su presentación tuviera lugar en pleno contexto de la denominada Primavera Árabe causó una especial preocupación, agudizada por la inclusión de miembros de Islah entre los peticionarios que abiertamente exigían reformas y mayor participación política.
Si bien el factor detonante de la muerte del jeque Saqr solo se hizo evidente a posteriori, el hecho de que esta tuviera lugar con anterioridad a la Primavera Árabe eliminó un posible freno a la subsiguiente decisión de la Seguridad del Estado, como fue la de desmantelar a Islah en todos los EAU. Además, la imagen de los islamistas de la región, incluidos los Hermanos Musulmanes, imponiéndose en las urnas en Túnez y en Egipto, y teniendo un papel destacado en los levantamientos en Libia y Siria, sumado a la convicción de que Qatar les brindaba apoyo, añadió una dimensión geopolítica al esquema de amenazas regionales percibidas por los EUA. Esta percepción se agudizó aún más cuando las protestas empezaron a propagarse por el Golfo, principalmente en Bahréin, pero también en Kuwait y Omán. La culminación de esta deriva la vimos en el 2012, justo después de que en Kuwait tuviesen lugar las manifestaciones políticas más multitudinarias de su historia, cuando el ministro de Exteriores de los EAU, el jeque Abdullah bin Zayed, hermano de Mohammed bin Zayed, definió a los Hermanos Musulmanes como “una organización que coarta la soberanía y la integridad de las naciones,” al tiempo que Dhabi Khalfan Tamim, el director general de la Policía declaraba abiertamente –sin aportar pruebas– que los Hermanos Musulmanes tenían un plan para sustituir a las seis familias gobernantes en el Golfo antes del 201620.
Ni el bloqueo de Qatar han tenido unos resultados claros y concluyentes y, sin embargo, han expuesto al país a represalias por parte de Irán y de grupos afines a los iraníes
Fue pues, a partir del 2011 que los EAU –con Mohammed bin Zayed y Abu Dhabi al frente– abanderaron los esfuerzos por revertir los avances islamistas e influir en el sentido del cambio de aquellos estados que habían experimentado un cambio de liderazgo durante la Primavera Árabe. Esto incluía la provisión de apoyo a los activistas egipcios en la recta final del derrocamiento del presidente Mohammed Mursi en julio del 2013 y la inmediata provisión de asistencia política y financiera al gobierno militar que lo sustituyó; también una ayuda mayor y más directa a las milicias libias que se enfrentaban a los avances islamistas en el país, que en el 2014 se habían integrado en las fuerzas de apoyo emiratíes, con poder aéreo y entrega de armas, a favor de Khalifa Haftar. Finalmente, promovió una campaña de presión sobre Qatar que empezó casi en el mismo momento en el que el emir Hamad bin Khalifa Al Thani, el arquitecto del enfoque asertivo de Qatar frente las Primaveras Árabes, abdicó en favor de su heredero, el jeque de 33 años de edad, Tamin bin Hamad Al Thani, en el 201321.
El alineamiento con Arabia Saudí
La presión sobre Qatar, iniciada en el 2013 e intensificada en el 2014 (y de nuevo en el 2017) llevó a los EAU a actuar en estrecha coordinación con Arabia Saudí, dado que tanto los dirigentes de Abu Dhabi como los de Riad buscaban activamente contrarrestar la amenaza planteada por la Primavera Árabe en su visión de la estabilidad regional. Hasta el 2010, las relaciones entre los EAU y Arabia Saudí se habían caracterizado por períodos de tensión vinculados a las disputas fronterizas sin resolver, cuyo origen se remontaba a la misma formación del estado de los EAU, en la década de 1970. A lo largo de la década de los 2000, los líderes saudíes protestaron con éxito contra los planes de construir una calzada elevada entre Qatar y los EAU. Sin embargo, no lograron impedir la construcción de un gasoducto para transportar el gas natural entre los dos estados. En el 2010 los guardacostas saudíes y emiratíes tuvieron un breve enfrentamiento a causa de un incidente marítimo. Hasta ese momento, no hubo ninguna asociación “natural” entre los EAU y Arabia Saudí sobre la que construir una alianza; fue más bien un cambio en las circunstancias regionales –la agitación política y la percepción de un enemigo común– lo que unió a los dos países22.
Si bien los EAU y Arabia Saudí se unieron contra Qatar en la repetición de la crisis diplomática del Golfo de 20132014, cuando los dos países, además de Bahréin, retiraron a sus embajadores de Doha durante nueve meses, fue tras el fallecimiento del monarca saudí Abdullah, en enero del 2015, y con la subida al trono de Salmán, que las relaciones entre Abu Dhabi y Riad se intensificaron sensiblemente. Una de las primeras acciones de Salmán fue la de ascender a su hijo Mohammed bin Salmán, que entonces tenía solo
29 años, al puesto de ministro de Defensa. El joven ministro desarrolló con rapidez una estrecha relación personal con Mohammed bin Zayed en Abu Dhabi. Aunque había una generación entre ambos (Mohammed bin Zayed era 24 años mayor), los hechos conducen a pensar que Mohammed bin Zayed vio en Mohammed bin Salmán una versión más joven de sí mismo, con una mentalidad resuelta pareja y un mismo deseo de pensar y actuar en grande. En Washington D.C., Mohammed bin Zayed y varios altos funcionarios emiratíes desempeñaron en el 2015 un importante papel para vender a Mohammed bin Salmán a los miembros de la administración Obama, incluido el propio presidente23.
Juntos, Mohammed bin Zayed y Mohammed bin Salmán han reconfigurado el centro de gravedad de la política del Golfo, tanto con su decisión de intervenir militarmente en el Yemen en el 2015 como en la reanudación de la presión sobre Qatar mediante un bloqueo de mayor alcance del país en el 2017, ambas cosas todavía vigentes en el 2020. Si bien hubo diferencias, por ejemplo, respecto a la naturaleza del compromiso de los dos países enYemen y en el apoyo a grupos con diferentes agendas políticas “sobre el terreno”, la formación de un Consejo de Coordinación Saudí-Emiratí en el 2017 y la continuación de una extensa agenda de proyectos políticos, militares y económicos conjuntos, puso un sello institucional al nuevo eje en marcha entre Riad y Abu Dhabi. De manera significativa, mientras que Mohammed bin Zayed no tiene ningún papel oficial en el gobierno federal de los EAU –al ser solamente el príncipe heredero de Abu Dhabi, fue él, y no Mohammed bin Rashid, primer ministro y vicepresidente de la Federación, quien fue nombrado copresidente del consejo junto a Mohammed bin Salmán, lo que cimentó la relación personal e institucional entre los dos príncipes herederos24.
Conclusiones
Abundan las preguntas relativas a los progresos en la conducción de la política exterior de los EAU. Ni la intervención militar en el Yemen, ni el bloqueo de Qatar han tenido unos resultados claros y concluyentes y, sin embargo, han expuesto al país a represalias por parte de Irán y de grupos afines a los iraníes, debido en parte a la percepción de un estrecho alineamiento entre los EAU –y Arabia Saudí– y la administración de Donald Trump, que también ha politizado, hasta cierto punto, unas relaciones que anteriormente eran fuertemente bipartidistas en Estados Unidos. Ello ha expuesto a los EAU a la presión del Congreso estadounidense, especialmente a causa de la planeada ofensiva en Hodeyda25 del 2018. El parcial redespliegue de las fuerzas emiratíes en el 2019, reflejó el deseo de desvincularse de Yemen, más aún cuando el país se implicaba cada vez más directamente en el conflicto libio, lo que planteó interrogantes acerca de la posible sobreexpansión de la capacidad militar emiratí. También está por ver si las latentes diferencias con Arabia Saudí respecto a los acuerdos políticos en el Yemen podrán gestionarse cuando la guerra desemboque, si finalmente lo hace, en una solución política negociada. Finalmente, la cuestión de si son compatibles las intenciones de Dubái y Abu Dhabi de proyectarse como centros del poder blando y poder duro en el mundo árabe esta dista mucho de estar resuelta, y es posible que adquiera una mayor relevancia mientras Dubái alberga la Exposición Universal desde octubre del 2020 a abril del 2021, como uno de los ejes de las celebraciones del 50 aniversario de la fundación de los EAU.
NOTAS
- Véase Davidson, 2005.
- Véase Thomas, 2009.
- Véase Hamdan al-Alkim, 1989.
- Véase Almezaini, 2012.
- Véase Assiri, 1990.
- Véase al-Ashat, 2008.
- Véase Chandrasekaran, 2014.
- Véase Coates, 2016, p. 144.
- Ibid., p. 145.
- Véase “Leadership Looks….”, 2002.
- Entrevista realizada por el autor en Washington, D.C., febrero del 2016.
- Véase Coates, 2011. 13. Véase Kerr, 2014. 14. Véase Black, 2010.
- Véase Kerr, 2014. 14. Véase Black, 2010.
- Véase Black, 2010.
- Véase Juneau, 2016.
- Véase Kirkpatrick, 2019.
- Véase Freer, 2015.
- Véase Plotkin, 2013.
- Véase Donaghi, 2015;Worth, 2020.
- Véase Worth, 2012 (a);Worth, 2012 (b).
- Véase Worth, 2020.
- Véase Henderson, 2017.
- Entrevista del autor con un alto funcionario de la administración Obama, noviembre del 2018. 24. Véase Coates, 2018.
- Véase Coates, 2018.
- N. del E.: La ofensiva de Hodeyda en Yemen tuvo lugar en junio del 2018, y estuvo protagonizada por fuerzas de la coalición liderada por Arabia Saudí, con el objetivo de ocupar la ciudad portuaria del mismo nombre y cortar los suministros de los hutíess. Sin embargo, el enorme coste humanitario potencial del colapso del puerto como puerta de entrada de mercancías y provisiones, sumado al riesgo directo sobre la población civil (en una ciudad de 600.000 habitantes) provocó la presión internacional que condujo a un alto al fuego, mediado por la ONU, en diciembre del 2019.
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