El proceso de desigualdad en la renta y la riqueza mundial se intensificó a partir de la oleada de políticas desreguladoras y privatizadoras de los años ochenta, de manera que, sobre todo en las dos últimas décadas, la brecha entre los ingresos del trabajo y el capital que percibe el 10% más rico de la población mundial y el 50% más pobre se ha duplicado. Actualmente, el 10% de los más ricos poseen tres cuartas partes del patrimonio mundial. En sus inicios, el discurso a favor de la globalización se presentó como una oportunidad para recortar las desigualdades globales; sin embargo, y a pesar de la emergencia de nuevas potencias globales, las desigualdades han seguido incrementándose. Además, la pandemia del coronavirus ha acelerado este proceso, ampliando en 100 millones las personas que se encuentran en extrema pobreza, hasta alcanzar los 711 millones (Banco Mundial).