FRANCESC FÀBREGUES,
coordinador del Anuario Internacional CIDOB
ORIOL FARRÉS,
coordinador del Anuario Internacional CIDOB
De no cambiar nada, cambiará todo. Esta revisión de la máxima lampedusiana podría aplicarse a la situación mundial en el primer semestre del 2020, tras la situación catastrófica vivida a escala global con la crisis de la covid-19. Como si de un test de esfuerzo de tratase, la pandemia ha tensado hasta el máximo la resiliencia de la economía internacional, las prestaciones de los sistemas de protección social y la solidaridad ciudadana.
Antes de que China reportase los primeros contagios, en diciembre del 2019, nos encontrábamos preparando la actual edición del Anuario, que es especial porque conmemora los 30 años de vida de la publicación. Y como titulaba una famosa portada de Time en 1989, primer año de estudio del Anuario, ese fue “un año que cambió el mundo”. George H. W. Bush se convirtió en nuevo presidente de los EEUU y tuvo lugar la invasión de Panamá. En Japón, falleció el emperador Hirohito, y ascendió al trono su hijo, Akihito, en el cenit de la burbuja especulativa que estallaría en diciembre y daría paso al desplome de la economía y a dos décadas de estancamiento. Las tropas soviéticas abandonaron Afganistán tras nueve años de guerra; Nacieron los primeros proveedores privados de internet y Tim Berners-Lee publicó su propuesta de crear la web. En Irán falleció el líder supremo de la revolución islámica, Ruhollah Homeini, quien tres meses antes había depuesto a su sucesor designado, el clérigo Alí Montazerí –crítico con el régimen–, dejando la puerta abierta a Alí Khamenei para sucederlo, en un mandato que se prolonga hasta hoy. Mientras, en China, y raíz del fallecimiento de Hu Yaobang, ex secretario general del Partido Comunista caído en desgracia por su visión reformista, decenas de miles de estudiantes ocuparon la Plaza de Tiananmén para exigir reformas, y fueron violentamente reprimidos. Brasil celebró sus primeras elecciones presidenciales democráticas desde 1960. En Sudáfrica, dimitió el primer ministro Pieter Bhota y su sucesor, F. W. de Klerck, anunció por sorpresa la legalización de la Asamblea Nacional Africana y visitó a Nelson Mandela en la cárcel, anticipando su liberación y el final de la apartheid. El Dalai Lama recibió el premio Nobel de la Paz y la líder opositora birmana, Aung Saan Suu Kyi fue puesta bajo arresto domiciliario.
Sin embargo, los acontecimientos que cambiaron de manera más significativa el sistema internacional fueron los que sucedieron a la ola de protestas y de gestos políticos que llevaron a la legalización de Solidaridad en Polonia, la vía Báltica, la revolución de terciopelo en Checoslovaquia o la caída de Nicolae Ceaucescu en Rumanía, acompañadas por la movilización ciudadana en la República Democrática de Alemania (RDA) y, por supuesto, la caída del muro de Berlín, el preludio la futura reunificación alemana y la disolución de la URSS.
Consideramos que Alemania, desde una perspectiva histórica, y atendiendo a su presente y a su futuro, encarna los retos y las transformaciones que ha experimentado la sociedad internacional desde 1989
Es por ello que a la hora de elegir el país invitado para esta edición consideramos que Alemania, desde una perspectiva histórica, y atendiendo a su presente y a su futuro, encarna los retos y las transformaciones que ha experimentado la sociedad internacional desde 1989. Por ello, hemos buscado un retrato coral de la Alemania contemporánea, atendiendo a su política doméstica (Paul Nolte), profundizando en su relación con Europa (Barbara Lippert), o en materia de seguridad y defensa (Jana Puglierin). Dedicamos también piezas breves a las relaciones franco-alemanas (Franziska Brantner), transatlánticas (Helena Finn) y con Oriente Medio (Eckart Woertz). Abordamos también las fronteras mentales que persisten entre el Este y el Oeste (Ingo Schulze), y que guardan relación con el auge de la extrema derecha en el país (Georg Diez y Christian Bangel). Tampoco obviamos la dimensión cultural en la política exterior (Hannah Abdulah) y el debate acerca de la identidad alemana con respecto a la inmigración (Naika Foroutan).
Otra iniciativa llevada a cabo en el marco del 30 aniversario del Anuario, y con el objetivo de dar voz a jóvenes autores y autoras, ha sido incluir por primera vez artículos elaborados ex profeso por autores menores de 30 años, que ha tenido un resultado muy positivo, y que esperamos ampliar en futuras ediciones. Los tres textos seleccionados reflexionan sobre temas clave, como la crisis del Antropoceno (Alexia Faus), la ola de transformaciones políticas en América Latina (Silvio Falcón) y la situación de los uigures en China (Erin Parsons).
Grandes tendencias globales: la covid-19 y más allá
Este año, la sección Gran Angular se abre con un artículo del politólogo Bruno Tertrais, en el que esboza el orden internacional post-covid-19, que apunta formado por “estados más replegados y potencias más débiles”. Su tesis es que la pandemia acelerará dinámicas previas a la crisis, como la desconfianza respecto al futuro, la crisis de la democracia o el repliegue de la globalización y la revancha del estado. En la misma línea, Ivan Krastev remarca la importancia de acotar la temporalidad de las medidas de emergencia introducidas en un marco de excepcionalidad por la pandemia, por su impacto sobre la democracia y los derechos. Por su parte, Thomas Carothers se refiere a la cada vez más intensa polarización política, que nos conduce a un choque de identidades. Completan este primer apartado los textos acerca del rol futuro de la Unión Europea en el sistema internacional (Ricardo Borges de Castro), las ciudades resistentes (Agustí Fernández de Losada), la necesidad de repensar el rol del ejército (Rafa Martínez) o las lecciones que deberemos extraer de la covid-19 y la posibilidad que la salud se convierta en motor de una estrategia de seguridad global (Rafael Vilasanjuan).
El segundo apartado, dedicado a economía global está, más que nunca, dedicado a repensar el modelo actual. La pieza más extensa corre a cargo del historiador Quinn Slobodian, y en ella describe las últimas tres décadas que transitan “de Seattle a Davos”. Su conclusión, es que muchas de las advertencias del movimiento altermundialista se han cumplido o están en el camino de hacerlo. Con él coincide, Lorenzo Vidal, quien afirmar que el capitalismo sigue expandiendo sus horizontes espaciales y temporales más allá de la capacidad de sostenimiento de los ecosistemas. Por su parte, James K. Galbraith aborda el impacto de la pandemia sobre la economía global y sobre los EEUU, y afirma de manera contundente que “no habrá retorno a la normalidad”, ya que “la gente será más pobre, tendrá más aversión al riesgo y sus valores habrán cambiado”, por lo que, concluye, amenazará la supervivencia del propio capitalismo. Por su parte, Pascal Lamy y Elvire Fabry abordan el futuro del comercio y la reconfiguración de las cadenas de valor tras la pandemia. Antón Costas también considera un retroceso de la globalización, especialmente la financiera, pero le añade un tinte optimista ya que “un 20% menos de globalización puede ser una mejor globalización”. A ello contribuirá la revolución tecnológica en ciernes, que como nos recuerda Carlota Pérez, impactará en la sociedad y a la que muchos gobiernos no se han preparado aún adecuadamente.
¿Cómo evolucionarán el multilateralismo y la globalización tras la covid-19? ¿Se activarán mecanismos de gobernanza colectiva que permitan una mejor gestión de la próxima crisis global? ¿O avanzamos hacia un mundo de “archipiélagos” geopolíticos?
En esta edición, contamos con un apartado dedicado a la revolución tecnológica y su potencial impacto sobre los derechos y las libertades, que incluye un texto del historiador y ensayista israelí Yuval Noah Harari, una de las voces más influyentes de la actualidad. Harari hace un llamamiento a organizarse frente a la amenaza que supone la consecución del “sueño totalitario” que, en aras de la tecnología, podría por primera vez no solo controlar la sociedad, o los colectivos, o incluso los individuos, sino también adentrarse en su subconsciente a través del acceso permanente y a la recogida y análisis de datos masivos. En particular, Harari incide en los riesgos que esto supone para la comunidad LGTB, y en los avances en pos de la igualdad de derechos, y señala la necesidad de actuar ya que “en el s. XXI podemos utilizar la tecnología de la información y la biotecnología para construir o bien un paraíso, o bien un infierno en función de nuestros ideales políticos”. Cass Sunstein aporta al debate un argumento controvertido: el uso de algoritmos puede evitar la discriminación y los prejuicios de los “árbitros” humanos, ya que su codificación los hace visibles, y debería permitirnos evitarlos. Otro tema central es el de la privacidad, que para Carissa Véliz, está particularmente amenazada tras a pandemia. Coincide con ella Tanya O’Carroll, cuando se interroga acerca de la propiedad y el uso de todos los datos personales suministrados a las alianzas público-privadas de lucha contra la pandemia. Responder, desde la sociedad civil, a estos retos puede parecer una tarea inalcanzable. Sin embargo, autores como Matt Prewitt o Antonio Calleja nos hablan en sus artículos de iniciativas que ya están en marcha para democratizar la red y defender colectivamente nuestros derechos en el mundo digital, algunos de ellos surgidos en Barcelona.
Como cuarto apartado, incluimos también un panorama de los feminismos contemporáneos y de sus reivindicaciones. Asunción Bernárdez Rodal analiza en el artículo principal los movimientos surgidos a lo largo de la última década en todo el mundo y, que sin ser uniformes, se coordinan para maximizar su impacto en la agenda política. Contamos también con dos textos (Shada Islam y Amanda Rhode y Júlia Alsina) que reflexionan sobre el liderazgo de las mujeres, que de manera general, tiende a ser más inclusivo, abierto y menos discriminatorio. La filósofa Marina Subirats reivindica en su pieza la ciudad feminista como una organización alternativa de la vida colectiva, en la que el espacio público se vuelve más amable, abierto y más proclive al intercambio entre comunidades. Sin embargo, para ello es necesario redefinir la economía patriarcal capitalista, poniendo fin a la explotación y evolucionando hacia la economía femenina “del compartir y el cuidar”, el ecofeminismo del que nos habla en su pieza Vandana Shiva. Por su parte, Lucía Velasco traslada el reto del feminismo al mundo digital, que en la actualidad sigue estando diseñado por y para hombres.
El mundo desde un enfoque regional
El primer apartado de balances regionales se centra en Europa Occidental, y en algunos de los cambios que ha experimentado en estos últimos 30 años. El proceso de integración política, la creación del euro y la libre circulación interior son hitos de la evolución del proyecto comunitario europeo, que quedaron en standby por efecto de la pandemia. En el artículo principal, Carme Colomina relata como la covid-19 tensó todas las costuras de la Unión, reabriendo las fracturas existentes (Norte-Sur, Este-Oeste) y dio alas a los relatos nacionalista-autoritarios de algunos estados miembros, en los que han ganado adeptos el populismo antieuropeísta y la extrema derecha, adhesiones que el periodista Ezio Mauro atribuye al “desencanto europeo que crece a la sombra del nacionalismo soberanista”. Sin duda, una de las expresiones más rotundas de este fenómeno ha sido la salida del Reino Unido de la Unión Europea, que en el Anuario abordamos desde dos perspectivas divergentes: la de William Davies y la de Graham Gudgin, contrario y favorable al Brexit, respectivamente. El apartado se completa con textos dedicados a Polonia (Agata Gostyńska-Jakubowska), al “regreso” de España al proyecto europeo (Laia Mestres), a la gestión de los flujos migratorios y los refugiados (Francesco Pasetti y Blanca Garcés) y al estudio de la política exterior de Andorra (Albert Batlle).
En cualquier repaso de las tres últimas décadas resulta ineludible tratar la disolución de la URSS y sus repercusiones para Europa Oriental. Muchas de ellas son puestas al día en el artículo de Carmen Claudín, que ya en el título caracteriza al “postsovietismo” como una descolonización inconclusa. La autora relata como Rusia sigue proyectando su influencia sobre una docena de países exsoviéticos y se opone a la ampliación de la UE hacia Ucrania o Armenia. Moscú también ha ganado influencia en Oriente Medio, algo que según Andrey Kortunov podría cambiar próximamente debido al impacto de la covid-19 sobre sus aliados en la región. De la pandemia, ha salido reforzada la alianza entre Moscú y Beijing, que comparten intereses más allá de sus fronteras y un diagnóstico similar del estado del mundo, como destaca Dmitri Trenin. En otro texto, Andrei Kolesnikov expone el aumento de las protestas antigubernamentales en Rusia en el 2019, que vaticina que se intensificarán en los próximos años. Este apartado se completa también con textos sobre la evolución política de Armenia (Alexandra Kirby) y de Asia Central (Farkhod Tolipov), así como con dos visiones complementarias de la política rusa en la lucha contra el cambio climático (Alexander Sergunin y Georgy Safonov).
De las últimas tres décadas, podemos extraer que los nuevos liderazgos políticos y sociales emergentes, críticos, menos fuertes y más valientes y solidarios, acaban marcando diferencias.
Abriendo el apartado dedicado a América del Norte, Jordi Quero nos describe unos EEUU marcados por una profunda división partidista, que Donald Trump está llevando al extremo, y que ahonda en la crisis de valores y creencias que han vertebrado la política y la sociedad estadounidense. Y a su estela, como nos recuerda Mike Paarlberg, Republicanos y Demócratas libran una guerra sin cuartel en la antesala de las elecciones presidenciales de noviembre. Para Christopher Hill, el resultado de los comicios marcará la política exterior de EEUU y de sus alianzas. En particular, puede implicar un cambio de tono en la relación entre Washington y Beijing, que es objeto de análisis por parte de Ralph Cossa. Para la historiadora Nancy McLean, el fenómeno Trump es la punta del iceberg de un movimiento de fondo, vinculado a sectores ultraconservadores del “capitalismo supremacista”, que ve en la democracia un freno a la expansión de sus riquezas. La sección se completa con sendos textos sobre México (Sergio Aguayo) y Canadá (Greg Inwood).
América Latina no ha quedado al margen de la ola global de protestas ciudadanas, que Anna Ayuso explica ampliamente en su artículo de balance, y que son abordadas también por Paulina Astroza en su pieza sobre Chile, y en la de Salvador Martí, sobre el feminismo del Sur. Ayuso analiza la prevalencia de la violencia armada y su coste, en vidas pero también económico, ya que frena el desarrollo, un aspecto que Sergio Maydeu también trata en su artículo sobre Centroamérica. Dejar atrás la violencia fue lo que movió al gobierno colombiano a firmar un acuerdo con las FARC en el 2016, que no logró ser ratificado en referéndum, algo que según Kristian Herbolzheimer impide la transición efectiva hacia la paz. Otros temas relevantes en la región son la creciente influencia política de las iglesias evangélicas (Carlos Malamud), así como el impacto de las sanciones internacionales impuestas a Venezuela en el contexto de la pandemia (Benedicte Bull y Antulio Rosales). Finalmente, publicamos también una pieza de largo recorrido sobre la política exterior de Brasil, a cargo de Alcides Costa y Tiago Soares.
En relación al Mediterráneo y Oriente Medio, el punto de partida és una efeméride, ya que en noviembre de 1995, Barcelona acogió la primera conferencia euro-mediterránea, una nueva asociación entre iguales que tenía como objetivo reiniciar la relación Norte-Sur y forjar lazos de mayor confianza. Sin embargo 25 años después, Eduard Soler concluye que el balance del denominado Proceso de Barcelona es agridulce. En lo positivo, las sociedades europeas son ahora más sensibles a la diversidad y la aportación cultural de los ciudadanos del Sur y del Este del Mediterráneo. También han mejorado algunos indicadores macroeconómicos. Sin embargo, la cuenca sur del Mediterráneo sigue siendo una de las regiones menos integradas del mundo, y ni el diálogo político, ni la liberalización comercial ni el diálogo cultural han logrado sus objetivos. Y esto es importante, como nos recuerda Javier Solana, en un momento en el que resulta cada vez más urgente paliar la enorme desigualdad y el deterioro ambiental del Mediterráneo. Esta sección da cabida también a la conmemoración de otro aniversario en ciernes, el de los treinta años de la Guerra del Golfo, a cargo del historiador y presidente del CIDOB, Antoni Segura. La cobertura de esta región se completa con un análisis sobre el impacto de la covid-19 en el Mediterráneo (Emmanuel Cohen), la creciente presión de EEUU sobre Irán, que da alas a los radicales dentro del régimen (Ellie Geranmayeh), las elecciones del 2019 en Israel (Itxaso Domínguez), la transición en Argelia (Francis Ghilès), las elecciones locales en Estambul (Ilke Toygür), así como los retos para la paz en Yemen (Pamela Urrutia) y la política exterior de los EAU (Kristian Coates).
Poner fin a la violencia armada y de género en África. Ese fue el objetivo que se había marcado la Unión Africana (UA) para el 2020. Y sobre esa premisa Óscar Mateos desgrana algunos casos de éxito y de conflictos que aún persisten –agravados por la pobreza y la desigualdad–, para concluir esbozando tres condiciones necesarias para lograr el objetivo: apuntalar la gobernanza global; reimpulsar el papel de la UA en los conflictos regionales; y poner la vida de las personas en el centro las estrategias de construcción de paz y seguridad. En esa senda, encontramos ejemplos esperanzadores, como los de Etiopía (que expone William Davison), o el del movimiento pro-democracia en Sudán (Monde Muyangwa); que, sin embargo, coexisten con entornos regidos aún por las armas, como el Sahel (Oriol Puig), o aquellos donde persiste una tremenda desigualdad de oportunidades (Íñigo Macías), agravada por la degradación ambiental y el cambio climático (Lily Welborn). Finalmente, contamos con un análisis de la situación política actual de Sudáfrica, a cargo del líder sindicalista y dos veces ministro del gobierno Mandela, Jay Naydoo.
En su balance de la actualidad de Asia Meridional, Ana Ballesteros expone como una de las principales tendencias la legitimación en las urnas de liderazgos autoritarios, un fenómeno acaecido en India, Bangladesh, Pakistán y Sri Lanka, país este último donde los hermanos Rajapaksa han vuelto al gobierno. A ello se suma la apuesta creciente por un tipo de nacionalismo identitario –de la mayoría contra las minorías–. Este fenómeno, en el caso de India, se analiza en el texto que Audrey Trushke dedica al auge de la Hindutva, el movimiento de extrema derecha hindú que nutre al gobierno del primer ministro Narendra Modi, y que cuenta cada vez más con el beneplácito de las autoridades para hostigar a las minorías religiosas, en particular la musulmana. Por su parte, Prahbat Jha aborda el impacto de la pandemia en India, que ha subrayado las debilidades del sistema asistencial, y algunas posibles vías para su reforma. En relación a Afganistán, Malaiz Daud señala, como rasgo característico de su historia, la pervivencia de una reducida élite que, independientemente del color del régimen, se mantiene en el poder sin rendir cuentas a la ciudadanía.
La actualidad de Asia Pacífico se aborda en el Anuario desde diversas facetas, si bien destaca la creciente rivalidad entre EEUU y China, que se explica en parte por la competencia por determinar quién –o quiénes– darán forma al orden Internacional del s. xxi. Y la llegada de la covid-19 no hizo más que elevar el tono de las críticas que buscan desprestigiar al otro ante la comunidad internacional. A este respecto, Shaoguang Wang considera que China es aún un poder en construcción, que no está en condiciones ni quiere buscar un enfrentamiento con EEUU. Y es que no solo ninguna de las dos potencias salió reforzada de la pandemia, sino que fueron otros gobiernos asiáticos, democráticos (Taiwán, Corea del Sur, Nueva Zelanda), los que lograron los mejores resultados en la lucha contra la pandemia, y ello ha puesto en cuestión algunas tesis sobre las ventajas del autoritarismo en la gestión de crisis. Por otra parte, una de las críticas a la proyección de China hacia África o América Latina sigue siendo la de la “trampa” de la deuda; mediante préstamos y ayudas Beijing se procura el control futuro sobre los gobiernos de países en desarrollo. A este respecto, Alexandre Dayant aporta datos que cuestionan que así sea y apuntan más a la falta de alternativas viables de financiación. De manera similar, Greta Nabbs-Keller describe las relaciones sino-indonesias: a medio camino entre la conveniencia y la desconfianza. Tampoco Asia quedó al margen de las protestas ciudadanas, que tuvieron en Hong Kong un modelo inspirador de manifestantes organizados y que hacen un uso intensivo de las redes sociales y del ciberactivismo. Seán Golden nos ofrece una perspectiva con matices de los condicionantes de cada uno de los actores, así como de sus demandas y aspiraciones. Finalmente, Gavan McCormack aborda en su texto el impacto de la covid-19 en Japón, que complica la recuperación económica y la relación clientelar con los EEUU y cuya gestión ha recibido fuertes críticas.
Hacia un futuro más impredecible
¿Cómo evolucionarán el multilateralismo y la globalización tras la covid-19? ¿Se activarán mecanismos de gobernanza colectiva que permitan una mejor gestión de la próxima crisis global? ¿O avanzamos hacia un mundo de “archipiélagos” geopolíticos? Estas son una de las preguntas que surgen al término de esta edición. Se acercan meses de gran incertidumbre y tensión social por el impacto de la crisis económica y los eventuales rebrotes de la pandemia. La transformación del trabajo, y la posibilidad de que se lleven a cabo “ajustes” con el pretexto de la crisis, puede agudizar el malestar debido al solapamiento de crisis irresueltas: de representación, sanitaria, económica, política, ambiental… De las últimas tres décadas, podemos extraer que los nuevos liderazgos políticos y sociales emergentes, críticos, menos fuertes y más valientes y solidarios, acaban marcando diferencias. También que la tentación de algunos gobernantes puede ser envolverse en la bandera y promover un nacionalismo agresivo que reabra conflictos latentes y busque un enemigo externo o interno (las minorías). Otra tentación puede ser avanzar directamente hacia gobiernos más autoritarios. Y puede que, como señaló en sus escritos Erick Fromm, abrumados por la incertidumbre y las dudas, existan sectores de la ciudadanía que prefieran “escapar de la libertad” y ceder voluntariamente el poder a un líder autoritario. Por ello, la defensa de la privacidad, la propiedad de los datos, y su defensa colectiva ganarán importancia tras la covid-19, quizá frente a la falsa disyuntiva entre libertad y seguridad.
Este otoño será una primera atalaya desde la que vislumbrar el futuro y empezar a tomar medidas efectivas para confrontar, más pronto que tarde, el reto mayúsculo que nos aguarda como especie: el cambio climático.