Nathalie Tocci
Directora del Istituto Affari Internazionali, Profesora Honoraria en la Eberhard Karls Universität Tübingen y Asesora Especial de la alta representante/vicepresidenta de la UE, Federica Mogherini
En Europa, los mundos de la academia, es decir, la base teórica, y la práctica política están compartimentados y, en gran parte, incomunicados. Pero, ¿cómo puede la academia, contribuir a la práctica? Se argumenta que, mucho más que a través de sus recomendaciones, el académico puede ser no solo relevante sino incluso esencial para una buena toma de decisiones políticas mediante la elaboración de conceptos, el planteamiento de debates y la construcción de un relato.
En primer lugar, los profesionales están constantemente buscando conceptos atractivos que puedan expresar un objetivo, un instrumento o un enfoque político. Por ejemplo, los profesionales de la Unión Europea han adoptado conceptos como el de “poder normativo” o “resiliencia”. A finales de la década de 1990 y comienzos del siglo XXI, en el momento álgido del orden liberal internacional, la UE, por ejemplo, se veía a sí misma como una fuerza positiva en el mundo. La noción de poder normativo reflejaba bien esta autopercepción y era entusiásticamente respaldada por varios comisionados del momento. También la noción de resiliencia ha tenido repercusión. Inicialmente utilizada en círculos oficiales exclusivamente para discutir sobre seguridad alimentaria, en cuanto las circunstancias así lo favorecieron, una comprensión más amplia de la resiliencia hizo darse cuenta a los decisores políticos de hacia dónde se dirigían y qué pretendían conseguir. Estos conceptos tienen el mérito de sintetizar aquello que la UE instintivamente cree que es y aquello que quiere ser, sin que hasta ahora lo haya expresado claramente. Cuando el profesional se vea expuesto a un concepto académico que le toca una fibra sensible, el concepto no solo será utilizado, sino que, empleado en discursos y documentos, reforzará todavía más una identidad particular y/o un curso de acción política.
En segundo lugar, la academia es esencial para la formulación de debates políticos. Así sucedió en el debate “intereses frente a valores” en la política exterior europea. Cuando la comunidad académica se vio empantanada en el debate dicotómico “intereses frente a valores” desencadenado en líneas generales por la discusión sobre la “Europa del poder normativo”, la comunidad política siguió el ejemplo. Intereses y valores fueron presentados como nociones distintas. Pero cuando la dicotomía fue objeto de ataques, notablemente por parte de académicos constructivistas sociales, el enfoque fue abandonado también por los profesionales. La Estrategia Global de la UE, por ejemplo, solamente enumera los intereses de la UE alegando que “nuestros valores fundamentales forman parte de nuestros intereses”. Por un lado, esto ha significado que la Unión ya no es reacia a hablar de sus intereses. Por otro lado, ha inducido a los profesionales a articular sus intereses de forma más coherente con los valores por ellos proclamados.
Finalmente, los académicos pueden contribuir a la formulación de políticas mediante la construcción de su relato. El académico está capacitado para elaborar argumentos. Por ejemplo, mientras que el académico no está en condiciones de hacer propuestas detalladas respecto al establecimiento de un fondo de defensa europeo, los debates académicos sobre la multipolaridad, sobre los riesgos de divergencia en la relación transatlántica, sobre la intensificación de los conflictos y las crisis en Europa y sus alrededores han impulsado, indudablemente, a los profesionales de la UE a elaborar e implementar propuestas políticas concretas.
La contribución del académico a la formulación de políticas puede ser inmensa si dirige su mirada a los conceptos, la formulación y el relato
Lamentablemente, la brecha entre la academia y la práctica es real, pero tratar de tender un puente entre ellas por medio de una erudición política relevante es un error. Los académicos son académicos y han de seguir siéndolo, igual que los profesionales son profesionales y han de seguir siéndolo. No incumbe al académico hacer propuestas políticas detalladas. Sin embargo, la contribución del académico a la formulación de políticas puede ser inmensa si sigue siendo un académico, o sea, utilizando su singular conjunto de competencias pero con la mirada puesta en los conceptos, la formulación y el relato, que tan esenciales son para la elaboración de directrices políticas generales. Integrando temporalmente a un grupo de académicos en la maquinaria de la política exterior europea, el proyecto EU-LISTCO (Europe’s External Action and the Dual Challenges of Limited Statehood and Contested Orders) proporciona una oportunidad única para que dichos académicos, no solo entiendan la complejidad de la formulación de la política exterior, sino que les capacita respecto a cómo generar nuevas ideas, formular debates y presentar argumentos que puedan ser realmente valiosos para una mejor formulación de políticas en Europa.
* Nota: este texto es un breve resumen del policy paper “Policy Relevant Scholarship? The Value of Creating, Framing and Storytelling”, publicado por Nathalie Tocci para el proyecto EU-Listco, diciembre de 2018.