Liesl Louw-Vaudran
Investigadora principal en el Institute for Security Studies de Pretoria
El regreso de Marruecos a la Unión Africana (UA) en 2017 “significa la reconciliación de Marruecos con su identidad africana”. Esta declaración, contenida en un informe de 2018 del Instituto Real de Estudios Estratégicos de Rabat evidencia la relevancia casi existencial de esta iniciativa política para la visión de futuro de Marruecos. Durante las dos últimas décadas, el rey Mohammed VI ha incrementado considerablemente las inversiones, el comercio y la ayuda al resto del continente, haciendo de la cooperación con el África subsahariana una de las características distintivas de su reinado. Durante su reingreso en la UA en la 28 cumbre celebrada en Addis Abeba en enero de 2017, el monarca declaró lo emocionado que estaba de “regresar a su hogar” en África.
El país abandonó la organización en 1984 debido al reconocimiento por parte de la UA del movimiento de independencia del Sáhara Occidental, la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) como miembro de pleno derecho de la Unión. Marruecos rechaza las reivindicaciones de la RASD y del Frente Polisario sobre un territorio que considera sus “provincias meridionales”. Desde 1999 hasta finales de 2017 Mohammed VI realizó 53 visitas a 27 países africanos, y recibió a 32 jefes de estado africanos en visita oficial. Desde el año 2000 Marruecos ha firmado más de mil acuerdos de cooperación con países del África subsahariana, un incremento enorme comparado con los menos de 500 firmados durante las cuatro décadas anteriores. Marruecos también incrementó su ayuda a países como Sudán del Sur y Guinea, colaborando con la erradicación de los barrios de chabolas, un ámbito en el que Marruecos ha destacado, y también forma a miles de funcionarios públicos africanos.
Unos lazos políticos más estrechos con los países del África Occidental francófona pueden crear enormes oportunidades para Marruecos
En paralelo, la inversión marroquí en África se triplicó entre 2007 y 2016, convirtiéndole en el mayor inversor africano en África Occidental y en el segundo inversor, solo por detrás de Sudáfrica, en el resto del continente. El comercio también creció casi 1.000 millones de dólares llegando a los 3.700 millones en 2016. Sin embargo, el comercio con el resto del continente representa solo el 6% del comercio total marroquí. Aquí es donde unos lazos políticos más estrechos con los países al margen de su tradicional zona de influencia en el África Occidental francófona pueden crear enormes oportunidades para Marruecos.
En su impulso para preparar el regreso del país a la UA, Mohammed VI ya había firmado acuerdos para crear centros de producción de fertilizantes en varios estados, como en Etiopía. Actualmente también se considera construir un gaseoducto desde Nigeria a Marruecos para abastecer a varios países ribereños. Tanto Etiopía como Nigeria reconocen oficialmente a la RASD, un hecho que irrita a Marruecos, pero que el reino alauí está aparentemente dispuesto a ignorar. De momento.
En la actualidad, doce estados subsaharianos reconocen al estado saharaui en el exilio, la mayoría de ellos en el sur de África, y Marruecos desea convencer a tantos estados como sea posible para que dejen de hacerlo. Sudáfrica, el gigante económico del continente en el Sur es, junto con Argelia, uno de los defensores más acérrimos de la causa saharaui. Pero incluso en este caso, Marruecos trata de forjar lazos comerciales, reconociendo el gran impacto que tienen las empresas sudafricanas en todo el continente, especialmente en el este y el sur. Las iniciativas conjuntas entre empresas marroquíes y sudafricanas son potencialmente muy lucrativas.
En 2018 la importante compañía de seguros sudafricana Sanlam aumentó su participación en la marroquí Saham, que ahora controla completamente, lo que le permite estar presente en 33 países africanos. De todos modos, las relaciones políticas y diplomáticas con Sudáfrica están en su mínimo histórico, sin indicios de que vayan a mejorar en un futuro próximo.
El reingreso en la UA ha mejorado sin duda la imagen de Marruecos en África: ya no es la oveja negra del continente. Desempeña perfectamente su papel como miembro del Consejo de Paz y Seguridad de la UA y como “paladín” en el tema de la migración dentro de la UA. Su labor diplomática en nombre del continente es impresionante y, ejerciendo de anfitrión a varias cumbres internacionales como el COP 2016 sobre el cambio climático y el Pacto Mundial sobre la Migración a finales de 2018, ha hecho sentir orgulloso al continente. Pero la disputa sobre el Sáhara Occidental y la permanente hostilidad por parte de estados como el sudafricano siguen siendo una espina clavada.