Ricardo Borges de Castro
Doctor en Relaciones Internacionales, University of Oxford
Gestionar la renovación de la política global de Europa se parecerá cada vez más a la creación de un gran chef. La receta del éxito futuro (o de su supervivencia) deberá contemplar siete tendencias globales interrelacionadas, que posiblemente se aceleren con la pandemia de la covid-19. Catémoslas, una por una.
Si alguien dudaba de la relevancia central de la primera, la conectividad, la propagación del nuevo coronavirus ha evidenciado que lo que sucede en un mercado de alimentos en China puede afectar al resto del mundo, con devastadoras implicaciones. Todavía es pronto para calibrar todas las consecuencias de la pandemia para la globalización, pero es probable que la conectividad en línea y la conectividad física sigan siendo fundamentales en la próxima década.
La digitalización y la revolución tecnológica impulsan la conectividad, pero cada vez más, influyen también en la geopolítica. La carrera actual por la supremacía en Inteligencia Artificial, robótica, 5G y otras tecnologías disruptivas (a las que podríamos añadir la “tecnología de la salud”) tiene profundas consecuencias para el posicionamiento de Europa respecto a China y a EEUU, y agranda el reto de armonizar las potenciales tensiones entre la transición digital y la ecológica.
El cambio climático influirá necesariamente en las políticas y en lo político durante los próximos diez años y más allá. Y si los europeos se sienten llamados a actuar, podrá tener lugar una revolución silenciosa: la generalización de la “política verde”. En el futuro, ningún partido político podrá obviar el debate ecológico y no aportar soluciones a una transición transformadora de la vida. Queda sin embargo por determinar la afectación de la pandemia en los esfuerzos para afrontar el cambio climático: ¿los acelerará o los desacelerará?
Nuestro chef necesitará también considerar otros ingredientes, más adecuados a las particularidades del Viejo Continente. El primero de ellos es la demografía. En el 2030, el 25,5% de la población europea tendrá más de 65 años. Las implicaciones son muchas, pero la más relevante es la sostenibilidad del Estado del bienestar (ahora tensionado también por la pandemia), por no hablar de la inmigración. La mala gestión y la politización de la inmigración en los últimos cinco años han socavado las posibles soluciones para contrarrestar el descenso demográfico.
La economía es muy importante para el papel global de Europa, y se calcula que hacia el año 2030 la UE de los 27 se convertirá en la tercera potencia económica mundial, cuyo centro se desplazará hacia el este. A pesar de que las medidas de lucha contra la pandemia comportarán una recesión económica global, salvo colapso de uno de sus autores clave es probable que en 2030 el podio económico global siga siendo el mismo.
La Unión Europea necesitará ser algo más que una entidad geopolítica
El modelo de gobernanza de Europa está siendo también cuestionado, y en el seno de la sociedad occidental parece existir una sensación de descontento con la democracia1 que podría llevar a una atracción por modelos alternativos que proporcionen estabilidad y crecimiento económico a cambio de recortar libertades políticas. En qué medida la pandemia contribuirá aún más a reducir las libertades y los derechos es algo que todavía está por ver.
La pérdida de atractivo de la democracia es un resultado –a la vez que alimenta– del retorno de la gran política del poder, que pone a prueba el orden multilateral internacional. El movimiento global que propugna “recuperar el control” y que prolifera en muchos países tiene su reflejo en las relaciones internacionales, donde las alianzas mutan en función de intereses y transacciones, socavando las soluciones cooperativas y de colaboración para problemas que no conocen fronteras. Todavía no está claro si el multilateralismo acabará ganando o perdiendo con la actual crisis.
Para estar seguros de que la UE no llega con un mal sabor de boca al año 2030, necesitará convertirse en algo más que una entidad “geopolítica”. Una lección que ya hemos aprendido gracias a la actual pandemia es el peligro de una acción descoordinada entre los estados miembros (y la UE). Pero hay otra pregunta: ¿cómo puede Europa garantizar que en 2030 no se habrá convertido en una potencia mediana, encajada entre Estados Unidos y China?
- Así lo reflejan estudios como el del Centro para el Futuro de la Democracia de la Universidad de Cambridge del que se hace eco el artículo de la BBC: https://www.bbc.com/news/education-51281722
* Esta contribución está inspirada en el informe del Sistema de Estrategia Europeo y Análisis Político (en inglés, ESPAS): “Global Trends to 2030: Challenges and Choices for Europe”, de abril del 2019. La mayor parte de los datos citados pertenecen también a dicho informe.